#HistoriaD: La momia de Lenin
Científicos rusos llevan cien años perfeccionando técnicas de embalsamamiento que han mantenido la apariencia, el tacto e incluso la flexibilidad del cuerpo del fundador de la Unión Soviética: Vladímir Ilích Uliánov, alias Lenin.
Se les conoce como el Grupo del Mausoleo. Pertenecen al Centro de Investigación Científica en Tecnologías Bioquímicas de Moscú. Son ellos quienes se ocupan de la flexibilidad, del color, del peso y de todo lo que precise la momia de Lenin.
Durante 100 años, han tenido que reemplazar partes de piel y carne por plásticos y otros materiales. Es un cuerpo cada vez menos biológico. Las venas se purgaron. La sangre se extrajo de los tejidos.
Lo que se ha hecho con Lenin es lo contrario a lo que se hizo en los procesos de momificación del pasado, cuando la atención se centraba en preservar la materia original mientras la forma del cuerpo iba cambiando. Las momias egipcias parecen alcaparras. Si hoy miramos a Lenin podríamos decir que, al menos en apariencia, está incluso más joven que cuando el 16 de enero de 1924 estaba a punto de morirse.
Hace cien años, no había intención de preservar su cuerpo más allá de un período temporal de exhibición pública. Pero el gélido invierno ruso mantuvo el cadáver de Lenin en buenas condiciones durante casi dos meses, mientras multitudes cotidianas presentaban sus respetos al cadáver. Por ese fervor silencioso se consideró la idea de la momificación. Se pensó en la oportunidad que representaba una efigie de carne y hueso. El problema era la autopsia.
A Lenin le habían sacado el cerebro para analizarlo. Inmediatamente después de su muerte, el cerebro fue colocado en una solución de formalina, dedicándose un laboratorio especial para estudiarlo. Fue diseccionado en centenares de rebanadas. La momia no tenía cerebro.
La momia de Lenin yace sobre una cama de seda roja, en un ornamentado sarcófago de vidrio que lo protege de los ataques microbianos. Al principio, al cuerpo de Lenin le salían moho y verrugas. Era por el traje. Por eso, Lenin es un muerto al que se le cambia el traje cada tres años. Cien años después, se sigue haciendo un mantenimiento regular del cadáver. De hecho, Lenin tiene ahora menos arrugas que cuando la palmó. El cuerpo se vuelve a embalsamar una vez cada 24 meses en un minucioso proceso que dura 40 días.
Entre 1950 y 1980, el laboratorio llegó a emplear hasta 200 personas, pendientes de un cadáver. Se investigaba el envejecimiento de las células de la piel, los métodos de trasplante cutáneo. Los esfuerzos del grupo del Mausoleo depararon otras aplicaciones médicas. Por ejemplo, una técnica para mantener el flujo de sangre a través de los riñones de los donantes durante el trasplante.
Se conserva su voz. Hay imágenes en movimiento. Pero, todo eso podíamos imaginarlo como posible. Lo sorprendente es su cuerpo, conservado por fluidos químicos, siendo espeluznantemente realista.
Dentro del Grupo del Mausoleo se da por hecho que con la tecnología actual la momia puede aguantar otros cien años; con ese aspecto durmiente. La duda sobre lo que pasará con la momia ya no es tecnológica, cien años después, la duda en Rusia es política. La última encuesta al respecto dijo que la mayoría de los rusos son partidarios de enterrar el cadáver. ¿Será sepultado algún día el cuerpo de Lenin?