Hoy conoceremos la sentencia del juicio por violación a Dominique Pelicot y decenas de hombres a los que este invitó a su casa a violar a su mujer mientras ella dormía drogada con ansiolíticos. Un caso muy impactante por inusual.
Pero ojo, lo más inusual de este caso no es la violación. La violación no es un hecho insólito. En España se denuncian unas dos agresiones sexuales cada hora. En Francia, unas 94.000 mujeres sufren un intento de violación al año y 28.000 son violadas. Lo excepcional es denunciarlo, porque se denuncian una mínima parte de las agresiones sexuales. Y, de las que se denuncian, muy pocas acaban en condena. Por cada mil denuncias de violación en Francia, 12 hombres acaban encarcelados.
Así que si el caso de Pelicot es una excepción, no es por su brutalidad. Lo es, sobre todo, porque ella sí ha tenido un juicio. Del caso Pelicot es excepcional la fortaleza de Giselle que al enterarse, gracias a unas grabaciones que le enseñó la policía de que su marido la violaba por las noches y encima invitaba a otros hombres, pidió que el juicio fuera público. Enseñándonos con su valentía que en las violaciones la vergüenza tiene que cambiar de bando. Ese mensaje sí es excepcional. Son los violadores de esta mujer de 72 años quienes tienen que esconder la cara al entrar hoy en el juzgado al escuchar la sentencia.
Lo excepcional también es poder probar las violaciones, más aún dentro del matrimonio, porque la policía no suele encontrar grabaciones del delito. Pero encontrar hombres dispuestos a violar una mujer inconsciente no parece que sea tan excepcional porque todos los agresores de Giselle vivían en apenas un radio de 50 kilómetros de su casa. Hombres con los que se cruzaba en el supermercado. Hombres de todas las edades y con vidas perfectamente normales en apariencia. Albañiles, trabajadores de banca, estudiantes… Cualquier edad, cualquier origen, cualquier profesión. No hay nada excepcional en el perfil de un violador.
¿Moraleja?
Para que la vergüenza cambie de bando, hay que entender lo que está pasando.