Orejas para escuchar al planeta: cómo afecta el ruido a la fauna silvestre
Jorge Granullaque invita a Michel André, ingeniero bioacústico y director del LAB (Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas) de la Universidad Politécnica de Cataluña.
El ruido es una forma más de contaminación. Detrás del exceso de ruido se encuentra el estrés y la perturbación del sueño, lo cual puede llegar a producir alteraciones cardiovasculares y metabólicas como el aumento de la presión arterial, del ritmo cardiaco o de los niveles de colesterol y glucosa en la sangre.
Para saber más sobre cómo afecta el ruido a la fauna silvestre, hablamos con Michel André, ingeniero bioacústico y director del LAB (Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas) de la Universidad Politécnica de Cataluña. Desde que existe el planeta, el medio marino está lleno de ruidos naturales, desde olas, terremotos, corrientes o tormentas, hasta el ruido que producen los animales. Sin embargo, el ser humano lleva más de un siglo contaminando de ruido los océanos.
La investigadora Marta Solé ha publicado un estudio sobre la repercusión del sonido en la posidonia, bosques primarios marítimos que están en retroceso. "La conclusión del estudio es muy preocupante porque el sonido puede matar a las plantas acuáticas", explica Michel André, sobre la importancia de conservar la posidonia, que tiene un papel fundamental para regular los niveles de Co2 en el planeta.
En la India, Michel André está llevando a cabo un proyecto, a través de la Fundación EWT, que consiste en instalar unos detectores acústicos en las vías ferroviarias de Bengala Occidental, en La India, para prevenir atropellos de elefantes.
Se trata de unas "orejas para escuchar al planeta" que permiten capturar los sonidos que emiten los elefantes tanto a nivel vocal como por sus movimientos al andar o alimentarse. Estos detectores, permiten extraer esos sonidos del conjunto del espacio sonoro y alertar a los conductores de trenes de que hay elefantes en un radio de 12km.
A menudo, las vías de los trenes se interponen en el camino que hacen los elefantes para alimentarse o beber agua, por lo que se ven obligados a cruzarlas. En los raíles hay unas piedras que dañan las patas de los elefantes, provocando que éstos crucen muy lentamente por miedo al corte.
Varios centenares de elefantes mueren al año por este motivo, lo que ha producido un aumento de los ataques de elefantes a humanos como reacción a la agresividad que imponemos en su hábitat. Este sistema se puede aplicar también en los océanos para evitar colisiones entre los ferrys y los cachalotes.
Además, Michel André está llevando a cabo un proyecto, basado en una tecnología similar, en el Amazonas que estudia la pérdida de biodiversidad frente a la deforestación y el cambio climático. Para conocer más sobre el trabajo de los detectores acústicos, se puede visitar la página web: www.lab.upc.es.