OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Si acaba probándose que existió una operación ilícita orquestada desde el Ministerio del Interior, la gravedad es máxima"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las reacciones del Gobierno a las últimas informaciones de la operación Kitchen.

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Carlos Alsina

| 09.09.2020 08:25

Pablo Casado no era nadie en el año 2013. Nadie. Lo sabe hasta Adriana Lastra, finísima analista que ayer intentó convencer al personal de que Casado, cuando pasó lo de la kitchen, era dios en el PP.

¿Cuál? Si el puesto era de tanta responsabilidad, ¿por qué no dice Lastra cuál era? Respuesta: porque no lo tenía y ella lo sabe. Por eso saca luego la brocha para salpicar a Casado con la kitchen pasando por Cospedal.

La portavoz del grupo parlamentario del gobierno aporta este novedoso concepto jurídico, probable próxima imputada (tome nota el juez García Castellón, no se le pase imputar a Cospedal), hace una versión libre de quién está siendo investigado y emite ya sentencia contra la dirección del PP porque es una lata tener que esperar a que concluya la instrucción, y el juicio, y todos esos procedimientos tan innecesarios cuando hay una portavoz que te lo resuelve todo en diez segundos.

Para juicio rápido en España, los de la portavoz parlamentaria del gobierno. Te anuncia las imputaciones, los cargos y la sentencia condenatoria. Contra Pablo Casado, como heredero.

La devaluación de la política, y quienes la ejercen, empieza con comportamientos como éste.

Dolores Delgado, la fiscal general del Estado, no está envuelta en ningún turbio caso de extorsión policial y Pablo Casado lo sabe. Dolores Delgado se sentó una vez a comer con Baltasar Garzón y varios comisarios, entre ellos Villarejo, y éste grabó la conversación por si acaso alguna vez podía utilizarla contra el resto. Dolores Delgado no fue socia de Villarejo y no está investigada en caso alguno, por más que Pablo Casado se refiriera a ella ayer en estos términos.

El señor Casado, que en 2013 no era nadie pero ahora es nada menos que un aspirante a gobernar España, reincidió ayer en los peores vicios históricos de su partido: ante un escrito de la fiscalía que le incomoda, se tiró en plancha a sugerir que hay una operación política contra él orquestada por la fiscal general.

La devaluación de la política, y quienes la ejercen, empieza con comportamientos como éste.

Cuando empezó el sumario de la Gürtel, allá por 2009, lo primero que hizo la dirección del PP de entonces (Rajoy, Cospedal) fue juntar a todos los altos cargos del partido y presentarse ante la prensa arropando a Bárcenas y acusando al juez instructor de urdir una causa general contra el partido. El juez, naturalmente, era Garzón. Y Bárcenas era, pobre criatura, su víctima. Aunque muchos dirigentes del PP aún no lo han entendido, con aquella foto de hace once años ---todos con Barcenas y contra el juez— empezaron a cavarse la tumba. Y no es que el PP tropiece siempre en la misma piedra, es que aquella piedra gigante que fue la Gürtel, y la forma en que se reaccionó desde Génova, nunca dejó de estar ahí, proyectando su sombra (incomodísima sombra) sobre quienes dirigen el partido ahora.

Casado no tiene más relación con la operación Kitchen que haber sentido la presión de Fernández Díaz y de Francisco Martínez, directamente o a través de recaderos, para formar parte de las listas electorales y asegurarse así el aforamiento. Quienes tienen que responder a lo que estos días se está sabiendo son los aludidos por el secretario de Estado de Interior en sus sms. El ministro, la secretaria general y el presidente. Fernández Díaz, Cospedal y Rajoy. Los tres guardan un silencio atronador que no tienen intención de romper salvo que sea el juez el que les pregunte.

Hay otro escrito de la fiscalía, conocido ayer, que sí ha reconfortado al PP. Y del que pasa olímpicamente el PSOE (qué cosas). Trata sobre Neurona y los servicios que dijo haberle prestado a Podemos en la campaña electoral de 2019. La fiscalía aprecia indicios de falsedad y posible delito electoral y anima al juez a que siga adelante con la investigación. Pero tampoco en esta causa, recordémoslo, hay todavía nadie juzgado ni condenado. Podemos está imputado, no sentenciado. Recuérdelo el PP cuando invoca la presunción de inocencia. Y recuérdelo Podemos cuando olvida la presunción de inocencia de los demás.

En resumen, ¿qué hay y qué no hay en estas dos causas judiciales que hoy tienen a los partidos chapoteando?

Para empezar, son causas de enjundia bien distinta.

Lo de Podemos, en el peor de los casos para el partido, sería una simulación de servicios para soltarle dinero a la empresa Neurona. Un caso de financiación irregular. De probarse. De momento lo que hay es la denuncia de un abogado que trabajó para el partido, Calvente, y un escrito de la fiscalía que le dice al juez: siga usted investigando esto de Neurona, que ahí sí veo indicios de algo raro, y deseche usted lo demás (las obras de la sede, la clonación del disco duro de una abogada) porque ahí no veo que haya fundamento. Iglesias dice que a ellos nunca les han encontrado ni un indicio de delito y que las denuncias siempre acabaron archivadas. Indicios, esta vez, sí encuentra la fiscalía. Y la denuncia, esta vez (veremos en qué acaba) procede de alguien que estaba dentro de

Podemos. Lo que pasará no lo sabemos. Pero Podemos, hoy, está imputado (investigado) por hechos de hace un año cuyos responsables eran los mismos que hoy siguen dirigiendo el partido.

Lo de la Kitchen, tanto en términos políticos como penales, es más grave. Pero a quienes afecta es a quienes hoy ya no están. La kitchen, de probarse, sería la utilización del poder ejecutivo para sabotear una investigación judicial: utilizando a la policía y pagando con fondos reservados. No es un caso que afecte al PP como partido (o no sólo como partido, año 2013), es un caso que afecta al gobierno de Rajoy. Afecta ya, porque es el secretario de Estado de Interior el que está imputado (y en cuyo móvil, requisado por la policía judicial, están los mensajes que sugieren responsabilidades hacia arriba). Y podría afectar aún más si el juez abre investigación sobre Fernández Díaz y Cospedal y, fruto de esa investigación ambos acaban acusados de algún delito. Todo eso todavía no ha sucedido y existe la posibilidad de que no suceda nunca. Pero si acaba probándose que sucedió lo que los investigadores sostienen que sucedió ---una operación ilícita, orquestada desde el ministerio del Interior, para eliminar pruebas de corrupción acumuladas por Bárcenas--- la gravedad es máxima.

La portavoz del grupo del gobierno tiene un criterio exquisito sobre los escritos de la fiscalía. Si el escrito de la Kitchen que pide la imputación de dos ex ministros del PP, relevancia máxima. Se lo va a estudiar. Pero bien.

Primero se lo estudia (cosa que no ha hecho hasta ahora, pese a haberlo opinado ya todo) y luego decidirá si cabe una comisión de investigación parlamentaria.

Ahora bien, si el escrito es el de la fiscalía no sobre la kitchen sino sobre Neurona, presuntas irregularidades del partido Podemos, entonces Lastra no va a perder ni un minuto en estudiarlo. En dos segundos convierte el escrito de los fiscales en una humareda fabricada por Casado.

Y chimpún. Desecha el caso y emite ya sentencia absolutoria. Por eso, sobre la financiación de Podemos, ni comisión parlamentaria ni amago.

La devaluación del debate político empieza con comportamientos cosas como éste.

Y por cierto, el juez que instruye la operación kitchen, García Castellón, cuyo trabajo merece el mayor de los créditos al PSOE y a Podemos, es el mismo juez que instruye el caso Dina, y cuyo trabajo puso a caer de un burro Podemos acusándole de perseguir sin indicio alguno a Pablo Iglesias. Repitamos, para que lo escuchen Echenique y sus muchachos: es el mismo juez. Con la misma forma de trabajar y con los mismos criterios.