LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

Psicología: Las emociones, cuando son compartidas, se potencian al máximo

En nuestra sección de psicología de La Brújula hablamos sobre la fuerza de las alegrías compartidas con María Jesús Álava Reyes.

ondacero.es

Madrid |

Estas últimas semanas hemos estado rodeados de grandes explosiones de alegría y júbilo, que han recorrido todos los puntos de nuestra geografía.

En las grandes ciudades, pero también en los pueblos pequeños, millones de personas parecían latir al unísono, compartiendo la misma emoción y exclamando: ¡Qué bien jugamos, hemos sido los mejores del campeonato!; ¡Nos merecíamos ganar!

Ante estas manifestaciones tan intensas, podemos preguntarnos, desde la psicología, qué hay detrás de estos comportamientos multitudinarios, que parecen ir mucho más allá de los acontecimientos meramente deportivos.

Hoy profundizaremos en las causas que mantienen y sustentan estas explosiones de alegría compartida.

La dopamina, esa llamada hormona de la felicidad se dispara en estas ocasiones y nos provoca un estado de exaltación, de bienestar constante. Una persona en solitario, ante la misma situación no llega a sentir esas emociones con la misma intensidad de quien está acompañado.

Es posible que personas a las que no les guste especialmente el fútbol, se pregunten: ¿qué tiene este deporte para suscitar emociones tan intensas?, ¿qué nos dice la psicología a este respecto?

Cuando un deporte es capaz de generar tantas ilusiones, tantas pasiones, tantos momentos de felicidad, bienvenido sea. La psicología nos indica que cuando las emociones son compartidas, se potencian al máximo y se producen estallidos de felicidad que nos elevan más allá de la alegría que experimentamos en solitario".

La gente buscaba ver estos partidos en compañía, no en solitario. Los adultos nos hermanamos ante un buen trabajo bien hecho en equipo. Las emociones cuando son compartidas se potencian al máximo.

La razón por la que el fútbol levanta tantas pasiones "es porque las regalas son muy sencillas, se aprenden rápidamente. Todo el mundo lo vive como si fuera parte del éxito. Es un juego que millones de personas pueden jugar independientemente de su situación o status social. Solo se necesita una pelota que puede, incluso, improvisarse si no se tiene.

Lo único que nos preocupa a los psicólogos de esta situación es que en medio de tanta emoción, algunas personas puedan ver una situación idónea para aprovecharse de alguien.

Una grandeza es el compartir intergeneracional, personas de todas la edades tenían ilusión por ganar. Otra grandeza es la ruptura de las barreras sociales, incluso raciales, y lograr una integración que difícilmente se logra en otros ámbitos.

Otro punto esencial que hace que la alegría sea más intensa es que no partíamos como favoritos y la gente se fue entusiasmando. Al ver a estos chicos nada divos, nada engreídos, muy luchadores, chicos que realmente jugaban en equipo. Todos a una sin buscar protagonismo. El proceso de identificación fue muy sencillo, los veíamos como personas normales, accesibles, humanas que jugaban como si hubieran estado juntos toda la vida. parecían una gran familia y la gente se siente muy identificada con ese sentimiento de unión y de compañerismo.

La reflexión final de nuestra experta es que, ante una explosión como la que hemos vivido estos días, podemos adoptar dos posturas: la crítica, de rechazo, o la positiva. Las ventajas de afrontarlo con buen ánimo son claras: disfrutamos, nos alegramos, compartimos y nos llenamos de ilusiones, alegrías y esperanzas. Qué mejor.