¿Salvarán las plantas desaladoras los regadíos?
Ante la crisis de sequía en la que España está sumergida Daniel Prats cuenta en La Brújula las ventajas de las plantas desaladoras para conseguir más agua.
Es una evidencia ya que gran parte nuestro país está en situación crítica por culpa de la sequía. Nos preguntamos hoy cuál sería, o debería ser, la mejor política del agua para nuestro país. Hace unos días se lo preguntaba el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, sobre la base de que, a falta de lluvias, no existe la solución perfecta.
Fijamos nuestra atención es una de esas medidas que mencionaba el presidente andaluz: las desaladoras. Las instalaciones que convierten el agua salada del mar en agua apta para el consumo humano, para usos industriales o para regadíos. En nuestro país hay 765 plantas desaladoras: 360 de agua de mar y 405 de agua salobre - aquella que tiene más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua del mar-. Permiten producir alrededor de 100 m³ de agua al día.
Las desaladoras separan la sal del agua mediante un proceso llamada ósmosis inversa, que requiere dar mucha presión al agua, para después remineralizarla y desinfectarla. Esta técnica necesita un alto consumo energético y un elevado coste de producción, además de coste ambientales. Aunque los avances tecnológicos han ido reduciendo estos costes notablemente.
Para conocer más sobre el futuro del agua en España y los procesos de las instalaciones desaladoras, nos acompaña hoy Daniel Prats, coordinador de proyectos y desarrollo del Instituto del Agua y de las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante.