Vidas atravesadas por la ludopatía: "Con 16 años entré a un casino y tuve la mala suerte de ganar"
En 'Más de uno' hablamos con Francisco Abad, presidente de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación, con Roberto Fontaneda, joven que sufrió ludopatía, y su madre Carmen Susilla.
El Observatorio Español de las Drogas y Adicciones, dependiente del Ministerio de Sanidad, calcula que en España hay 680.000 personas adictas al juego. Para ajustarnos aún más al dato real, habría que sumar el medio millón que, según la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados, están aún sin diagnosticar. Este problema, lejos de mitigarse, sigue creciendo especialmente entre los jóvenes menores de 26 años que representan ya la mitad de los usuarios del juego online.
Nuevo perfil de los ludópatas: chicos jóvenes universitarios
Francisco Abad lleva más de 30 años trabajando en la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación, por lo que ha sido testigo de cómo los perfiles de las personas ludópatas ha cambiado con el tiempo.
Antes, el ludópata era una persona de entre 50 y 60 años, normalmente casada y trabajador autónomo. Ahora, sin embargo, hablamos de chicos de entre 18 y 25 años, a veces incluso menores de edad. La mayoría son estudiantes con carreras universitarias que las han tenido que abandonar "como consecuencia del juego y las deudas", explica Francisco en 'Más de uno'.
"He perdido mucha vida en las ruletas de los casinos"
Francisco, que fue una persona adicta al juego, cuenta en primera persona: "He perdido mucha vida en las ruletas de los casinos". Por suerte, gracias a la ayuda de su familia y, en concreto, de su mujer, pudo curarse. "Recuerdo haber empeñado todas las joyas de la familia y perder tanto dinero que no teníamos para comprarles los libros del colegio a mis hijos", explica sobre el sufrimiento que pasó su familia.
Llega un momento en que necesitas seguir jugando para no pensar en qué clase de persona te estás convirtiendo
Cuando el nivel de adicción se vuelve incontrolable, "llega un momento en que lo que necesitas es seguir jugando para no pensar en qué clase de persona te estás convirtiendo" reconoce Francisco. En un bar conoció a un hombre que le habló de una asociación de ayuda a la ludopatía y se acercó; "eso fue un 27 de agosto de 1986, el día que empecé a ser libre, antes era un esclavo".
"Con 16 años entré a un casino y tuve la mala suerte de ganar"
Roberto Fontaneda, de 23 años, fue uno de esos menores adictos al juego. "Con 16 años entré a un casino y tuve la mala suerte de ganar", cuenta ahora mientras enumera las "artimañas" y mentiras que decía para conseguir dinero de sus padres o su hermana.
Su madre, Carmen Susilla, recuerda con pena aquella época en la que la vida de su hijo no era la que ella esperaba. Lo peor, cuenta, era "el no saber qué hacer" y el hecho de encontrarse en una situación totalmente nueva, sin conocer las herramientas necesarias para ayudar a su hijo y "hacerle salir del juego".
Fue su hija la que llamó a la Asociación ABAJ, Asociación Burgalesa de Rehabilitación del juego patológico, donde iniciaron terapia psicológica. "Para mí ese fue el paso más importante, el salir de esa terapia sabiendo lo que le pasaba a mi hijo y que teníamos que luchar", dice Carmen sobre el magnífico trato profesional que recibieron ella y su hijo Roberto.
Aparte de la asociación, el familiar es quien día a día lleva las normas en casa y al principio lo ves como tu mayor enemigo
"Pensé que me iba a superar todo esto, pero una madre nunca se puede rendir". A raíz de eso, Carmen tuvo que entender lo que era la enfermedad y tuvo que aprender a escuchar a Roberto.
Después de años curado, Roberto reconoce la imprescindible ayuda de su madre a la hora de superar su adicción al juego: "Muchas veces el familiar es el pilar de la rehabilitación de un adicto. Aparte de la asociación, el familiar es quien día a día lleva las normas en casa y al principio lo ves como tu mayor enemigo". Sin embargo, reconoce que la complicidad que tienen ahora tal vez no la tendrían si no hubiesen ganado la batalla a la ludopatía.