Monólogo de Alsina: "El embuste y las negligencias"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la falsa agresión homófoba en Madrid y critica a quienes utilizan estos temas para buscar rentabilidad mediática o política.
Madrid | 09.09.2021 08:48
Les digo una cosa: que un tipo irresponsable se haya inventado una película de encapuchados que le graban a punta de cuchillo la palabra maricón en la nalga ---como se supo ayer---, no desmiente ni que haya agresiones homófobas en España, ni que existan los delitos de odio, es obvio, ni que el desprecio a quienes tienen una condición sexual diferente a la propia, o una religión, una raza o una ideología derive en multitud de ocasiones a la violencia.
No vaya a ocurrir que porque este último episodio de Malasaña haya resultado una fake news vaya a parecer que todos los demás sucesos que se producen son también mentira. Pero la vehemencia en la lucha contra la homofobia y el odiono justifica la negligencia periodística y política. Un empeño tan necesario como éste de atajar las agresiones homófobas no exige que se proclamen como hechos probados lo que todavía son sólo hipótesis o sospechas.
"Flaco favor y nulo respeto por aquellos que sí han sufrido agresiones"
Imagino que está usted al tanto de la historia: el joven que fue a denunciar que había sido acorralado y agredido en Malasaña se lo inventó para justificarle ante su pareja que llevara esa palabra grabada en la nalga. Ocultó la infidelidad con otro amigo presentándose como víctima del ataque de una banda. Y aprovechándose, digámoslo, del crédito que se le concede en los medios a un veinteañero que denuncia haber sufrido semejante maltrato. Flaco favor, y nulo respeto, el que ha demostrado por aquellos que, a diferencia de él, sí han sufrido agresiones, discriminaciones y acosos.
Lo único que prueba la tomadura de pelo de este tipo es que las personas, en ocasiones, mentimos. Y ninguna de nuestras características personales garantiza que siempre digamos la verdad. Ninguna. Ni ser heterosexual, o gay; u hombre, o mujer; o católico, o judío, o ateo; o socialdemócrata, conservador, comunista, liberal, puigdemoniano u obispo de Solsona. Por eso, y para eso, existen las investigaciones periodísticias, y policiales, y judiciales: para intentar establecer qué es verdad y qué no, quién es víctima de un delito de odio que merece castigo y quién es un cuentista que merece reprobación popular.
Y ninguna de nuestras características personales garantiza que siempre digamos la verdad. Ninguna. Ni ser heterosexual, o gay; u hombre, o mujer; o católico, o judío, o ateo; o socialdemócrata, conservador, comunista, liberal, puigdemoniano u obispo de Solsona.
"Es tan arriesgado precipitarse a convertir un caso concreto en un fenómeno social y agarrar una bandera no para defenderla sino para atizarle con el palo al partido político de enfrente"
Y también por eso, porque no siempre todo el mundo es sincero, es tan arriesgado precipitarse a convertir un caso concreto en un fenómeno social y agarrar una bandera no para defenderla sino para atizarle con el palo al partido político de enfrente. Como inductor de agresiones callejeras por su discurso autoritario e intolerante. Que el chico éste de Madrid se lo haya inventado todo tampoco desmiente que exista un discurso autoritario e intolerante. Claro que hay gente que está todo el día cultivando el odio a los inmigrantes, a los trans, a los votantes de derechas. Y alguna de esa gente tiene escaño en el Congreso de los Diputados. Pero Madrid no es Kabul. La imagen de una España inundada de bandas organizadas que salen cada noche de caza no es real. Y quien sobreactúa buscando la rentabilidad política o mediática a menudo patina de manera estruendosa.
Hoy la prensa es una gigantesca Fe de errores. El ministro Marlaska pide ahora que no se frivolice ni se banalice porque este episodio de ayer es anecdótico y los delitos de odio están aumentando. Hace bien en pedirlo. Incluso en empezar a aplicarse ese rigor el Gobierno mismo.
Este episodio recuerda a la campaña electoral de cartas con balas
Este episodio de ayer recuerda a aquel otro de la ministra Maroto fotografiándose con la foto ampliada de un cuchillo manchado de rojo en la campaña electoral de Madrid. La terrible amenaza que la izquierda quiso vincular con la extrema derecha y resultó que era obra de un enfermo mental.
Aquella campaña electoral, de cartas con balas de las que nunca más se supo, en que el PSOE y Podemos, con Iván y Pablo como estrategas, pretendió convencer a la opinión pública de que Madrid era escenario de una guerra. En qué quedó todo aquello en cuanto se contaron los votos. Hoy que Iglesias se ha vuelto a la tertulia, que Iván se ha vuelto a la empresa privada y que Interior no ha sido capaz de señalar quién envió las famosas cartas, uno pensaba, fíjese, que los partidos habían escarmentado.
"El único acuerdo que había alcanzado Sánchez con el Gobierno catalán, encalla"
Los gobiernos de coalición no paran de dar sorpresas. El que forman Sánchez y Podemos aparcó ayer el mayor proyecto de inversión que hasta hoy había anunciado para Cataluña, la ampliación de El Prat.
El único acuerdo que hasta ahora había alcanzado Sánchez con el Gobierno catalán, lo de El Prat, encalla por el estanque. El espacio natural Estanque de la Ricarda que se vería afectado, negativamente, por la dimensión de la obra. La ministra de Fomento dio ayer por suspendido el proyecto alegando que el Gobierno catalán, que lo apoyó, ahora remolonea.
Cita como prueba que varios consejeros del Govern han anunciado su asistencia a la manifestación en contra de la ampliación del aeropuerto el día 19. Esquerra, como partido, apoya la marcha en favor de las aves y en contra de más aviones, digamos. Pero es que en el Gobierno central están en lo mismo. La vicepresidenta Yolanda Díaz tiene anunciado hoy un baño en el estanque (perdón, una visita al estanque acompaña por el biólogo que mejor lo conoce y por Ada Colau), que es como hacer una manifestación contra la ampliación pero en versión comprimida, de tres o cuatro personas.
El primer gran acuerdo salta por los aires; no le podrán echar la culpa ni al Constitucional, ni al Supremo, ni a Rajoy, ni al 155
Como será el carajal que en este asunto tienen los dos Gobiernos de coalición, el pifostio o el pifosti, que los de Puigdemont, que sí quieren ampliación (en sintonía con la patronal catalana) tachan a sus socios de Esquerra de populistas y acusan al PSOE de estar plegándose a las exigencias de Podemos, dos en uno.
En vísperas de la diada y la mesa de diálogo y todo eso, la Moncloa carga contra Aragonés por incumplir el pacto y éste replica que es Moncloa quien ignora las condiciones que puso la Generalitat planteando ¡un chantaje! Tiempos de reencuentro, conciliación y concordia. ¡Desleal! ¡Chantajista! ¡Incumplidor! ¡Enemigo de Cataluña!
El primer gran acuerdo salta por los aires un mes después de anunciarlo. De esto no le podrán echar la culpa ninguno de los dos ni al Constitucional, ni al Supremo, ni a Rajoy ni al 155.