Ecos del Pasado: Resucitados
Laurá Falcó Lara, la presidenta de Prisma Publicaciones, desvela en 'La rosa de los vientos' algunos de los casos más sorprendentes de personas resucitadas de entre los muertos; personas que un día dieron por muertas, pero que en realidad continuaban vivas.
Laurá Falcó Lara, la presidenta de Prisma Publicaciones, desvela en 'La rosa de los vientos' algunos de los casos más sorprendentes de personas resucitadas de entre los muertos; personas que un día dieron por muertas, pero que en realidad continuaban vivas. Y es que hubo un tiempo en el que tema de la resurrección fue bastante habitual sobre todo, explica Laura, "por la falta de medios técnicos para contrastar lo que actualmente se considera la muerte clínica".
Fueron tantos los errores cometidos a la hora de certificar la muerte de determinadas personas que incluso se desarrolló la costumbre de anudar al pie o a la muñeca del difunto una cuerda cuyo extremo opuesto se conectaba con una campana situada junto al ataúd. Si el supuesto fallecido despertaba de su inconsciencia, podría hacer sonar dicha campana y alertar a alguien de la superficie.
Las causas de la resurrección
Según ha expuesto la presidenta de Prisma Publicaciones, el origen de las equivocaciones para certificar la muerte de una persona solía residir en varias casuísticas repetidas a lo largo de la historia.
En primer lugar, Laura ha explicado el denominado 'Síndrome de Lázaro', que, en honor a Lázaro de Betania, quien según el Nuevo Testamento fue resucitado por Jesucristo cuatro días después de su muerte, apela a la resurrección tardía de aquellos pacientes a los que se le ha practicado una reanimación cardiopulmonar. Se define como un retraso en el retorno de la circulación espontánea (ROSC) después de haber cesado con la reanimación cardiopulmonar.
Diversos investigadores sugieren la idea de que este fenómeno puede deberse a una acumulación de presión en el tórax originada por la propia reanimación cardiopulmonar. Una vez que esta se detiene, dicha presión comenzaría a liberarse gradualmente poniendo el corazón de nuevo en marcha varios minutos, o incluso horas después de la reanimación. La hiperpotasemia -en la que los niveles sanguíneos de potasio son demasiado altos- podría ser otra explicación propuesta para el Síndrome de Lázaro, ya que se ha vinculado con el retraso en el retorno de la circulación espontánea.
Según un informe de 2007 de la British Geriatrics Society Vedamurthy Adhiyaman, en alrededor del 82% de los casos de Síndrome de Lázaro, la auto resurrección se produjo diez minutos después de haber detenido la reanimación cardiopulmonar. En cualquier caso, descubrir los mecanismos exactos ocultos tras este fenómeno es complicado debido a que muy pocos casos salen a la luz.
El obispo que volvió a la Tierra
Nicephorus Glycas era un obispo de la isla griega de Lesbos. El 3 de marzo de 1896 fue declarado muerto y, de acuerdo a la tradición, el cuerpo fue expuesto en la iglesia de Mehymi para recibir el último adiós de los fieles. Sin embargo durante la segunda noche en la capilla ardiente, para la sorpresa de todos los congregados, Nicephorus se incorporó, se sentó sobre el ataúd y comenzó a pedir explicaciones acerca del tumulto que había formado a su alrededor. Resultó, simplemente, que el obispo se había echado una siesta muy larga.
La rusa que consumió su vida en doce minutos
En el año 2011, la rusa Fagilyu Mukhametzyanov cayó fulminada de un ataque al corazón y, a pesar de la rapidez con la que se le trasladó al hospital, el personal sanitario solo pudo certificar su fallecimiento. Un diagnóstico que, no obstante, resultó erróneo puesto que, unos días después, durante su funeral, la rusa se levantó de repente de su féretro chillando y suplicando una explicación. Rápidamente fue trasladada al hospital más próximo, pero tras 12 minutos de vida, de nuevo regresó al mundo de los muertos. Un nuevo ataque al corazón fue, de nuevo, la causa certificada de esta segunda defunción.
El niño que pidió agua en su funeral
En el año 2012, Kelvin Santos fue declarado muerto en un hospital del norte de Brasil. Sufría neumonía y durante un tratamiento el niño dejó de respirar, de modo que atendiendo al protocolo habitual, las autoridades sanitarias entregaron a la familia el cuerpo del niño en una bolsa plástica. Al día siguiente, durante el funeral, la familia contó que Kelvin se sentó, pidió agua y se desvaneció de nuevo para, ya sí, no despertarse nunca más. La familia corrió con el pequeño hasta el mismo hospital donde 24 horas antes lo habían declarado muerto y, allí, después de examinarlo confirmaron que no tenía constantes vitales.
Decenas de resurrecciones
A pesar de lo chocante o extraño de estos casos, los científicos piensan que estas resurrecciones son mucho más frecuentes de lo que sugieren los estudios. De hecho, desde que el síndrome de Lázaro fue contemplado en la literatura médica en 1982, se han documentado más de 40 casos, como el de un hombre de 78 años que en 2014 fue declarado muerto en Mississippi después de que su enfermera lo encontrara sin pulso. Al día siguiente, el anciano se despertó en una bolsa para cadáveres en la morgue.