LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "Entre Ayuso y Sánchez no hay discrepancia ni divergencia, se trata de enemistad total"

Rafa Latorre reflexiona en La Brújula sobre el plantón de Ayuso a Sánchez, el archivo de la querella del PP al PSOE y el caos ferroviario de este fin de semana.

Rafa Latorre

Madrid |

El monólogo de las ocho: "Entre Ayuso y Sánchez no hay discrepancia ni divergencia, se trata de enemistad total"

Aquí ya les dijimos en su día que el PP había hecho un gran favor al PSOE al presentar una querella por financiación ilegal por el caso de las bolsas con dinero en Ferraz. Por la razón sencilla de que una investigación periodística se rige por una lógica distinta a una querella. Un periodista protege a sus fuentes y si la querella no cuenta con el testimonio principal es que no tiene nada y su destino es el archivo.

Y así es como ha ocurrido. El juez Pedraz ha archivado la querella y eso le ha permitido al PSOE cobrar una pequeña victoria. Lo que no sospechábamos es que el PSOE iba a ser tan agradecido como para devolverle el favor al Partido Popular y presentar una querella contra la querella que tiene el mismo destino: el archivo.

Lo ha presentado con gran esfuerzo la portavoz Emma López que, sin duda, sabrá que no se puede interpretar difamación o injuria cuando se le pide a un juez que dirima si una actuación es delito. Por su propia naturaleza es más bien todo lo contrario.

No es discrepancia ni divergencia ni siquiera conflicto, se trata de la enemistad total. Hoy Isabel Díaz Ayuso ha confirmado el plantón a Pedro Sánchez. No acudirá a la Moncloa y no lo hará fundamentalmente por dos razones o eso ha argumentado.

El insulto y el concierto. La campaña personal y el cupo catalán. Son las dos razones por las que Ayuso, al contrario que Juanma Moreno o que López Miras o que Carlos Mazón o que lo que preferiría Núñez Feijóo, ha decidido no acudir a la Moncloa.

Antes les citaba el editorial de hoy de 'El Español' y es verdad que aporta un punto de vista muy interesante. La primera razón es más comprensible que la segunda y en cualquier caso no hay que ventilar el tema como una anécdota porque instala a España en la más absoluta anomalía institucional.

El insulto. La campaña personal contra Ayuso existe y se expresa con una crudeza y en unos términos brutales. Tanto que resulta inimaginable cuáles serían las consecuencias de que se utilizara contra una mujer del PSOE la repugnante artillería de insultos que se ha utilizado contra Ayuso.

La campaña, además, como el caso del Fiscal General del Estado demuestra, emplea el aparato del Estado. Porque lo que se dirime en ese caso es sólo si a Álvaro García Ortiz se le puede imputar el delito, pero que la Fiscalía estaba embarcada en una operación política de destrucción personal forma parte de los hechos probados.

El presidente del Gobierno trató de delincuentes a personas cuyos casos habían sido incluso archivados, por la única razón de ser familiares de Ayuso, y aún se refiere como delincuente a su novio cuando el negociar un acuerdo de conformidad no retira la presunción de inocencia y aun si mediara una confesión tendría que ser una sentencia firme lo que dictaminase tal condición.

No es que Ayuso se exprese en términos versallescos sobre Sánchez y su familia, pero la primera imputación fue en sede parlamentaria y ahí vino lo de 'Me gusta la fruta' en la tribuna de invitados. Dicho esto, también se puede alegar que en la vida todos tenemos reuniones desagradables.

Lo segundo, lo del concierto, es más controvertido. Porque efectivamente Sánchez está haciendo una mascarada. Para disfrazar que ha establecido con Cataluña una privilegiada relación bilateral, lo que hace es citar a todos para escenificar que todos son bilaterales, cuando lo cierto es que la financiación autonómica parte de una premisa inapelable, que es el privilegio fiscal de Cataluña. Y cualquier cosa que venga será sobrevenida.

Pero no es menor la oposición al cupo catalán del andaluz Juanma Moreno por acudir a la Moncloa que el de la madrileña Ayuso por dar plantón. De hecho, la reunión ofrece la inestimable ventaja de poder decirle a la cara lo que uno piensa del apaño y luego subrayarlo en una rueda de prensa en la misma Moncloa.

Hoy le están recordando a Alberto Núñez Feijóo cuál fue su posición cuando se suscitó el debate entre sus barones acerca de si lo más conveniente era prestarse o ignorar esta ronda de reuniones creadas para dar una apariencia de bilateralidad. Lo que decía entonces Feijóo era que si el presidente te llama tu deber como presidente autonómico es atender a la llamada. Lo que dicen ahora sus portavoces es que la situación ha cambiado y que por tanto no hay incoherencia, sino una nueva realidad.

El caos ha sido total pero las molestas incidencias y el mal funcionamiento, vienen consignándose desde hace mucho tiempo. Lo que ha provocado que de mal funcionamiento hayamos pasado al funcionamiento nulo fue el descarrilamiento de un tren sin pasajeros en una de las vías de Atocha. Adif activa una solución temporal, con el uso de una sola vía en el paso subterráneo de alta velocidad. El tren descarrilado se retirará en fines de semana.

¿Qué ocurrió? Es interesante la reconstrucción que hace Vozpopuli, que además publica la conversación de un profesional del centro de control de Adif con sus compañeros. Produce pavor porque revela lo que pudo haber sido la catástrofe.

El tren había sufrido días atrás una avería y estaba siendo remolcado para su reparación por otro tren cuando sucedió el incidente. Su transporte se realizó desde la base de mantenimiento de Renfe en La Sagra (Toledo). Al transitar muy cerca de la estación de Chamartín, zona de tránsito a los talleres sitos en el barrio de Fuencarral, el convoy formado por el tren remolcador y el remolcado trataron de subir por una vía que, según fuentes consultadas por este diario, tiene una fuerte inclinación que en algunos puntos alcanza el 30%.

El accidente se produjo cerca de la estación de Atocha, en una curva en la que la señalización indica que debe ser tomada a 45 km/h, pero las fuentes consultadas por este diario aseguran que el tren, sin control, se habría aproximado a entre 90 o 100 km/h con suma facilidad, lo que finalmente tuvo como consecuencia el descarrilamiento.