Traigo que es el Blue Monday y ha escrito Diego Garrocho que hay una esperanza que solo se ejerce desde la tristeza. Y ahí estamos, mientras baja por la castellana la tercera ola con su riada de soledades. Nos queda la muerte, el silencio y las series. A Pablo Iglesias le hablan mucho de series en lo de Gonzo. No sé si es el vicepresidente de España o el nuevo crítico del Fotogramas. Y él, tampoco.
Hay un resto de Iglesias dentro de Iglesias que dice: "Hostia y que la vicepresidenta Carmen Calvo es una tipa muy culta". Acaso vosotros no decís ‘tipa muy culta a la vicepresidenta del gobierno’, ¿eh carrozas?
Iglesias vive en la soledad de la Moncloíta -concertinas de seto verde y la pareja de la Guardia Civil. Ruge por el jardín, y se golpea el pecho, oh lomo plateado de aquella 'Españita quincemayista PRRRR' y menea el arbolillo de las catalanas cuando compara a Puigdemont con Antonio Machado y en ese momento es como si en el andén de Colliure se escuchara a la madre enferma de Machado preguntando “Antonio, ¿hemos llegado a Sevilla?
Iglesias un hombre al descubierto, atrapado en el eco de la tinaja de la piscina de las vanidades. Viene a decir que ha comprendido que estar en un gobierno no significa tener el poder. ¿Qué poder quieres, Pablo iglesias? Se queja de que la democracia es limitada. Claro que es limitada, se llama Estado de Derecho. Sobre su mesa de vicepresidente invoca los fantasmas de los que mandan, sulfurosos lobbies, que dicen presionan a sus compañeros de Gobierno y a veces incluso les convencen. Le han dado la vicepresidencia, pero él quiere que le den la razón.