Traigo que Grande-Marlaska se ha puesto el jersey de cuello vuelto y que en el alero se han acumulado 435 contagios por 100.000 habitantes sin contar los de Reyes. Los toreros a los que les pegan les pegan una cornada, vuelven al mismo terreno a hacer lo mismo para que no parezca que la sangre valiente se les ha ido por el agujero. Y Fernando Simón ha vuelto al atril con el mismo jersey a decir que las nuevas variantes del virus tendrán un impacto marginal. Ya estamos más tranquilos.
Mi Españita es lo que va de acumular papel higiénico a no comprar cadenas. En casa tengo una pala. Mi pala, galopa y corta el viento. Me gusta mucho el debate sobre la pala porque es lo más cerca que muchos ciudadanos van a estar nunca de una pala.
Yo agradezco una buena tarde de pala. Una vendimia, la cosecha de las hierbas, la limpieza a fondo de una cuadra o de una cuneta -no digo ya una salida en un pesquero- deberían de ser troncales pues a todo ciudadano debería de dársele la oportunidad de adquirir una idea suficientemente aproximada de lo que vale un peine. Nada hay más vehicular que doblarla y enterarse de lo que cuesta ganarse el pan.
Al paciente del psicoanalista le ponen una mancha negra de tinta y ve una mariposa o una calavera. Al español le ponen un vídeo de un tipo paleando la nieve de una acera en el barrio de Argüelles y ve un héroe o un fascista. Dicen que es preferible que la ciudad colapse a que la limpien los ciudadanos, pues para eso pagan impuestos. Mi sugerencia siempre es ayudar y después, quejarse.