LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

Islas remotas, donde la civilización no llega

Alberto Aparici nos habla hoy sobre los secretos científicos que esconden las islas desiertas

ondacero.es

Madrid |

Imagen de archivo de paisaje helado

Las islas remotas siempre me han producido mucha fascinación. Bueno, pues cuando vi que la lista de Trump incluía ese pequeño archipiélago, las islas Heard y MacDonald, en seguida me fui a mirar dónde estaban, porque no lo conocía. Vi que estaba en el Índico Sur, en el límite ya con el océano Antártico, y me dije "Claro. Dónde iba a estar si no".

Pues porque en el hemisferio sur hay mucha más agua que en el norte, que cojan los oyentes cualquier mapa y lo verán muy fácilmente. Las islas más remotas y aisladas están siempre en el sur, precisamente porque ahí hay menos continentes. De hecho, la isla más remota de la Tierra también la tenemos ahí, en el límite entre el Atlántico Sur y el océano Antártico.

Isla Bouvet

Bienvenidos a Isla Bouvet, un rectángulo de 9×6 km de los cuales el 93% está cubierto de hielo. No os acomodéis mucho, porque no podremos quedarnos mucho tiempo. La isla es la cumbre de un enorme volcán que se levanta desde el fondo del océano, y la única zona medio habitable es una llanura al noroeste que se formó cuando se derrumbó parte de la ladera. Esto ocurrió en algún momento entre 1955 y 1957; antes no estaba, y desde entonces sí está.

Bouvet es esencialmente un montón de hielo sometido a un clima antártico oceánico. La temperatura se mantiene casi constante durante todo el año entre 2 y -4 °C. Pero si nos vamos bajo tierra vemos su verdadera naturaleza, porque a 30 cm de profundidad tenemos unos agradables 25 °C.

Simplemente calculando la distancia a la tierra más cercana. En el caso de Isla Bouvet es la Antártida, que está a 1700 km al sur. Hacia el nordeste, a 2500 km, está Sudáfrica. La isla pertenece oficialmente a Noruega, que tiene allí una estación meteorológica… hasta el próximo terremoto, porque en 2006 hubo uno que les derrumbó la anterior. La nueva la han ensamblado sobre una plataforma de acero, crucemos los dedos y que dure muchos años.

Isla Devon

¿Sabes todas esas islas que tiene Canadá al norte, entre el continente y Groenlandia? Son bastante grandes; entre todas cubren una extensión tres veces mayor que España. Bueno, pues en ese archipiélago está la isla desierta más grande del mundo: Isla Devon.

Efectivamente, no vive mucha gente en ellas, pero en algunas hay comunidades de inuit, bases militares (de esas que servían para vigilar los misiles rusos durante la Guerra Fría) o estaciones meteorológicas. Pero no en Isla Devon, ¡y no porque no lo hayan intentado! En 1934 se reubicó a 50 familias inuits en un asentamiento al sur de la isla, que al cabo de dos años dijeron que ahí no se podía vivir. En 1945 volvieron a intentarlo, pero en 1951 se dieron por vencidos: Isla Devon los había vencido a todos, y sus 55.000 km² (un poco más grande que Aragón) le pertenecen al musgo, a las algas y a los bueyes almizcleros.

La isla tiene un macizo de más de 1000 metros en el este que está permanentemente cubierto de hielo. Pero "cubierto" quiere decir "hielo de más de 500 metros de altura". Y este hielo son malas noticias para cualquiera que viva en las costas.

Podríamos llamarlo así. El aire sobre ese macizo se enfría mucho: está a 2000 metros y en contacto directo con el hielo. Tanto se enfría que se hace más denso que el aire que hay en la costa. ¿Y qué hacen las cosas densas, si las pones en un fluido? Se hunden. En este caso, el aire frío y pesado baja por las laderas, arrastra la nieve y el hielo, y llega abajo a toda velocidad, causando unas ventiscas tremendas. Este fenómeno se llama vientos catabáticos, o sea, "vientos que descienden", y no son exclusivos de Isla Devon. Los inuits de Groenlandia le ponen un nombre aún mejor: piteraq, o sea: "el que viene a atacarnos".