El cuaderno de Chapu: "La ‘taula’ coja"
Chapu Apaolaza analiza la actualidad política en La Brújula.
Notas del 15 de septiembre, cotiza la confusión al alza en el mercado mayorista. En Barcelona se han sentado en la mesa de negociación, de diálogo, de gobiernos: como queráis llamarla. Los catalanes la llaman “La taula”. Suena mucho mejor. Tiene un sonido bíblico como del Antiguo Testamento, de un tiempo a esta parte, todos los presidentes de la Generalitat se creen el mismo Moisés.
Vemos la mesa en cuestión, chica casi de camping, échate p’allá. El centro hay una reproducción del pato de La Ricarda en cerámica de Verdú, en Lleida, el tarro de las esencias de la defensa de la unilateralidad, la promesa de Sánchez de no pactar con independentistas y un pequeño avión por si alguien lo usa para volar en círculos hasta el final de la legislatura. Mesa de mi Españita, casi mesa de los caballeros de la mesa redonda, casi cama redonda, nadie sabe de quién es socio quién. Sánchez y Aragonés son enemigos y a la vez socios. Están unidos en un destino terrible como Ahab y la Ballena.
Tienen que mantener la mesa a flote durante dos años. Y Yolanda Díaz, por ejemplo, ¿quién me puede decir de qué lado se sienta Yolanda Díaz? La mesa es también una mesa de dos filos en cuanto salva a Sánchez en su gobierno y a la vez lo hunde en las encuestas. Por efecto del pacto que el sanchismo firmó con el diablo, lo que le da la vida, al mismo tiempo se la quita.
Ah, la mesa, mesilla, pequeño monumento al desconsuelo, unos solo hablarán del presupuesto, los otros, de la autodeterminación, será que es mesa de diálogo, sí, pero diálogo de sordos. Sorda y con una pata menos, que es la pata de Puigdemont. Qué incómodo es una mesa que cojea, grita Aragonés, que alguien le ponga algo para canzarla, lo que sea, un español.