EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "El ridículo es un lugar muy peligroso desde el que tomar decisiones"

Rafa Latorre reflexiona sobre la decisión de Sánchez de quedarse al frente del Gobierno.

Rafa Latorre

Madrid |

Todo ha sido farsa de pésima calidad. Pero eso no quiere decir que no haya consecuencias. El ridículo es un lugar peligrosísimo para tomar decisiones. Es verdad que el camino de regreso del ridículo es muy complicado, pero precisamente por eso, uno puede tener la tentación de querer recorrer mediante un golpe de autoridad.

Terminan con esta amenaza cinco días de grimoso culto al personalidad en los que hemos visto al PSOE al completo deslizarse por la pendiente del mesianismo y a un número pequeño pero considerable de gente, reclamando, es más rogando, una restricción de las libertades. No ha habido exhibiciones masivas de adhesión, más bien hubo marchas escuálidas… tanto que quienes se prestaron a acudir volvían muy decepcionados. Pero Sánchez ha decidido quedarse y eso les deja a todos en ridículo, a la primera a su esposa a la que ha puesto bajo los focos de la prensa internacional cuando solo tenía incoadas unas diligencias.

Quien pensaba que Pedro Sánchez no sería capaz de utilizar a su familia en un ardid táctico, ahí tienen la respuesta. Ya sabíamos el lugar que ocupaban en su pensamiento la nación o incluso el partido pero es que ya todo, hasta lo más íntimo, hasta el amor conyugal, está a puesto al servicio de su pulsión de poder. Y hoy lo ha manifestado en la comparecencia más insólita que habrá protagonizado jamás un presidente del Gobierno. De un narcisismo tan feroz que hasta mantuvo el suspense unos minutos más para confirmar que finalmente se queda: que claro que le merece la pena. Y que ahora todos nos vamos a enterar de lo que es bueno.

Hoy les hablamos desde un lugar maravilloso como es el puerto coruñés, adonde nos hemos venido a curarnos de espanto con tanta belleza como la que aporta esta ciudad. Luego vendrá por aquí Alfonso Rueda, el presidente de la Xunta de Galicia. Que algo tendrá que decir sobre lo que ha ocurrido y lo que está por venir.

Porque miren, cuando hoy amaneció lo importante ya no era lo que Pedro Sánchez haría. Nadie en esta vida es providencial, por más que le hagan creer que es el puto amo, y los presidentes o gobiernan o dimiten. Lo grave ya había ocurrido y fueron estos cinco días de culto a la personalidad en los que pudimos ver que hay gente, no mucha a juzgar por las manifestaciones de apoyo, pero suficientes, y en cualquier caso todo el Comité Federal del PSOE, dispuesta a rogar por la implantación de un cesarismo. Para ir corriendo detrás de él y reclamar medidas excepcionales para proteger al líder.

Cuando se abrieron las puertas de la Moncloa a las 11 de la mañana, ante los españoles se presentó una víctima y, hombre, esto es ridículo, pero el problema es que parece que ha identificado a sus agresores y ya les ha advertido de que va a actuar.

A esa hora todos parecían desconcertados excepto un militante, que supo desde el primer instante lo que tenía que hacer… desde el mismo momento en que Sánchez envió su carta. Es José Félix Tezanos, el coronel Tezanos, que sin perder un segundo se arremangó y puso al CIS a preguntarle a los españoles. ¿El qué? Pues por si creen que los jueces son imparciales, que qué les parece que se investigue a la mujer del presidente, que si hay que cambiar la Justicia…

Las preguntas son capciosas… esta, por ejemplo: «¿Cree ud. que la apertura de una causa judicial por una denuncia particular contra la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, está justificada, o cree que es solo una manera de meterse con Pedro Sánchez e intentar hacerle daños?». Es una pregunta demasiado larga… podría formularse de otra manera. Se me ocurren dos: «¿Cree que los jueces prevarican para atacar a Sánchez?» «¿Cree que la mujer del presidente debe ser una figura inviolable?» Y se podría complementar con otra: «¿Cree que se debería prohibir a los medios informar sobre las actividades de Begoña Gómez?».

Porque Sánchez no ha llegado a este punto grotesco donde se encuentra por noticias falsas sino por una serie de informaciones veraces que ha publicado El Confidencial y de las cuales nadie desmentido una sola línea. No es verdad que en España haya libertad de difamación y él además tiene un altavoz privilegiado para corregir cada una de las inexactitudes de esas informaciones. Pero no lo ha hecho. Hasta ahora podía alegar que él no daba explicaciones para no amplificar la difusión de las informaciones sobre su mujer. Sobre ella solo habían incoado unas diligencias. Pero en cuanto envió la carta se convirtió en el más eficaz publicista de las noticias sobre las temerarias relaciones de su mujer con sus patrocinadores. Ahora todas las cabeceras del mundo saben que hay indicios de tráfico de influencias.

¿En España se publican noticias falsas? Si lo sabrá él que decía habrá más, habrá más, cuando María Jesús Montero utilizaba una noticia falsa para ensuciar a la mujer de Feijóo…. pero lo que a Sánchez lo ha traído hasta aquí no han sido las noticias falsas, sino las noticias veraces de las cuales no ha desmentido una sola línea.

Y ahora que hablamos de Feijóo, ¿qué se espera del líder de la oposición? Desde luego actuar con inteligencia y firmeza. Hoy ha comparecido a las 13.30 para denunciar que había un cambio de régimen por la puerta de atrás. Si presentara una moción de censura le estaría regalando a Sánchez la cuestión de confianza que no ha querido presentar, pero eso no quita para que haya otras formas de plantarse frente a lo que se adivina por las palabras de Sánchez.

En política, cuando anuncias que te vas es que ya te has ido. Y Sánchez ya no regresará de este ridículo en el que él solo se ha metido cuando puso a toda la nación a pensar cómo sería la vida sin él. No fueron muchos los que le pedían que se quedase. Si quería masivas exhibiciones en cada una de las plazas eso no se produjo. Ahora… que el ridículo es un lugar muy peligroso desde el que tomar decisiones.

Sánchez comenzó la legislatura prometiendo que levantaría un muro y ahora habla de limpieza. No hay metáforas inocentes.