Así funciona esto: El valor añadido y el IVA
La sección de economía de Ana Comellas en la que nos habla del valor añadido y el IVA.
La economía, y las finanzas, están siempre intentado medir el valor de todo: de los bienes, los servicios, las empresas, los recursos naturales como el agua o el aire limpio, el valor de todo lo que produce un país, incluso intenta medir el valor que cada uno de nosotros le da a un bien: sus preferencias. Hoy Ana Comellas nos habla del valor añadido.
¿Qué es el valor añadido?
La utilidad adicional que tiene un bien después de haber sido transformado. Normalmente, lo calculamos restando, del precio del bizcocho, el coste de sus ingredientes. Y si le ponemos chocolate, añadimos más valor.
Si nos quedamos en el plano económico, aceptaríamos electricidad como ingrediente de compañía, pero el repostero no es un ingrediente. Es, precisamente, el que añade valor a esos ingredientes que, por separado, son menos valiosos que transformados. Siempre es la mano humana, o su ingenio en forma de tecnología, lo que añade valor; la diferencia entre un trozo de madera y un barco, o entre el algodón en rama y una prenda de vestir.
El ejemplo de la lana
Aquí, el valor añadido, lo añade la oveja, pero con los cuidados del pastor. Para que lo entendamos, Ana Comellas reparte papeles entre nuestros tertulianos y Juan Ramón Lucas, que será el ganadero. A Jesús le encomendamos el lavado de la lana y la separación de las fibras. Ana Comellas se encarga de hilar la lana y teñirla, y a Natalia le vamos a dar el trabajo más creativo: tejer distintas prendas con la lana.
El trabajo del ganadero sería considerado de bajo valor añadido, porque la transformación es pequeña. Sin entrar en detalle, vamos a suponer que el valor que añade, que añaden sus horas de trabajo y sus herramientas para esquilar, es de un euro.
Jesús recibe la lana y la limpia toda la suciedad que haya cogido la oveja en el campo. Luego va separando las fibras de lana con mucho cuidado y las deja suavitas. A este proceso que pasa de la lana enmarañada y sucia a la lana limpia y con las fibras separadas, le vamos a poner un valor de dos euros.
Y esta lana limpita y desenreda me llega a mí, que la voy hilando en madejas y la tiño de diferentes colores, añadiendo más tecnología y más ingredientes al producto. Al proceso de Ana Comellas le damos un valor de dos euros; tanto mi transformación como la de Jesús las vamos a considerar de valor añadido medio.
Depende de lo que teja, el valor añadido será uno u otro, porque una bufanda es una pieza sencilla, y un jersey es más complejo, porque acopla varias piezas más sencillas, las cose. Natalia, ¿Qué te apetece tejer hoy? Venga, pues le damos un valor añadido de 6 euros. Siguiendo nuestro esquema sencillo, el valor de esa prenda será la suma de todos los valores añadidos en su proceso de fabricación: 1 + 2 + 2 + 5, 10 euros.
¿Hay otra forma de ver el valor añadido?
Un par de ellas más, pero vamos a centrarnos en la que más toca nuestros bolsillos, la contable, porque con ella es con la que se calcula el impuesto sobre el valor añadido.
¿Y el IVA?
Contablemente, para simplificar el cálculo del valor añadido vamos a coger el valor de las ventas y le restamos el valor de las compras. Por ejemplo, vendo mis ovillos a 6 euros y mis compras de lana y tintes son de 4 euros. Lo que grava el IVA es el valor añadido que se ha creado con el proceso.
El IVA es un impuesto indirecto, porque su importe no depende de la renta del que compra, y el contribuyente, el destinatario del impuesto, es el consumidor final de un producto.
¿Cómo sabe Hacienda quién compra ovillo?
Precisamente como no lo sabe, porque hay bienes que pueden ser finales o intermedios, le pide a todas las empresas que recauden el impuesto: todas cobran IVA cuando venden.
Cuando le compro la lana limpia a Jesús, él me va cobrar 3 euros, más el 21% de IVA; mi proveedor de tinte, 1 euro más IVA. A su vez, yo voy a cobrar el ovillo a 6 euros más IVA. Ojo, que esto no es un coste para mí: yo sigo ganando 2 euros por ovillo y luego echo cuentas con Hacienda y liquido la diferencia entre el IVA que he cobrado y el IVA he pagado, y eso será el 21% de los 2 euros, de mi valor añadido.
Así que Hacienda va a cobrar el IVA en trocitos. Pongamos que el ovillo lo compra Aparici: un trozo lo habrás recaudado tú con el valor añadido de tu lana inicial, otro trozo lo habrá recaudado Jesús con el suyo y otro trozo yo con el mío. El IVA recaudado será la suma del impuesto sobre valor añadido por cada uno, que equivale al IVA del producto final, que sí que será un coste para Aparici, porque a él Hacienda no le va a devolver el IVA de su compra.