¿Qué tiene que ver el frisbee con la tarta americana?
Marta García Aller nos cuenta el origen del frisbee que tiene mucho que ver con la tarta americana.
La historia del frisbee tiene mucho que ver con la tarta americana. En particular, con un repostero de Connecticut, William Russel Frisbie, que fundó a finales del siglo XIX una empresa muy golosa llamada The Bridgeport Frisbie Pie Company. Cuyas tartas tenían bastante éxito. Y que se vendían sobre unos soportes de metal redondos donde ponía: Frisbie Pies, o Tartas Frisbie.
Hasta aquí, la historia es estrictamente culinaria. Pero en los años 40 del siglo XX, unos estudiantes de la Universidad de Yale, después de zamparse la tarta en cuestión, empezaron a jugar por el campus a lanzarse este soporte redondo y a pasárselo de uno a otro. Cuenta la leyenda que a veces tenían al menos el detalle de gritar para alertar a paseantes que había un disco de metal volando.
Finalmente, a alguien se le ocurrió que era mejor usar plástico en lugar de metal. Esto fue cosa de un soldado regresado de la Segunda Guerra Mundial, Walter Frederick Morrison, muy seguidor de la ufología. Morrison vio negocio en aquel disco de tartas volador, patentó una versión de plástico y se lo vendió a una empresa americana llamada Wham-O, que le dio fama nacional y mundial. La primera versión de Morrison, por cierto, se llamaba ni más ni menos que Flying Saucer; Platillo Volante. Eran los años 50, el inicio de la fiebre por los ovnis y los avistamientos en EE.UU.
Carlos Río, experto en frisbee, descubrió este objeto en 1974 cuando estaba en un parque de Oviedo y un chico estadounidense tenía uno y la primera vez que lo utilizó, lo lanzó a una fuente. Años más tarde vio un video en televisión española sobre el frisbee y se volvió loco por encontrar uno. Carlos, que vivía en Noruega empezó a lanzarlo junto a sus compañeros de universidad y de ellos aprendió las técnicas para jugar. Ahora, Carlos ha dejado su trabajo como informático allí para, con su empresa propia, exportar el disc-golf a España.
El disc-golf se juega como el golf pero cambiando el palo y la bola por el disco volador y el hoyo por una canasta metálica. Se trata de "completar un campo en el mínimo número de lanzamientos posibles", explica Carlos. Por ahora, en España hay alrededor de 10 o 12 campos de disc-golf. Los especialistas como Carlos conocen exactamente los movimientos que tienen que hacer para conseguir el efecto deseado en el fresbee: "Entrenamos mucha muñeca, brazo y rotación de disco".