El cuaderno de Chapu: "Mi Españita excepcional"
Chapu Apaolaza analiza la actualidad política en La Brújula.
Notas del catorce de julio. Santa Nadia Calviño no quiere etiquetar como una dictadura al régimen cubano. De momento, sabemos que para una parte del Gobierno, el castrismo no es una dictadura y para la otra, no es una democracia. Da medida de dónde está mi Españita que no seamos capaces de ponerle nombre a las cosas.
Han terminado los sanfermines que nunca comenzaron. Pobre de mí y de Pedro Sánchez: el Constitucional le ha tumbado el primer Estado de Alarma que tendría que haber sido de excepción. Apuesto a que Moncloa lo habría llamado “Estado excepcional”. Ah, mi Españita excepcional, extraordinaria. Recuerdo mucho aquellos días y su reino de silencio y de espanto. El mundo saltaba por los aires, la muerte tomaba posiciones entre los bloques de vecinos y nosotros buscábamos en internet el secreto de que te suba la masa de los muffins.
Había dos cosas que estaban muy claras: moríamos como chinches y el Gobierno lo estaba haciendo muy bien. Tezanos preguntaba a la población: “Acaso no son preciosas estas medidas que toma el Gobierno” Si uno dudaba de si estaban encerrando a un país entero por la cara, se sentía como un chalao de esos que forran el cuarto de baño de papel de plata para que la Nasa no les escuche los pensamientos que tienen cuando están sentados en el váter.
Las sentencias llegan al tiempo, como las multas. Sabemos que el Estado de Alarma era inconstitucional un año después de que se levantara. No sé si la justicia es ciega, lo que está claro es que es lenta como ella sola.