Las bombas de Palomares: baños en el mar, testimonios y secretos revelados 55 años después
Con motivo de la nueva serie de Movistar+ sobre las semanas después del accidente de Palomares, hablamos con Rafael Moreno, periodista y autor de 'La historia secreta de las bombas de Palomares' y con Manuel Rodríguez, testigo del accidente nuclear que ocurrió en Almería hace ahora 55 años.
En 1966 tuvo lugar uno de los episodios más importantes, y del que menos información se tiene, de la historia de España. El mundo estaba en plena Guerra Fría y España, por su parte, estaba bajo la dictadura franquista. En este contexto ocurrió el accidente nuclear de Palomares sobre el que trata la serie documental 'Palomares' de Movistar+ y que se acaba de estrenar, 55 años después de aquel suceso.
La operación 'Chrome Dome'
El plan de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos no tenía precedentes en la Historia. Consistía en mantener en vuelo, en todo momento, cada segundo de cada día del año, a doce bombarderos B52 repartidos por todo el globo. Enormes aviones que sobrevolaban el planeta cargados con bombas termonucleares, 75 veces más potentes que las que se habían lanzado sobre Japón. El armamento más destructivo que ninguna otra fuerza militar había tenido nunca.
El objetivo de Operación Chrome Dome era poder dar una respuesta inmediata por parte del ejército de los Estados Unidos a un posible ataque soviético. Los aviones cargados de bombas atómicas se paseaban por las fronteras de la URSS esperando que alguien en Washington diera la orden. Sobrevolar el mundo cargado de bombas atómicas tenía sus riesgos, y se produjeron dos accidentes en territorio estadounidense. Sin embargo, en 1996 tuvo lugar un accidente nuclear sobre una costa del sur del Mediterráneo, concretamente en Palomares, Almería.
Rafael Moreno Izquierdo, autor del libro 'La historia secreta de las bombas de Palomares'
El periodista e investigador Rafael Moreno Izquierdo, autor del libro 'La historia secreta de las bombas de Palomares', participa en la serie 'Palomares' donde se narra cómo fueron los 80 días posteriores al accidente de Palomares y sobre todo como se desarrolló la angustiosa búsqueda de la cuarta bomba, la que cayó al mar.
Rafael ha investigado durante más de 20 años investigando el suceso; pero se queja de que "falta información sobre el seguimiento realizado en la contaminación en humanos y en el terreno que, hoy sabemos, se quedó en Palomares". La mayor fuente de información que tiene es la desclasificación de documentos de EE.UU, puesto que en nuestro país apenas hay documentación.
Según los acuerdos entre Estados Unidos y España, un avión cisterna se encargaba de proporcionar combustible en pleno vuelo al bombardeo estadounidense. A pesar de ser una operación rutinaria, por causas que no están muy claras, la manguera del avión cisterna penetró contra el que portaba las bombas nucleares y se produjo la explosión de ambos aviones, que cayeron ardiendo sobre Palomares, incluidas las cuatro bombas nucleares.
"Franco era consciente de que esos aviones transportaban bombas nucleares y del riesgo de un accidente", explica Rafael, pero muy pocos españoles conocían ese acuerdo entre España y Estados Unidos; era información de alto secreto reservada a militares de muy alto rango.
De las cuatro bombas, dos cayeron bien porque se abrieron sus paracaídas, por lo que no se llegan a dañar. Sin embargo, Rafael cuenta que los otros dos paracaídas no se abrieron y "el impacto hizo que se liberase una mezcla de varios isótopos, entre ellos plutonio" y a raíz de esa ruptura en las bombas se produjo la contaminación de la zona.
A pesar de la gravedad del accidente, ninguna persona sufrió ningún daño directo y Palomares se convirtió en el único lugar del mundo donde han caído cuatro bombas atómicas, y está intacto. Por ello, en su momento las autoridades hablaron de milagro y el párroco dijo que la mano de Dios les había protegido.
La cuarta bomba y el baño de Fraga
Tras el accidente, la prioridad de los gobiernos era localizar las bombas que no habían explotado y ver en qué situación se encontraban. Para ello, realizaron una búsqueda exhaustiva durante semanas, pero sin resultado alguno. "El gobierno de Franco empezó a ponerse nervioso y recogieron los testimonios de la población, que lo habían visto caer al mar", cuenta Rafael.
Al extenderse la crisis y no encontrar la bomba nuclear en el mar, "el gobierno franquista decidió tomar cartas en el asunto y le dio la responsabilidad a Fraga". La mujer del embajador americano en España insistió en la necesidad de demostrar a los ciudadanos de que no había restos nucleares y, por ello, Fraga asumió irse a bañar a Palomares junto al embajador de Estados Unidos. Sin embargo, aquellas imágenes tenían truco, puesto que, según explica Rafael, "eligieron bañarse en una playa que no era donde cayeron las bombas y, además, lo hicieron en la orilla, cuando sabían que la bomba estaría en la profundidad del mar".
Manuel Rodríguez, testigo del accidente
En el momento del accidente Manuel Rodríguez era ayudante militar de la comandancia de Marina en Garrucha, Almería. El día del accidente, Manuel escuchó una fuerte explosión y vio a los aviones caer. Inmediatamente reunió a los pescadores con sus barcos y "salimos al mar para ver qué podíamos salvar", explica Manuel. Una vez en alta mar, recogieron restos de paracaídas y trozos desperdigados de los aviones que llevaron a la playa.
Manuel le comunicó a su jefe que había ocurrido un accidente y éste, que estaba avisado, le comentó que uno de los aviones llevaba armas nucleares y le pidió prudencia en cuanto a la información. "Me puse en contacto con el capitán de la Guardia Civil, que acordonó la zona para evitar que la población se acercase", cuenta Manuel, quien también explica que fue uno de los pocos españoles que tocó la bomba nuclear porque no quería morirse "sin tocar una bomba de ese tipo", recuerda.