#HistoriaD: Un gusano en el cerebro de una australiana
La mujer tenía 64 años en el momento en el que ingresó. Padecía una concentración inusual de síntomas: dolor abdominal, tos seca, sudores nocturnos…que evolucionaron hacia crecientes problemas de memoria y depresión. Lo que se encontró dentro de su cabeza fue algo más que una sorpresa. Con Javier Cancho.
La señora presentaba una extraña lesión en el lóbulo frontal derecho del cerebro. Podía apreciarse en la resonancia magnética.
Aquello no era frecuente. De modo que se decidió hacer una biopsia. La neurocirujana que iba a hacer la intervención quiso saber algo más del contexto de la paciente. La mujer vivía cerca de un lago en el estado de Nueva Gales del Sur, en Australia.
La biopsia -enseguida- abrió al máximo los ojos del personal quirúrgico. Qué es eso. La señora tenía un parásito en el cerebro. Era un parásito de color rojo. Era un gusano. La neurocirujana pensó en que aquello no era posible. Pero, lo tenía delante de sus ojos, quería soltarlo cuanto antes. Se estaba moviendo. El bicho se movía con energía. Eran unos 8 centímetros de un ser extraño... retorciéndose.
Este es el relato de la doctora del instante en el que extrajo el bicho. Ustedes no la pueden ver, pero cuando recreaba el momento seguía con los ojos muy abiertos y con mucha cara de asco.
El bicho era un nematodo, también llamado gusano redondo. Un artículo de la revista Enfermedades Infecciosas Emergentes ha planteado -recientemente- la hipótesis sobre este caso.
Probablemente, se explica, la mujer se convirtió en una huésped accidental del gusano después de usar plantas para cocinar, recolectadas por ella misma. Plantas que previamente habían sido contaminadas por heces de una serpiente pitón. En esos vegetales habían quedado restos de las heces de la serpiente con huevos del gusano parásito.
Este episodio en Australia es distinto de los casos ya conocidos de neurocisticercosis. Ese otro trastorno es una infección también parasitaria causada por larvas de tenia. La infección ocurre cuando las larvas invaden el sistema nervioso central y forman quistes en el cerebro o en la médula espinal. Aunque, en nuestro país su diagnóstico era excepcional, en los últimos años se ha observado un notable incremento en el número de casos. La neurocisticercosis ha dejado de ser uno de esos diagnósticos extrañísimos. La neurocisticercosis es una infección cerebral que puede causar convulsiones y, en ocasiones, la muerte.
El caso australiano es distinto. Es otra cosa. En la revista Enfermedades Infecciosas Emergentes se ha considerado que el caso australiano del gusano redondo es el primero que se documenta sobre la invasión y desarrollo de larvas de ese tipo en el cerebro humano. Larvas que se hacen gusano. El bicho llevaba unos dos meses dentro de la cabeza de la señora australiana. Los investigadores advierten que este caso pone de relieve el creciente peligro de las infecciones que se transmiten de los animales a las personas.
El caso de la señora con un parásito rojo en el cerebro es una rareza, pero también es una advertencia. En los últimos 30 años han aparecido 30 nuevos tipos de infecciones. Y la mayoría son infecciones zoonóticas: son enfermedades que han saltado de otros animales a los humanos. Es lo mismo que pasó con el coronavirus.