Marks me confiesa que algunos días experimenta un dilema moral pues siente que está ayudando a crear un terminator como el de Skynet. Porque la mayoría del software que programa está implementado el comportamiento autónomo de las máquinas.
"Podemos ya crear sistemas autónomos capaces de tomar decisiones propias y de llevar a cabo operaciones de ataque", explica y la única razón por la que no existen todavía es porque, quienes desarrollan estos sistemas, toman la precaución de que tenga que pasar siempre por un humano la decisión de apretar el gatillo.
A David Marks, le preocupa la desproporcionada cantidad de información privada a la que tienen acceso las máquinas y, sobre todo, le preocupa lo que podrían hacer con ella el día en que se den cuenta de todo lo que saben. Y pone como ejemplo preocupante lo que está sucediendo en Hong Kong, donde el gobierno chino controla un programa de reconocimiento facial que utilizando todas las cámaras distribuidas por el país, puede determinar donde se encuentra cualquier individuo en un tiempo aproximado de quince minutos.
Marks piensa que sus drones van a acabar tomando decisiones propias, porque resulta tecnológicamente más fácil programar software autónomo, que entorpecer la programación introduciendo por medio la intervención humana.
Ahora, este ingeniero del espacio que empezó estudiando minas, tiene claro que más nos vale programar software para que el hardware tome decisiones basándose en lo que resulte mejor para los humanos, porque, si programamos software para que las máquinas decidan en función de lo que resulte mejor para el planeta, tendremos los días contados.
Por otro lado, comenta que este Halloween ha servido para que vaya cogiendo fuerza la teoría del cómico televisivo Seth Meyers, que insiste en que el presidente Donald Trump en realidad es un alienígena que ha buscado refugio en un cuerpo humano.
Meyers no se basa solamente en las desproporciones físicas del personaje, sino que lo demuestra a través de los insólitos errores que comete Trump. La última prueba ha sido el hecho de que, en la fiesta de Halloween de la Casa Blanca, en vez de entregar caramelos a los niños en las manos, se los haya puesto en la cabeza. Se ha hecho viral el vídeo del pobre niño disfrazado de minion al que Donald y Melania le colocan dos sendas chocolatinas encima. En Google tecleas Trump Candy y te salen 181 millones de resultados en 0.62 segundos.