#HistoriaD: Los hemanos Kisch
Javier Cancho recupera la historia de los hermanos Kisch, que nacieron en una casa señorial y burguesa de Praga, al lado de Kafka, y cuyas vidas transcurrieron en un constante proceso de supervivencia.
El mayor se llamaba Egon, y le alcanzó una granada en la cabeza durante la I Guerra Mundial. Después de aquello, decidió hacerse periodista. Su hermano Wolfgang murió en las trincheras, cerca de Lublin, en marzo de 1915. Otro de los hermanos Kisch, Paul, además de ser vecino de Kafka, también fue uno de sus mejores amigos. Luego estaba Arnold. Y por último, el menor de todos los Kisch, Friedrich.
Friedrich, siendo muy joven, también fue reclutado por el ejército austrohúngaro para luchar contra Rusia en la Gran Guerra. Fue destinado al servicio sanitario. Su unidad cayó en una emboscada. Y apresado por los rusos, permaneció en una cárcel de Moscú hasta que los bolcheviques tomaron el poder. Con veintitrés años, Friedrich fue liberado. De regreso a Praga, se hizo médico.
1933 es el año en el que Hitler logra el poder en Alemania. Sus discursos empiezan a llamar la atención en los países vecinos. Aquel también fue el año en el que Friedrich dejó el hospital de Praga y abrió una consulta privada. Pero, lo tuvo muy difícil.
Como explica el escritor Carles Brasó, en ‘Los Médicos Errantes’, durante la primera mitad del siglo XX, el racismo fue una ideología enraizada en la cultura europea, sustentada por un discurso aparentemente científico, el llamado darwinismo social.
De modo que el hostigamiento antisemita se hizo tan presente, tan cotidiano, que el doctor Friedrich decidió alistarse como médico en las Brigadas Internacionales.
En Praga se quedaron Paul, el amigo de Kafka, y Arnold. Los dos fueron asesinados durante el holocausto nazi.
También puso rumbo a España el mayor de los Kisch. Los dos hermanos, que dieron esquinazo a la Gestapo, se reencontraron en octubre del 37 en Castellón.
Friedrich empezó a trabajar como cirujano en el hospital Komensky, un centro financiado por donaciones a la España republicana procedentes de Checoslovaquia. Estaba integrado en el complejo hospitalario de Benicàssim, que fue el mayor centro de convalecencia para heridos de las Brigadas Internacionales.
Egon, el hermano de Friedrich, se preguntó en alguno de sus artículos qué es lo que mueve al personal sanitario a poner en riesgo su vida para salvar la de los demás.
El texto de Egon Kisch resumía una idea surgida en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, que tendría una enorme influencia en el devenir del siglo XX. El combate de los sanitarios contra las heridas y las enfermedades infecciosas adquirió una importancia que no tenía.
Aquella idea fue creando una mentalidad, dejando atrás la indiferencia frente a las muertes evitables tanto en el ejército como en la población civil.
La expansión mundial de la medicina y la intención práctica de un humanismo científico generalizó la lucha contra cualquier forma de mortalidad evitable. Y ahí reside lo crucial de aquel empeño.
Los sanitarios dieron forma a una forma de internacionalismo mucho más respetado y duradero que otros planteamientos que partían de posiciones más políticas o geoestratégicas. Se empezó a reparar en el coste humano.
Habiendo dejado Praga, a Friedrich le salvó la vida querer salvar la vida de los demás.