OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Los negligentes, que se aparten"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las negligencias de las distintas administraciones en la gestión del desastre de la DANA y solicita que se asuman responsabilidades.

Carlos Alsina

Madrid |

Décimo tercera mañana después de la riada. Cruzando los dedos para que las lluvias que anuncia Meteorología para este miércoles no lo compliquen todo aún más, con muchos colectores saturados y el barro atascando el alcantarillado.

Trece días después, aún se están encontrando cadáveres

Reabren hoy cincuenta colegios, reabren nuevos comercios, han llegado autocares para prestar servicio gratuito a cientos de trabajadores que han de acudir a los polígonos o a Valencia capital, pero la vida normal, en conjunto, sigue suspendida. Sustituida por esta otra vida de limitaciones, faena diaria de limpieza, agua embotellada y trámites.

La vida normal, en conjunto, sigue suspendida

Todos los trámites que toca hacer para conseguir una indemnización por el coche que ya no tienes, o una ayuda para reconstruir tu casa, o un crédito para salvar el tiempo en que no vas a tener ingresos porque es imposible recuperar de un día para otro la actividad de tu pequeño negocio. Creo que en estos doce días que ya han pasado hemos escuchado una infinidad de testimonios que dan cuenta, sin filtros y sin necesidad de que nadie lo interprete, de la dimensión del desastre que se ha producido en la Huerta Sur de Valencia. Trece días después, aún se están encontrando cadáveres.

Los gobiernos tienen la obligación de servir a los damnificados

Que tanto el gobierno valenciano como el central dediquen cada minuto de su tiempo a servir a los damnificados y reconstruir lo que se puede reconstruir es una obligación tan básica, tan obvia, que produce embarazo escuchar a los portavoces oficiales proclamándolo como si fuera meritorio.

Entenderán -o deberían entender- los responsables y los expertos en comunicación que florecen a su alrededor que esta frase con la que tanto la Moncloa como el gobierno autonómico martillean -‘este gobierno no va a abandonar a las víctimas’- escuece a todas esas víctimas que ya se sintieron -o se supieron- abandonadas.

Esta frase con la que tanto la Moncloa como el gobierno autonómico martillean -"este gobierno no va a abandonar a las víctimas"- escuece a todas esas víctimas que ya se sintieron abandonadas

El clamor, no de la manifestación del sábado en Valencia, sino de los habitantes de los pueblos devastados los diez días anteriores, ha sido tan nítido y tan unánime pese a la diversidad ideológica de los afectados -perdón por reiterar la obviedad, pero hay damnificados que votaron al PP, al PSOE, a Compromís, a Podemos, a Vox, tan damnificados los unos como los otros y con el mismo derecho a la denuncia, la crítica, el desahogo y las ayudas públicas-, ha sido tan nítido, tan unánime y tan sonado el clamor que no hay operación política que ya pueda darle la vuelta a eso.

Dimitir claro que es una opción

Ayer dijo la vicepresidenta de Mazón, Camarero, que dimitir no es una ni una posibilidad ni una opción. Entiéndase que lo que quiere decir es que Mazón ha decidido permanecer él y, al menos de momento, que permanezca con él la consejera de Interior y el resto de altos cargos.

Dimitir es una opción porque haber perdido la confianza de la sociedad es, en una crisis como ésta, un obstáculo a la reconstrucción

Sí, claro que es una opción. Dimitir es una opción no sólo porque la negligencia está acreditada -en la medición de la emergencia y en la reacción inmediata-; no sólo porque el presidente dijo haber estado ocupado en un almuerzo de trabajo que ahora se sabe que fue almuerzo, sí, pero para trabajarse colocar al frente de la televisión autonómica a alguien de su confianza, Mazón en persona buscando capataz para el cortijo; dimitir es una opción porque haber perdido la confianza de la sociedad es, en una crisis como ésta, un obstáculo a la reconstrucción.

Mazón está abrasado. Por deméritos propios

Ponerse de nuevo en pie va a requerir de que los ciudadanos recuperan la confianza en la administración -las administraciones- y quienes las gestionan. Mazón está abrasado. Por deméritos propios. Puede que él sea el único -él y su cohorte- que aún no lo ve. Puede que crea que si difiere las explicaciones hasta el jueves y entrega ese día la cabeza de su consejera Pradas -la cabeza de Salomé en una bandeja- la sociedad lo redimirá.

Abandone toda esperanza de ser redimido. No son las medias verdades o las polémicas estériles lo que le ha condenado. Es haber actuado, frente a una riada, como un aficionado. Un amateur. Y eso es justo lo que no puede ser quien dirige la respuesta pública a una catástrofe y retiene el mando para sí sólo por no cedérselo a quien dispone, en Madrid, de todos los recursos del estado.

Lo que ha condenado a Mazón es haber actuado, frente a una riada, como un aficionado, un amateur

La dirección nacional del PP ligó su suerte, ayer, a la de Mazón. Son dos cosas distintas, aunque en boca de Juan Bravo pareciera que es lo mismo: una cosa es estar con los valencianos y otra, estar con el presidente amateur.

Háganse un favor a sí mismos los negligentes y apártense

Alberto Núñez Feijóo, que es de gatillo fácil para exigirle a Sánchez que destituya gente, tiene cero autoexigencia cuando las negligencias las ha cometido su gente. Ya se vio con las penas de los etarras: nadie cayó ni en su equipo ni en su grupo parlamentario. Ahora se vuelve a ver. Se queda el líder de la oposición sin autoridad para exigirle a Sánchez, el resto de sus días, la cabeza de nadie.

Apártese el ministerio que estaba tan pendiente de la presa de la Forata que se le pasó levantar los teléfonos para avisar de lo otro, el barranco del Poyo

Háganse un favor a sí mismos los negligentes y apártense. Pongan eso de su parte para reconstruir la confianza social. Apártese la consejera de Interior a la que nadie ha tenido que decir nada porque todo se lo ha dicho ella misma: que no sabía, que no decidía, que no alcanzó a ver. Apártese el ministerio que estaba tan pendiente de la presa de la Forata que se le pasó levantar todos los teléfonos del mundo para avisar de lo otro, el barranco del Poyo. Teresa Ribera hace ahora esfuerzos para convencer al público de que se dejó la piel, desde Bruselas, tanto que hasta llamó varias veces a Mazón -qué heroicidad- y cruzó dos palabras en un torno con Dolors Monserrat.

Expóngalo como ejemplo de gestión eficaz en su examen de esta semana para vicepresidenta de la Comisión Europea, el sillón al que viene dedicando todo su empeño desde que concurrió a las elecciones europeas sin haber tenido el gesto de abandonar el gobierno para asumir el escaño al que se había postulado. El cálculo político, y poltronístico, también pasa factura.

[[H3:Al presidente le perseguirá una frase desafortunada, ‘si necesitan más, que lo pidan’]]

Del jefe de Teresa Ribera, presidente del gobierno Pedro Sánchez, no hace falta que les diga nada. Él mismo se apartó hace ocho días en Paiporta. Al presidente le perseguirá una frase desafortunada, ‘si necesitan más, que lo pidan’. Sabiendo de la energía, el tiempo y el dinero público que gasta cada día el departamento de propaganda de La Moncloa en afinar sus eslóganes y sus estribillos -una obsesión-, les salió la peor frase posible. Eso tampoco tiene ya remedio.

Y le perseguirá la imagen de presidente en fuga. Hubo riesgo en Paiporta, es verdad. Y razones para salir de allí antes de que sucediera algo grave. Si hubieran evacuado Paiporta todas las autoridades a la vez, el presidente no habría visto su imagen deteriorada. Pero habiendo riesgo para todos, sólo él abandonó.

Si hubieran evacuado Paiporta todas las autoridades a la vez, el presidente no habría visto su imagen deteriorada. Pero habiendo riesgo para todos, sólo él abandonó

Son cosas que pasan. Los reyes, permaneciendo y asumiendo el riesgo, convirtieron la marcha del presidente, sin pretenderlo, en un roto irreparable para la reputación de éste. La historia la escriben episodios como éste.

La imprescindible página dominical de El País, dedicada a contarnos a sus lectores qué opina el gobiernos sobre sí mismos, nos tranquilizó ayer informando de que el gobierno mantiene su buena opinión sobre todo lo que hace. Y sobre lo que no hace. Resulta que el presidente ha asumido el mando de facto aunque sin asumirlo, ha intervenido de facto a Mazón -decía la crónica-: presumir de haber hecho lo que no se hizo es una prueba clara de mala conciencia.

Lo de los ultras, las redes y los influencers

No olvidaba recordarnos la crónica que hace dos domingos Sánchez fue golpeado en la espalda con fuerza y que quedó dolorido durante días. No precisaba cuántos. Al gobierno le preocupaba, sobre todo, lo de los ultras, según un ministro anónimo que siempre habla. Lo de los ultras, las redes y los influencers. A ver, había doscientos muertos, ochocientos mil afectados y setenta municipios con las calles devastadas, pero que si los ultras y los influencers.

Sánchez rehusó asumir el mando en el minuto uno. Sabía que el gobierno valenciano no estaba dando la talla, pero se abstuvo

Sánchez rehusó asumir el mando en el minuto uno. Y en el dos, y en el tres y hasta ahora. Sabía que el gobierno valenciano no estaba dando la talla, pero se abstuvo. Venir a justificarse a estas alturas alegando que quiso evitar un choque entre instituciones -él, que se ha destacado por buscar el choque con todas las demás instituciones del Estado-, es una broma pesada. Otra más. A él huelga decirle váyase porque ya se fue.