La aventura (y tortura) de viajar por España en diligencia en el siglo XIX
En 'Más de uno' conocemos cómo era viajar en carruaje por España hace 200 años y cómo surgieron los hoteles y ventas a partir de esos viajes interminables por carretera.
Uno de los libros de viajes más divertidos sobre la España del siglo XIX fue el que escribió en 1853 el alemán Friedrich Wilhelm Hackländer. Se titula 'Un invierno en España', y en él describe un viaje que hizo en una diligencia junto a dos amigos entre Albacete y Madrid.
Según describía, su diligencia era "un enorme armatoste caduco. El eje se tambaleaba notablemente y la mayoría de las puertas del carruaje estaban levemente afectadas por el tétanos. [...] Era estrecho, viejo y decrépito". Friedrich tuvo el presentimiento de que nunca llegarían a Madrid. Una premonición que se cumpliría al fin y al cabo.
Esta cita es una de las muchas que recoge el neoyorquino-madrileño Peter Besas en su nuevo libro, 'Diligencia a Madrid. Aventuras y adversidades en la España romántica', y tras cuya lectura uno entiende lo tortuoso era viajar en un carruaje de los que recorrían nuestro país hace dos siglos.
¿Aventura o tortura?
Dentro de una misma diligencia cabían hasta 20 personas y había varios espacios diferentes según la clase a la que pertenecían. Por aquel entonces casi ningún español viajaba, la mayoría eran extranjeros que se embarcaban en una aventura que finalmente se tornaba en tortura.
Saliendo de Bayona, en Francia, tardaban dos días y medio hasta llegar a Madrid. Por el camino, tenían que hacer noche en ventas y hoteles que, más adelante, fueron propiedad de las mismas diligencias, las cuales vieron oportunidad de hacer negocio.
Sobre los gustos de los extranjeros que visitaban nuestro país hace 200 años, "algunos se quejaban de la comida, pues no estaban acostumbrados al ajo y al aceite", explica Peter.
España no era un destino popular para el turismo
Por aquel entonces España no era un destino muy popular al que viajar. "En 1850 una persona de clase media-alta inglesa o alemana solía ir a Suiza o Italia. Pocos vinieron a España porque era muysubdesarrollado en aquel momento", cuenta sobre la falta de infraestructuras y hoteles de lujo.
"La gente venía aquí como una aventura. Podían ser escritores que lo usaban para escribir su propio libro, donde contaban atracos de bandidos", algo anecdótico, por otra parte.