Alsina ironiza sobre los malos resultados que espera el PSOE en las elecciones autonómicas: "La emoción del camino al precipicio"
El presentador de Más de uno ha realizado un repaso de los candidatos del Partido Socialista en los comicios autonómicos que se aproximan, a los que pocas encuestas les vaticinan buenos resultados.
Madrid |
Déjenme que les cuente una historia, que es muy corta, ya verán. Antes de morir por una intoxicación de setas nunca del todo esclarecida, el veterano emperador Carlos de Hagsburgo -no confundir con nuestro Carlos V, que es de doscientos años antes-, acumuló tal cantidad de derrotas que, de haber existido entonces el libro Guinness de los récords habría añadido a sus títulos de rey de Hungría y archiduque de Austria el de recordman mundial de descalabros.
Su lista de fracasos empezó en España, como bien saben Junqueras y Puigdemont, que de haberle podido acompañar en la lucha contra el Borbón de 1714 de buena gana lo habrían hecho (y habrían acabado tan derrotados como él y tan derrotados como ellos mismos en 2017).
El archiduque perdió la guerra de Sucesión, dejó tirados a sus partidarios catalanes (en esto también se pareció a Puigdemont) y hubo de esperar un cuarto de siglo a que palmara su hermano Jose y obtener, así, por fin, una corona, la del Sacro Imperio. Entretanto le hizo la guerra al turco y perdió Serbia, Bosnia y Valaquia. Se metió en la guerra de sucesión polaca y también perdió. Hubo de entregar Sicilia y Nápoles a su tocayo Borbón Carlos III (y Milán y casi toda la Lombardía).
Pero el emperador era hombre de recursos. O de relatos, que diríamos hoy. Decidido a hacer pasar sus derrotas por inapelables victorias ideó el cuerpo de correos imperiales, vasallos de fidelidad inquebrantable encargados de recorrer el imperio tocando sus cornetas y gritando todo el tiempo '¡Victoria!' Daba igual que se hubiera perdido otra batalla -¡Victoria!- o que hubiera caído en combate otro de sus oficiales -¡Victoria!-, daba igual que el enemigo le estuviera ganando por goleada en cada frente nuevo que se abría -¡Victoria, victoria, victoria!-.
Su habilidad -y fijación- en encubrir fracasos alcanzó su grado supremo el día que fue informado de que su caballería había quedado deshecha, su infantería había huído al primer ataque, su artillería había resultado ser pólvora mojada. Inasequible a los hechos, el emperador tuvo el cuajo de presentarse en el salón de palacio donde estaba reunida la corte y decirle al chambelán a voz en grito: "Acabo de ser informado de que terminó la batalla, encargad que se cante un tedeum en la catedral en agradecimiento a dios todopoderoso".
El oficial Gallardo
Aunque Yuste lo ha visitado varias veces, Miguel Ángel Gallardo, de emperador, tiene poco. Él solo es un oficial, de rango flojo, en el ejército menguante del amo sacro. El domingo se conforma con salir vivo de lo que las encuestas aventuran que será una escabechina. El PSOE llegó a obtener, en tiempos del virrey Ibarra y su heredero Vara, hasta el 54% del voto en Extremadura.
Hace seis años aún alcanzó el cuarenta y siete por ciento y le metió veinte puntos al PP. Hace dos le ganó por uno. El domingo, según el CIS, perderá por siete. Según las encuestas más recientes, podría perder por diez, o por doce. Hoy pone velas a la virgen de Guadalupe para que el PP no alcance la mayoría absoluta. El cuerpo de correos imperiales afina ya sus voces entrenadas para recorrer el territorio gritando ¡victoria, victoria! Derrotado y sin opciones de ponerse la corona, pero si Guardiola necesita Vox… ¡victoria!
Alegría se lanza a la batalla de Aragón
A diferencia de Gallardo, que solo fue sanchista en sentido musical (sanchista de Sánchez el hermano músico, no del Sánchez amo), la siguiente oficial enviada al sacrificio es sanchista a pleno pulmón y de primera hora. Pilar Alegría se queda sin cartera y sin coche oficial porque el jefe coloca y recoloca. Coloca, recoloca y descoloca. La batalla de Aragón termina el ocho de febrero y ha empezado ya.
Con Alegría en el meritorio papel de revulsivo. Así fueron presentados, por el emperador, los relevos decididos por su persona en las candidaturas regionales. El problema del partido era la debilidad de los liderazgos territoriales. Movilización de ministros. Total, todo el mundo sabe que el ministerio apenas te quita tiempo: te sobran horas para teledirigir, desde Madrid, la oposición autonómica, lo mismo en Aragón que en Andalucía o la Comunidad Valenciana.
Las encuestas acreditan lo acertada que resultó la operación '¡venga ministros!' El PP acaricia la mayoría absoluta en Aragón y Andalucía y no ve en riesgo su gobierno en la Comunidad Valenciana a pesar de Mazón y de la riada. ¡Victoria, victoria!, pregonan los correos imperiales. Hace dos años y medio la izquierda perdió el poder en Baleares, Aragón, Cantabria, la Comunidad Valenciana, Extremadura y La Rioja. Dos años y medio después, no existe un sondeo que le dé a la izquierda opciones de recuperarlo. El gobierno central no deja pasar un día sin cantar ¡victoria!
¡Victoria, victoria!
Pilar Alegría se despidió ayer de su tribuna semanal en la sala de prensa de la Moncloa. Ha sido ministra de Educación cuatro años y medio, pero la portavoz se comió a la ministra y hoy los ciudadanos la conocen por su fervor en la reiteración de consignas de los martes, no por su gestión en el ministerio. Debutó como portavoz del Gobierno hace dos años prometiendo lo mismo que todos sus antecesores: no usaría la sala de prensa del gobierno para atacar a la oposición o juzgar lo que hacen otras instituciones.
Y luego ya se entregó, con devoción insospechada y disciplina religiosa, a la tarea de convertir cada semana la Moncloa en un mítin. Los apóstoles emulan a su profeta. Con cuatro citas electorales por delante -Extremadura, Aragón, Castilla y León, Andalucía- y ni una sola victoria real en el horizonte, con el goteo de denuncias de acoso en Galicia, Málaga, Valencia, Valladolid y Madrid, con los jueces destapando las andanzas de Leire y el de la SEPI y recabando papeles en empresas públicas usadas para recolocar a hombres de confianza, el secretario general del PSOE canta victoria porque España avanza, España mejora, España va como una moto.
Hay cientos de miles de familias que no llegan a fin de mes, es verdad, y comprarse una vivienda (o alquilarla) está fuera del alcance de cada vez más ciudadanos, pero el presidente, al menos, es empático. Tan empático que un año y pico después aún no se ha dado una vuelta por la Huerta Sur valenciana. Hay antisanchistas con carné del PSOE que sueñan con una gran boda roja a la manera de 'Juego de tronos'. Solo sueñan. Eso es todo.
Hay antisanchistas con carné del PSOE que sueñan con una gran boda roja a la manera de 'Juego de tronos'
El gobierno de coalición presume de estabilidad y de eficacia acreditada. Pero Sumar ni siquiera concurre como marca a las autonómicas y, por supuesto, no sabe quién encabezará su candidatura cuando Sánchez convoque a los españoles a las urnas. Ni siquiera sabe si habrá una candidatura llamada Sumar. Lo peor que le puede pasar a una marca, y a sus líderes, es acabar reducidos a una caricatura.
Sumar habla en nombre del pueblo, de la mayoría social, de la justicia pero no tiene quien le siga, ni fuera ni dentro del gobierno. Cada llamamiento de Yolanda Díaz, o de Urtasun, es una demostración de impotencia. Cada ultimátum que pretenden darle a su mentor, Sánchez, tiene como respuesta no ya el ninguneo sino el choteo. Ministros socialistas haciendo guasa sobre la dignidad herida de sus comadres de Sumar. Los corceles imperiales siguen recorriendo España. A base de acumular desastres, cada vez tienen que cantar más alto '¡victoria, victoria!' Al archiduque Carlos lo tumbó un empacho de setas, no necesariamente alucinógenas.