El monólogo de las ocho: "Abascal no puede romper ningún gobierno regional, pero sí abandonar aquellos en los que está incluido Vox"
El monólogo de Rafa Latorre en el que reflexiona sobre los resultados de las elecciones en Francia, sus efectos en España y las negociaciones para investir a Salvador Illa.
El cordón republicano aguanta. Lo que ocurre es que hace demasiado tiempo que se dice esto tras unas elecciones en Francia y la tensión que soporta es ya casi insoportable, porque la extrema derecha de Le Pen cada vez tiene más votos y en consecuencia cada vez es más difícil urdir la mayoría que sirva para frenarla. Eso es lo que ha ocurrido en Francia, donde la única certeza es que Le Pen no gobernará y todo el resto son incógnitas.
La principal es cómo Emmanuel Macron va a conseguir urdir un gobierno que aúne a fuerzas de cultura política radicalmente opuestas. Y digo radicalmente porque esa mayoría ha de integrar desde un socialdemócrata convencional como el moderado Raphael Glucksmann hasta un antisistema como Jean Luc Mélenchon, de políticas radicales y rupturista, tan eurófobo como Le Pen, aún más proteccionista que ella y que puede convertir la experiencia de gobierno en una tortura.
Emmanuel Macron confió una vez más en que el frente republicano contendría la subida de la extrema derecha. Una vez, así ha sido, y, aunque cada vez es un proceso más agónico, hay quien le elogia la pericia táctica. Pero en cuanto al problema estratégico, ahí sigue, porque el verdadero desafío es ahora formar un gobierno capaz de recuperar la confianza de los franceses o al menos de no alimentar aún más las perspectivas de Le Pen para las elecciones de 2027.
El ejemplo más ilustrativo de lo que ha ocurrido en estas elecciones la ofrece una tribuna del historia Benoit Pellisandri hoy en El Mundo: «en Normandía (Calvados) la ex primera ministra Elisabeth Borne, que fue la artífice de la muy impopular reforma de las pensiones, consigue la reelección. Es decir, los electores de izquierda la han votado masivamente para frenar a su competidor de ultraderecha».
Le Pen consiguió federar a sus enemigos, el problema ahora es si de esa unión basada únicamente en la enemistad puede rugir un gobierno operativo.
Por de pronto, Emmanuel Macron le ha rechazado a su primer ministro Gabriel Attal la dimisión. Porque necesita tiempo y porque no está claro que pueda llenar el vacío de poder que resultaría del cese.
¿Quién va a ser el próximo inquilino del Hotel de Matignon, que es donde vive el primer ministro? En teoría, el Presidente de la República tiene el poder de nombrar a quien quiera como primer ministro. Sin embargo, la lógica institucional no le permite anular la opinión de la mayoría de los diputados, ya que un gobierno que vaya en contra de ellos podría ser objeto de una moción de censura. Por lo tanto, se supone que debe elegir un candidato que pueda obtener el apoyo de una mayoría de diputados – o al menos que no suscite el rechazo de una mayoría de ellos.
¿Cuál es el problema? Pues que ningún grupo político puede reclamar hoy tal dominio. El primer grupo, el Nuevo Frente Popular (NFP), sólo cuenta con 182 diputados. Y allí conviven culturas políticas difícilmente conciliables. Nadie en sus cabales considera que Melenchon sea una alternativa deseable, pero Melenchon puede hacer mucho daño al nuevo primer ministro.
Manuel Bompard es el coordinador de la Francia Insumisa de Melenchon.
Quizás convendría por último deshacer un equívoco. La euforia del Frente Popular puede haberlo difuminado, pero… La extrema derecha de Marine Le Pen ha obtenido un gran resultado. Ha crecido mucho en votos y en representación y eso significa más recursos financieros y más recursos políticos para emprender la carrera hacia las presidenciales de 2027.
Todo lo que ocurre en Francia tiene sus efectos en España, donde Le Pen tiene un aliado en Vox. De hecho ambas formaciones han decidido integrarse en el europarlamento en los Patriotas de Viktor Orban. Es que las fuerzas nacionalpopulistas tenían dos opciones, que era optar por Meloni o por Orban. Los orígenes de Meloni el posfascismo itailano, de hecho mantiene sus símbolos, pero ahora está, por utilizar el término italiano, en un aggiornamento hacia un europeísmo y una cierta normalización. Vox, que está en el proceso contrario, de mayor radicalización, de purga de la voces de sonoridad más moderada, ha optado por Orban, que es el mejor amigo que le queda a Vladimir Putin en la Unión Europea.
Tras tomar esa decisión, consumar la deriva magiar, la primera decisión doméstica que ha tomado Vox es iniciar una guerra con el PP a cuenta de la inmigración. Más bien de algo bastante patriótica, como es la solidaridad del resto de las comunidades con las Islas Canarias para acoger a los menores no acompañados que llegar de forma ilegal a sus costas y que saturan sus servicios de acogida.
Abascal no puede romper ningún gobierno regional. Lo que puede hacer es abandonar aquellos en los que está incluido Vox. Será sin duda una medida traumática para su formación y ya veremos si no es lo contrario para el PP.
En cualquier caso, hoy mismo Feijóo ha respondido desde Barcelona que los gobiernos autonómicos del PP van a ponerse a disposición de Canarias para el reparto de inmigrantes. Así que ignora la amenaza de Abascal. Veremos si esto tiene alguna consecuencia para la estabilidad de los gobiernos que comparten. La Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares, Castilla y León o Extremadura.
Después del conclave de Waterloo, hoy se han producido dos noticias, una buena y una mala para Carles Puigdemont. La mala para él es que Esquerra dice que las negociaciones para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat avanzan a buen ritmo. No ha sido demasiado obsequiosa Esquerra desde que han comenzado las negociaciones. De manera que es probable que lo que esto quiere decir es que están más avanzadas de lo que a Puigdemont le gustaría.
La buena noticia para él es que la Audiencia Nacional invalida todo lo investigado en el ‘caso Tsunami’ desde julio de 2021. El tribunal considera que se prorrogó la instrucción fuera de plazo y que todo lo acordado desde entonces, incluido la petición de imputar a Puigdemont, queda anulado.