LAS LETRAS CON SERGIO DEL MOLINO

El peso de nuestros antepasados sobre nosotros: historias (y traumas) convertidas en libros

Con Sergio del Molino hablamos de cómo la historia (y los traumas) de nuestras familias influye en nosotros mismos. Historias que han sido plasmadas en libros por autores como Analía Kalinec en 'Llevaré su nombre' y Rodrigo Muñoz Avia en 'La casa de los pintores'.

ondacero.es

Madrid |

'¡Ay, mis ancestros!' de Anne Ancelin Schutzenberger es un libro clásico que hasta ahora no había llegado a España, pero sí se tradujo en Argentina. Aplica la teoría del psicoanálisis no a la persona, sino a su árbol genealógico. De este modo, explica los traumas personales por los traumas heredados de la familia.

Su padre participó en la maquinaria de exterminio en Argentina

A propósito de la publicación en España del libro, hablamos con Analía Kalinec, autora del libro 'Llevaré su nombre'. La pizarra de su pasado reciente, el de su familia, tiene que ver con la dictadura argentina. Su padre era el doctor K, condenado a cadena perpetua en el año 2010 por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura argentina.

Como oficial de la policía federal "participó activamente en el engranaje de la maquinaria de exterminio secuestrando, torturando y desapareciendo personas", explica Analía desde argentina en 'Más de uno'.

Ella se enteró realmente de lo que ocurrió en el año 2005 con la detención de su padre cuando ella tenía 24 años. Venía de una familia muy arropada, de relaciones endogámicas y círculos sociales muy cerrados "donde había muy poco acceso a la información acerca del pasado reciente".

El daño que generan los crímenes de guerra en las familias de los perpetradores

En 2005 se derogaron las leyes de impunidad que imperaron durante más de 20 años. Se dejaron atrás los años de impunidad y se comienza a juzgar a "personas como mi papá, que habían cometido todos estos crímenes".

A raíz de saberlo, "el ejercicio es entender que se trata de la misma persona. Esta figura del padre genocida es un trabajo de mucho coste emocional, mucho análisis y lectura", admite. Ahí es donde se encuentra con libros que tratan sobre los descendientes de nazis, qué hicieron, para investigar "qué impacto tienen estos crímenes en el interior de las propias familias de los perpetradores".

Historias Desobedientes: militar en el lado del bien

A Analía siempre le motivó la idea de que habría muchas otras personas en la misma posición. Contar su historia le permitió encontrarse con otros descendientes de genocidas y criminales. Así, crearon el colectivo Historias Desobedientes donde trabajan la implicación de quienes tienen vínculos biológicos con estos criminales, el daño que genera dentro de la familia y cómo ir sanando todo ese dolor y costes emocionales.

Se trata de historias diferentes pero con comunes denominadores como la vergüenza, la culpa heredada, la sensación horrible de "pensar que somos portadores de algo malo", explica Analía, que insiste en que esto le lleva "a redoblar el esfuerzo para militar en el lado del bien".

¿Y tú no pintas? Ser hijo (escritor) de Lucio Muñoz y Amalia Avia

De los cuatro hermanos Muñoz Avia, sólo el primero, el mayor, siguió el oficio de sus padres. El segundo se hizo director de cine. El tercero, periodista. Y el cuarto, Rodrigo, escritor.

Su libro 'La casa de los pintores' tiene un poco de autobiografía, ensayo, evocación poesía y novela. Un libro sobre la relación con los padres, especialmente cuando éstos son tan peculiares como eran Lucio Muñoz y Amalia Avia.

Rodrigo Muñoz Avia reconoce que el ser 'hijo de' "es un legado que puede pesar", sobre todo si se dedican a una labor creativa porque "resulta difícil encontrar tu propia voz y tu camino cuando tus padres han dejado unos surcos tan marcados", dice al respecto de que jamás se atrevió a pintar.

El escritor Rodrigo Muñoz Avia en 'Más de uno' | Onda Cero

En el caso de sus hijos, quizá por lo que ha vivido, "trato de mantener un perfil bajo. No quiero que la figura del padre escritor les condiciones en ningún sentido y en mi casa no domina tanto como dominaba el mundo de la pintura en nuestra casa", pues dominaba en el uso del tiempo libre, en la decoración del hogar e incluso en la distribución de las habitaciones, con los estudios en la propia vivienda.