Mujeres con historia: La madre Rafols y otras heroínas de los Sitios de Zaragoza
En unos días se celebra el Día del Pilar, una de las vírgenes más emblemáticas de nuestro país y patrona de Zaragoza, la gran sufridora de la Guerra de la Independencia contra los franceses. Aunque todo el mundo se acuerda de la gran Agustina de Aragón, pocos saben que en aquel conflicto hubo otras mujeres que sobresalieron por su valentía en Los Sitios de Zaragoza
En unos días se celebra el Día del Pilar, una de las vírgenes más emblemáticas de nuestro país y patrona de Zaragoza, una ciudad que sufrió mucho en la Guerra de la Independencia por el pertinaz y cruel asedio a manos de los franceses.
Todo el mundo se acuerda de la gran Agustina de Aragón que se enfrentó a los franceses a cañonazos convirtiéndose en artillera por mor del destino cuando defendió la puerta del Portillo. Sin embargo, pocos saben que en aquel conflicto hubo otras mujeres que sobresalieron por su valentía en Los Sitios de Zaragoza: Casta Álvarez, Manuela Sancho, María Agustín, Josefa Amar y Borbón, la Condesa de Bureta y decenas de anónimas, pero la protagonista de hoy es María Rafols.
María Ráfols
María Ráfols nació el 5 de noviembre de 1781 en la ciudad barcelonesa de Vilafranca del Penedés, en el seno de una humilde familia de molineros donde vivió una infancia normal hasta la muerte de su padre. Entonces su madre se casó de nuevo, mejorando la situación económica de la familia y permitiendo a María el acceso a la educación. A raíz de la epidemia de peste de 1803 que llevó a María a implicarse como voluntaria en el hospital de la Santa Creu, dirigido por las Hermanas Hospitalarias de San Juan de Dios, Ráfols conoció al padre Joan Bonal, quien se convertiría en su director espiritual.
Un año después, el sacerdote constituyó un grupo de doce hombres y doce mujeres entre las que se encontraba María que envió al hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza donde se necesitaban personas expertas en el cuidado de enfermos. María tenía veintitrés años, pero una madurez y cualidades tales que fue designada responsable de todos y luego superiora de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana, fundada ese mismo año en el citado hospital zaragozano.
Allí emprendió la difícil tarea de organizar el precario Hospital de Nuestra Señora de Gracia y, frente a lo sucedido con los monjes que no tardaron en abandonar la empresa, María supo impulsar un proyecto en el que implicó por completo a sus hermanas.
Los Sitios de Zaragoza
Cuando en 1808 los franceses atravesaron los Pirineos, el Hospital de Zaragoza y, consecuentemente, el loable proyecto de María Rafols quedaron devastados durante el primer sitio de la capital zaragozana.
No obstante, María no se rindió. La monja comenzó a reubicar a unos seis mil enfermos en otros edificios oficiales, pero un segundo sitió complicó aún más la situación, si es que eso era posible. El trabajo de María y sus hermanas se convirtió en algo realmente complicado por lo que María decidió presentarse ante los franceses para pedir misericordia para los enfermos. Y, a pesar de lo peligroso de la acción, María Rafols consiguió del general Lannes comida y salvoconductos. La beata atendió a los prisioneros e incluso intercedió por ellos, logrando en algunos casos su libertad.
La beata María Ráfols
En 1845 María Ráfols se retiró en 1845 por mor de su mala salud. Desde entonces y hasta su muerte el 30 de agosto de 1853, la bondadosa monja vivió dedicada a escribir textos espirituales.
Enterrada en la Casa General de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Zaragoza, con los años la fama de María Rafols fue creciendo hasta ser proclamada heroína de la caridad en el primer centenario del sitio de Zaragoza. Aunque en 1944 el Papa Pío XII suspendió su proceso de beatificación, Juan Pablo II retomó el proceso hasta que el 1 de octubre de 1994 fue beatificada.
Actualmente, se encuentra en proceso de santificación y no es para menos por que lo cierto es que Ráfols fue una mujer entregada a la labor asistencial. En tiempos de barbarie, fue ejemplo de humanidad; en tiempos de guerra, se desvivió por salvar a heridos y enfermos. Mientras unos se empecinaban en vencer, y otros en no rendirse, fue ella quien alzó la bandera blanca de la paz.