Hace 60 años el mundo estuvo más cerca que en ningún momento de la historia de la humanidad de que estallase una guerra mundial con armamento nuclear. Se trató de la llamada 'Crisis de los misiles' de Cuba, en plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Aquella fue una de las tres ocasiones en las que las fuerzas armadas norteamericanas alcanzaron el nivel DEFCON 2, el máximo nivel de alerta. Finalmente, tanto Kennedy (presidente de EEUU) como Jrushchov (presidente soviético) lograron encauzar el conflicto.
En esa bajada de tensión, también hay que destacar el papel fundamental de Bob Kennedy y del embajador soviético ante Estados Unidos, quienes "arreglaron todo para que se fuese rebajando la tensión", explica en 'Más de uno' José Antonio Gurpegui Palacios, catedrático de estudios norteamericanos en la Universidad de Alcalá de Henares.
Las conversaciones entre Bob Kennedy -que ejercía de delegado del presidente de Estados Unidos- y el embajador ruso en Washington se mantuvieron en secreto para tratar de evitar influencias a la hora de adoptar decisiones drásticas. En el acuerdo al que se llegó contenía cláusulas secretas como que Estados Unidos retiraría parte de sus cohetes de largo alcance que tenía en Turquía.
El origen de la instalación los misiles en bases cubanas se encuentra en "el fracaso de la invasión de los exiliados cubanos contra el regimen de Fidel Castro". En ese momento, Cuba es consciente del problema defensivo y Rusia ve una oportunidad para tener una mayor influencia en el Caribe, a las puertas de Estados Unidos.
"Había todo un entramado de ayuda militar de Rusia a Cuba", dice Gurpegui Gurpegui sobre el acuerdo entre estas dos naciones, por el cual la URSS quería ponerse en igualdad de condiciones con los estadounidenses, que ya tenían armamento nuclear en otros lugares de Europa.