Y entre medias, los hombres del fútbol continúan intentando lograr que el negocio no quiebre y buscan fechas y momentos para poder terminar la competición y cobrar los derechos de televisión para poder pagar a los futbolistas.
Ayer se reunieron las tres partes interesadas: Liga, Federación y sindicato de futbolistas, y cada uno salió dando una versión diferente y acusando a los otros de intolerantes. La Federación se disfraza de moderadora, pero intenta culpar al sindicato de futbolistas y a la liga, simulando que vela por la salud de los jugadores. El sindicato dice que los que han logrado más tiempo de descanso entre los posibles partidos, cuando se jueguen, son ellos y se hacen los duros para ganarse el voto de los futbolistas. Y la Liga vuelve a mostrar las cuentas del desastre que resultaría si no se terminase la competición.
Todos reunidos en una misma conversación, de la que a lo largo de la tarde cada uno de ellos sacó distintas y contradictorias versiones. Tres organismos que viven en la abundancia más insultante, del fútbol, y que parece que les importa más destrozarse entre ellos, que el propio futbol.