#HistoriaD: La trepanación
Javier Cancho relata la historia de la trepanación y del científico que descubrió que antiguamente se hacían agujeros en los cráneos de personas vivas con la intención de aliviar males relacionados con la cabeza.
Año 1865, Cuzco. El arqueólogo estadounidense Ephraim Squier salía de Perú con algo muy valioso en su maleta. Era un cráneo del siglo XV que había obtenido de una coleccionista: la señora Zentino. Ella era una dama que vivía en una palacio andino. Aquel era un sitio de reunión similar a los salones de la Ilustración en Europa. Allí se hablaba de ciencias, arte y literatura. Y allí le fue mostrado el cráneo.
La calavera tenía un llamativo orificio geométricamente rectangular en el lóbulo frontal. Squier llevó el cráneo a la Academia de Medicina de Nueva York. Aunque fue un anatomista francés, Paul Broca, quien demostró que el agujero se había hecho deliberadamente mientras la persona aún estaba viva. ¿Cómo Broca podía saberlo?
En la calavera insólita había señales que marcaban el crecimiento de hueso nuevo, esas señales sugerían que la persona no solo había estado viva durante el corte, sino que -además- había sobrevivido a la incisión craneal.
Desde la calavera que estaba en casa de la ilustrada señora Zentino, desde entonces, se han encontrado otros ejemplos de trepanaciones en diferentes lugares del mundo. El más antiguo se remontaría al año 10.000 antes de Cristo. Lo sorprendente es que la trepanación se hiciera en culturas que no estaban conectadas entre sí. La pregunta era por qué se hacían.
Broca estaba convencido de que con la trepanación trataban de abrir una vía para que los espíritus malignos abandonaran las cabezas. Esa fue la teoría que se estableció. Pero, puede que aquella sólo fuera una interpretación antropológicamente cándida.
Es posible que en aquellos agujeros hubiera una intención médica. No podemos preguntar a los pueblos antiguos por qué hacían aquellos microboquetes en las cabezas, pero la razón podría haber sido menos salvaje de lo que pudiera parecer.
Registros antropológicos de trepanaciones hechas en el siglo XX, en tribus de África y Polinesia, detallan que se hicieron para tratar el dolor. Dolores insoportables por un traumatismo en el cráneo o una enfermedad neurológica. Esa interpretación puede aproximarse más a la realidad, en la mayoría de los casos. Aunque, hubiera trepanaciones rituales, que las hubo, es muy posible que también las hubiera con una intención médica.
En la Academia de Medicina de Nueva York, se negaron a creer que alguien de una tribu de los Andes pudiera haber sobrevivido a una trepanación hecha por un indígena. Aquella idea les parecía un sinsentido. Cuando la tasa de supervivencia de trepanaciones hechas por sus más diestros cirujanos en los mejores hospitales de la época rara vez alcanzaba el 10%. Lo que no tuvieron en cuenta es que lo mismo sucedía con sus otras intervenciones quirúrgicas, porque todavía no había una teoría sobre los gérmenes. Es muy posible que hubiera más mugre invisible en los hospitales neoyorquinos del XIX que cuatro centurias atrás en los manantiales de los Andes.