Según recoge 'The New York Times', en 1986, Innocente llegó a su casa contando que había un bebé infectado con VIH ingresado en un hospital, y que su madre se estaba muriendo. Erasmo y Serena se habían jurado que nunca tendrían hijos, pero sintieron algo y decidieron criar al bebé. Al poco tiempo empezaron a acoger a otros niños, y la "familia" fue creciendo. En los últimos 30 años, cientos de niños adoptivos han vivido en su casa, un gran complejo que pasó a un proyecto de vida llamado "Cometa".
"Es un proyecto que nace sucesivamente de la decisión de acompañar a nuestro hijo en la vida de la mejor manera posible", cuenta Erasmo en la web de Cometa. La familia Figini transformó así sus planes de vida para llenar la suya y la de otros. Después comenzaron un programa para evitar el abandono escolar, que hoy alberga a 130 menores. Y construyeron una escuela secundaria vocacional para 450 estudiantes dentro del complejo que integra educación y conocimientos con vistas al trabajo. Su director es Alessandro Mele, que dejó su vida como asesor fiscal y ahora vive en el campus.
"El resultado es impresionante porque aproximadamente un 30 o 35 por ciento de nuestros estudiantes consiguen trabajo". Y es que el centro cuenta por ejemplo con un taller donde los alumnos aprenden a trabajar la madera, otro de artes plásticas y una cafetería, donde lo que aprenden es a atender a los clientes. Erasmo cuenta que nada de esto fue planeado, todo surgió por un simple "sí" a ese bebé hace más de 30 años.