El fango más preocupante no es una metáfora. En los seis días que han pasado desde que la Dana arrasó en Valencia hay fango por todas partes. Lo hemos visto sepultando las calles de Paiporta y Alfafar, de Bonaire, Massanassa y Aldaia. Fango en las calles, en los coches, las casas y en los comercios. Y hasta en la cara de los Reyes que ayer se pasearon por Paiporta con Sánchez y Mazón en medio de los gritos y una lluvia de barro que cristalizó la indignación de los vecinos.
Hemos visto también el fango que barren miles de voluntarios con sus propios cepillos, voluntarios que desoyeron las indicaciones que les dijeron que estorbaban porque han visto cuánto los necesitaban, los hemos visto cargando con comida y botellas de agua donde el ejército inexplicablemente no había llegado todavía. Y contra el fango han ido también agricultores con su propia maquinaria despejando calles.
Y en las calles llenas de fango hemos visto mucha gente repartiendo esperanza. Contaba Levante este fin de semana que en un centro de Cruz Roja inundado de Picanya, unas mujeres sirias que sabían cocinar con leña se habían puesto a preparar comida caliente para todo el que la necesitara. Ellas están acostumbradas a cocinar en medio de una catástrofe. Una catástrofe de la que seguimos sin saber cuántos desaparecidos hay entre el fango. Pero por fin estamos viendo a la UME entrar con zodiacs en los parking de los centros comerciales hundidos buscando víctimas. Y al ejército, la guardia civil y los bomberos.
No se entiende que haya pasado casi una semana para ver este despliegue de recursos. Las alertas llegaron tarde, también llega tarde la ayuda a muchos sitios devastados. No es extraño que en medio de la desesperación muchos vecinos, muchas víctimas, se hayan indignado porque lo único que les haya llegado pronto sean las visitas oficiales. Pero mientras siga habiendo tantos desaparecidos es importante centrar los esfuerzos en el rescate y el apoyo a las víctimas. No damos a basto todavía con el fango de verdad como para que aflore el metafórico.
¿Moraleja?
Para combatir tanto lodo, es tiempo de trabajar codo con codo.