Monólogo de Alsina: "Amnistía fue la del 77, esto es otra cosa"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la recién aprobada ley de amnistía, una norma que cuenta con la división de las cámaras y con un rechazo social mayoritario.
Madrid | 31.05.2024 08:44
Cuentan las crónicas que, al aprobarse finalmente la amnistía, una ovación unánime recorrió la cámara.Ni un solo voto en contra tuvo en el Senado, ni uno sólo. En el Congreso, sólo dos de los trescientos diecisiete diputados se apartaron de la mayoría abrumadora, noventa y cuatro por ciento de sus señorías, que avalaron, aplaudieron e hicieron suya la amnistía. Dio prueba del magnífico ambiente en que se desarrolló la sesión el bueno humor del presidente del Congreso al dar lectura al resultado.
Así es como quedó aprobada -con estos números, con este clamor, en este ambiente de concordia y de nueva etapa para España- la amnistía de verdad, la de octubre de 1977. La amnistía que sí lo era porque venía a hacer justicia ante la gigantesca injusticia que había sido la legislación franquista que hubieron de sufrir sus presos políticos.
El Congreso aprobó ayer la ley de impunidad
Cuarenta y siete años después de aquella jornada del 77, y cuarenta y seis desde que rige en España una Constitución democrática, el Congreso de los Diputados aprobó ayer por sólo cinco votos de diferencia la ley de impunidad redactada a dos manos por los hombres del presidente Sánchez y los hombres de Puigdemont que han hecho suya, disciplinadamente, los ciento veinte diputados del grupo parlamentario socialista.
La mayoría gubernamental -mayoría de investidura, como acertadamente la llamó el diputado Pisarello porque ésta fue la razón del presidente para conceder la impunidad, poder ser investido- consumó el hito que marca la legislatura en un ambiente parlamentario bronco, y con acusaciones cruzadas entre izquierdistas y ultraderechistas.
El presidente Sánchez se felicita. Su amnistía sale adelante con una de las dos cámaras de las Cortes Generales, el Senado, en contra
El presidente Sánchez se felicita. Su amnistía sale adelante con una de las dos cámaras de las Cortes Generales, el Senado, en contra de la medida. Con 177 diputados a favor por 172 en contra, no llega al 51% de la cámara baja: con esta mayoría no basta para elegir un vocal del CGPJ, sí para aprobar una amnistía. Y la saca adelante el presidente sabiendo que la mayoría de la sociedad no la comparte y que no hay una sola encuesta que refleje menos de un 60% de rechazo.
Ninguna novedad en todo ello. Son hechos sobradamente conocidos. Sabiendo todo eso -la división en las cámaras, el rechazo social mayoritario- el presidente consumó su pretensión.
Sánchez no ha encontrado tiempo para explicar la conveniencia de amnistiar
En los diez meses que han transcurrido desde que se desdijo de todas sus afirmaciones anteriores para abrazar con gozo la amnistía no ha encontrado el presidente un minuto para dirigirse a los españoles desde el Palacio de la Moncloa para informarles de que iba a extinguir la responsabilidad penal de Puigdemont en su nombre, en nombre de la sociedad española. En diez meses no encontró el presidente un minuto para subir él a la tribuna del Congreso a explicarle a los españoles en nombre de los dice actuar la bondad y la conveniencia de amnistiar los hechos del procés y aceptar el relato falso, o bulo, que el independentismo fabricó en su ofensiva contra el Estado.
No ha encontrado el presidente un minuto para dirigirse a los españoles desde la Moncloa para informarles de que iba a extinguir la responsabilidad penal de Puigdemont en su nombre, en nombre de la sociedad española
Para ser una ley histórica, un hito en las relaciones entre Cataluña y el resto de España, una página de gloria se ha escabullido todo lo que ha sabido el presidente a la hora de asumir en primera persona la defensa parlamentaria, e institucional, de su criatura. Ayer apareció para votar. Se le agradece el esfuerzo. Sabiendo que su prioridad son los mítines.
Los independentistas se felicitaron por haber ganado la partida
Fue conmovedor, fue encomiable, fue histórico escuchar a Junqueras, a Rufián, a la señora Nogueras, hacer en el Hemiciclo que nos representa a todos un canto a la concordia, a la reconciliación y a la leyes como viga maestra de la convivencia.
Sintieron un nudo en el estómago sus señorías al oír a Rufián y Nogueras admitir que lo que hicieron en 2017 fue un atropello y agradecer la generosidad de la sociedad española al renunciar a exigirle cuentas al caudillo de la insurrección. Fue emocionante… ah, no, que nada de eso sucedió. Ni sucedió ayer ni ha sucedido nunca.
Lo que hicieron los portavoces independentistas fue tachar de represora a España y felicitarse a sí mismos por haberle ganado la partida
Lo que hicieron los portavoces independentistas fue tachar de represora a España y felicitarse a sí mismos por haberle ganado la partida. El ánimo de los amnistiados no fue el de la conciliación ni la concordia, fue el del desquite y la victoria.
Tienen motivos para sentirse victoriosos. Después de todo, los grupos independentistas celebran que han conseguido aquello que venían reclamando desde hace años. El grupo socialista todo lo que celebra es que ganó una votación parlamentaria.
No hay fecha para la entrada en vigor de la ley de amnistía
En diez días hay elecciones (europeas) en España. Ya hay ley de amnistía pero aún no hay amnistiados. La ley está aprobada por el Congreso pero aún no sancionada ni publicada en el Boletín Oficial del Estado. No hay fecha para su publicación. Ni, por tanto, para su entrada en vigor. Ni, por tanto, para la decisión que habrán de tomar los jueces del Supremo respecto de su aplicación tal como está o la consulta previa al Tribunal de Justicia Europeo.
Cualquier parecido entre la ley de impunidad de ahora y la amnistía de verdad de 1977 es pura desinformación
Para ser una norma tan virtuosa y haber abierto una etapa tan brillante (de luz y de color) no parece que en el gobierno haya prisa alguna por llegar a ese escenario antes del nueve de junio. Puigdemont, entretanto, puede esperar.
Conclusión: cualquier parecido entre la ley de impunidad de ahora y la amnistía de verdad de 1977 es pura desinformación.