Marta García Aller: "Para las mujeres afganas las peluquerías eran su única ventana al mundo"
Marta García Aller reflexiona en 'Más de uno' sobre la prohibición para las mujeres afganas de ir a la peluquería, el último resquicio de autonomía sobre su cuerpo que les prohíbe el régimen talibán.
Ya les habían prohibido ir a la escuela, a jardines y al gimnasio. También a los baños públicos y a los parques. A partir de ahora las mujeres afganas tampoco van a poder ir a la peluquería. Los salones de belleza también van a ser clausurados por los talibanes. Así lo ha dictado el Ministerio talibán de Propagación de la Virtud del Vicio. Era uno de los pocos trabajos que todavía podían hacer las mujeres afganas desde que en agosto hará dos años los talibanes volvieron a tomar el control del país.
¿Por qué los talibanes cierran ahora las peluquerías? No solo para evitar que las mujeres se arreglen el pelo y se hagan las uñas, que seguro que a los talibanes les parece un ejercicio de libertad inconcebible en una mujer. Es el último resquicio de autonomía sobre su cuerpo que les prohíben.
Pero las peluquerías son mucho más que una cuestión estética. Son, sobre todo, lo han sido siempre, un centro de reunión de las mujeres. Un lugar de encuentro en el que socializar. Y en Afganistán, el único que les quedaba para encontrarse fuera de casa.
Ya no podían juntarse ni en los parques, así que las peluquerías eran el uno de los últimos lugares donde encontrarse con amigas, charlar y conocer a otras mujeres fuera del entorno familiar. Ir a la peluquería no era solo ir a la peluquería. Era poder salir de casa. Aunque las peluquerías afganas ya tuvieran todas las ventanas cubiertas para que los clientes no pudieran ser vistos desde el exterior, eran su única ventana al mundo.
En un país en el que las ejecuciones extrajudiciales y las flagelaciones en público están a la orden del día, donde la pobreza es extrema y la persecución que sufren las mujeres constante, puede parecer que el cierre de las peluquerías es un tema menor. Pero no lo es. El anuncio de la prohibición al menos sirve para que nos acordemos de lo abandonadas que estas mujereshan quedado por la comunidad internacional. Mientras queden cosas por prohibirles a las mujeres, seguimos hablando de ellas. Pero ya no sé qué más les pueden prohibir. Los salones de belleza eran el último resquicio de su vida pública.
¿Moraleja?
Continúan los crímenes contra la humanidad de los talibán, pero nos estamos olvidando de las mujeres de Afganistán.