“Dinamita, tuercas y mentiras”: la historia del atentado en la cafetería Rolando
Gaika Fernández Soldevilla, historiador y coautor del libro ‘Dinamita, tuercas y mentiras: El atentado de la cafetería Rolando’ recuerda ese triste episodio en La Brújula.
El atentado de la cafetería Rolando, ocurrido en 1974 en plena transición política española, sigue siendo un episodio de gran impacto por su violencia y las complejas dinámicas que desencadenó. El historiador Gaizka Fernández Soldevilla, coautor del libro 'Dinamita, tuercas y mentiras: El atentado de la cafetería Rolando', analiza este hecho que marcó la historia del terrorismo en España.
Según Fernández Soldevilla, el atentado estuvo rodeado de "mentiras desde el principio". Eva Forest desvió la atención señalando falsamente al Partido Comunista como responsable, y la propia ETA negó su autoría durante décadas. "ETA tardó 44 años en asumir que había sido la causante de esta masacre; hasta 2018 no admitió ser la autora del atentado", revela.
El ataque, perpetrado con entre cinco y ocho kilos de dinamita y metralla en forma de tuercas, tenía como objetivo principal a los policías que frecuentaban el lugar, pero inicialmente no logró matar a ninguno. Esto, explica el historiador, afectó la percepción interna y externa de la organización: “Para ETA, el hecho de no haber conseguido matar a ningún policía suponía una posibilidad de dañar, entre comillas, su imagen”.
El atentado también tuvo profundas repercusiones dentro de la propia ETA, acelerando una escisión que dividiría al grupo en ETA político-militar y ETA militar. Fernández Soldevilla señala que “fue la gota que colmó el vaso de una crisis interna”, marcando un antes y un después en la trayectoria del terrorismo en España.
Además, el historiador destaca el olvido histórico y social de las víctimas de este ataque. Durante años, las víctimas quedaron en un "limbo" sin reconocimiento ni apoyo. “No somos olvidadas, nos han olvidado”, le repetían al historiador durante las entrevistas. Según Fernández Soldevilla, “ni las instituciones, ni los periodistas, ni los historiadores atendieron a las víctimas durante décadas”.
El caso de la cafetería Rolando ilustra la brutalidad de ETA, y también su estrategia manipuladora para justificar sus acciones. Como concluye el historiador, “jamás fue una organización democrática; lo que quería era otro tipo de dictadura, diferente a la franquista”.