El monólogo de las ocho: " El presidente del Gobierno está ya sumergido en el delirio"
El monólogo de Rafa Latorre en La Brújula sobre el calificativo de "prevaricador" al juez Peinado por parte del Gobierno y de las palabras de Sánchez defendiendo al fiscal general.
Quien conduce con ninguna prudencia es el Gobierno, que ya va a 200 por hora, en dirección prohibida y con el culo en la ventanilla. La campaña contra los jueces es continúa y de hecho el ataque a la Justicia se puede considerar como el mandato de la legislatura. Pero todavía le quedaban algunos pasos que dar en su camino hacia el abismo. Hoy el Gobierno ha cruzado un nuevo umbral y ha llamado prevaricador con todas las letras a un juez. Lo ha hecho el que era el jefe de gabinete de Pedro Sánchez, el que ahora es ministro de Transformación Digital y que quieren que se enfrente a Ayuso en Madrid. Óscar López, sí, el jefe de Pilar Sánchez Acera, la que invitó a Juan Lobato a cometer un delito.
Ese mismo. Óscar López acusa al juez Peinado de prevaricador por su investigación de Begoña Gómez. El resumen es que el PSOE ya considera que un régimen sea legítimo si no le garantiza la impunidad a los suyos y el juez Peinado ha cometido el pecado nefando de atreverse a investigar los posibles delitos cometidos por la mujer del presidente en la construcción de su artificial carrera académica
Que lo que tendría que ocurrir ahora es que recibiera la preceptiva querella por difamación y calumnia, porque nadie debería poder difamar a un juez, pero menos que nadie un ministro. Es que el gobierno ya está dispuesto a impugnar todo el sistema democrático con tal de defender a sus imputados. Quien es muy probable que reciba la querella por injurias y calumnias es el propio Pedro Sánchez. Pero no de ningún juez, que bien se cuida de lo que dice de ellos y de enmascarar sus difamaciones de insinuaciones bastante poco gallardas.
Con quien ha perdido toda prudencia es con un particular al que ha llamado delincuente, sí que mediara una sentencia. Se trata del novio de Ayuso. Un juez ha citado a Pedro Sánchez a un acto de conciliación para que se retracte tras llamar "delincuente confeso" al novio de Ayuso.
No tiene por qué presentarse. Pero si nadie representa al jefe del Ejecutivo en el acto de conciliación, fijado para el 12 de febrero, Alberto González Amador ya ha anunciado la interposición de una querella por injurias y calumnias.
Y es razonable porque el hecho de que el abogado de una persona negocie con la Fiscalía para alcanzar un acuerdo de conformidad por supuestos delitos fiscales no enerva la presunción de inocencia. No convierte a su cliente en un delincuente confeso y un presidente no puede utilizar su cargo para señalar a un particular. Ni un presidente ni la prolongación de su voz en los medios públicos.
Que ya es curioso, este Gobierno tan preocupado por las fake news y los bulos, por la impunidad de los influencer ultra y que utilizar su poder de difusión para señalar a un ciudadano. Ya sea por su propio voz o mediante sicofantes de la televisión pública.
Ellos verán… pero cuidado que no terminen haciendo rico este hombre. Que va a cambiar el Maserati Diesel por un Ferrari.
Pero es que el presidente del Gobierno está ya sumergido en el delirio. La declaración de ayer defendiendo o celebrando o ignorando el borrado de los mensajes del móvil del Fiscal General del Estado solo puede ser calificado de delirante. No hay otra palabra. Claro que no encontraron pruebas de la filtración de la información confidencial sobre el novio de Ayuso en el móvil del Fiscal General. Es que había borrado todos los mensajes desde el día 8 al 14 de mayo. Es como si el Álvaro García Ortiz le ata una piedra al móvil y lo tira en alta mar y dicen que no han encontrado ninguna prueba en el móvil. Claro, no han encontrado ni el móvil. Hay periodistas que se ofrecerían a tirarse con el móvil para asegurarse de que llega hasta el fondo.
Hoy Joaquín Manso decía con Alsina que es como si en la investigación de un descuartizamiento encuentran en casa del sospechoso un fuerte olor a desinfectante y la casa como una patena. Pues lo consideran incriminatorio. Pues claro. Que no hay ningún mensaje de los días clave, que hayan sido pulverizados, es la prueba más evidente. La falta de mensajes es el mensaje.
Hoy Isabel Díaz Ayuso ha hablado de Sánchez. Bueno, la conclusión es que le pide que dimita, pero antes le hace un diagnóstico.
Luego se podría hablar de la participación de comisarios como Francesc Vallés o Ion Antolín… el exsecretario de Estado de Comunicación y su sucesor… ambos señalados por el móvil de Juan Lobato, que sí conservó sus mensajes. De hecho, en Lobato hay una fuerte conciencia de que le estaba pidiendo algo ilegal y de hecho su jefe de gabinete, que le quiere bien, le dice «No lo hagas». Le aconseja que no se deje manipular por los comisarios para cometer un delito.
Y a ese juez al que el gobierno persigue y llama prevaricador, el juez Peinado, sigue con sus diligencias en el caso de Begoña Gómez. Hoy ha prestado declaración la trabajadora de la Moncloa que se dedicaba a pedir patrocinios para las actividades privadas de la mujer del presidente. Su explicación es realmente interesante. Dice que le ayudó en sus actividades privadas porque es su amiga. Y esto es coherente. Porque lo cierto es que Cristina Álvarez es trabajadora de la Moncloa porque es amiga de Begoña Gómez. Esa es la única razón por la que cobra su sueldo público y ocupa un cargo. Otra cosa es que una vez allí deba utilizar el correo oficial para pedir dinero a los patrocinadores de la carrera académica de su amiga.