La mirada cítrica: "Queda inaugurada la nueva recesión"
Hoy ha quedado inaugurada la nueva recesión. El Covid ha dejado al sistema productivo convaleciente y con la respiración asistida del Banco Central y posiblemente de Bruselas.
Si la anterior fue la Gran Recesión, esta habrá que ir buscándole nombre. Solo han hecho bastado quince días de confinamiento, a finales de marzo, para cambiar la faz de la economía española.
No hace falta ser Jhon Reed para saber que esas dos semanas han cambiado el mundo, al menos el mundo de la economía. España ha entrado directamente en depresión y esto en un solo trimestre. De enero a marzo el PIB se ha hundido un 5,2%.
La actividad económica ha volado como vuelan en bandada los patos salvajes que acaban de pasar por delante de mi ventana, en mitad de Madrid. Grandes como la contracción económica. La construcción se desploma, con andamio y todo, más del 8%, cae la industria, la agricultura y el sector servicios más del 5%.
El Covid-19 ha dejado un panorama desolador en el turismo, con un desplome del 20%. La inversión se retrae y el consumo de los hogares desciende un 7 y medio por ciento. Se pierden 360 mil puestos de trabajo a tiempo completo, pero las horas de trabajo bajan más, un 5%.
Es llamativo que la producción baje más que el empleo. Pero claro, esta es la primera fase de la contracción. Habrá más. Todos los analistas esperaban malos datos, pero no tanto.
Ahora alertan del riesgo de no reactivar rápidamente la economía. Algunos hablan de que si todo sigue así podría caer la economía hasta un 20% anual. Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo, ha advertido de descensos de hasta el 15% en el PIB europeo en este segundo trimestre. Lagarde ha decidido comprar activos, bonos, lo que sea, sin límites, para evitar caer en una Depresión.
Pero los Gobiernos deben acompañar al Banco Central, éste no puede luchar solo. Y ahora toca analizar lo que está pasando y el cuadro macro económico que esta noche el Gobierno envía a Bruselas. Un cuadro más abstracto que un Kandinski, un grito en déficit y deuda, como si fuera Munch, o quizá, más bien, un cuadro macro impresionista, porque es que la realidad impresiona.