Marta García Aller: "Las empresas que ahora dan la espalda a la igualdad, no lo hacían por principios sino por publicidad"
Marta García Aller reflexiona sobre la influencia de Trump en las decisiones de las empresas para dejar de hacer campañas por la igualdad.

Hay algo que hay que agradecerle a Trump. No todo va a ser criticar. Está quitando muchas caretas. Pasa con las políticas de igualdad, derechos LGTBI, con la discapacidad y el medio ambiente. Hace no tanto preocupaba mucho a los activistas en estas áreas que proliferasen las empresas oportunistas y se aprovecharan de forma hipócrita luchas civiles y movimientos sociales para sus fines comerciales. Criticaban el greenwashing, el pinkwashing y todos los washing que con el viento a favor convertían los principios en estrategias de marketing.
Se llenaban la boca y las marquesinas de autobuses con campañas medioambientales, de apoyo al deporte femenino, o la semana del Orgullo de banderas arcoiris… ¿Lo hacían por dinero o por principios? En la era Trump se están despejando muchas dudas.
Ahora que estamos en vísperas del 8 de marzo no tenemos que irnos muy lejos para encontrar ejemplos y, sobre todo, ausencias. Hay empresas que están dejando de hacer campañas por la igualdad. Porque de considerarlo esencial ahora lo ven polémico y porque algunas multinacionales temen perder negocio con Estados Unidos.
El Gobierno de Trump ha declarado la guerra a todos los programas de diversidad, censurando en documentos oficiales palabras tabú. En la lista negra de palabras, porque hay lista negra, están “diversidad”, “discapacidad” y “género”. Hasta ‘mujeres’ se ha convertido en palabra tabú en cada vez más organismos oficiales. En Estados Unidos, algunas empresas sí se han reafirmado en sus políticas de igualdad y diversidad, como Apple. Otras, como Walmart y Amazon, están de retirada.
Estos eran mis principios, si cambia el viento político tengo otros. De puertas para dentro y para fuera. Meta ha retirado sus restricciones en Instagram y Facebook, para que los usuarios puedan volver a llamar "enfermos mentales" a personas LGTBI y hay barra libre de insultos machistas. Odio-washing podríamos llamarlo.
Vamos a echar de menos cuando la preocupación era saber cuándo una empresa defendía unos principios básicos en serio o solo por oportunismo comercial.
¿Moraleja?
Las empresas que ahora dan la espalda a la igualdad, no lo hacían por principios sino por publicidad.