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Las claves sobre en qué nos afecta el "frenazo" del núcleo terrestre

En las claves de La Brújula analizamos con el divulgador científico, Alberto Aparici, en qué nos afecta este "frenazo" del núcleo terrestre.

ondacero.es

Madrid | 27.01.2023 21:56

El núcleo de la Tierra se ha parado. Lo hemos leído en los periódicos digitales y lo hemos visto en las televisiones. Es la noticia científica de la semana, pero ¿cuál es su verdadera relevancia? El cine y la ciencia-ficción nos han transmitido la idea de que sería una catástrofe que el núcleo se parara… pero aquí estamos, como si nada hubiera pasado.

Para arrojar un poco de luz sobre todo esto, el divulgador científico, Alberto Aparici nos explica en qué nos afecta este "frenazo" del núcleo terrestre.

Araici asegura que no se ha parado el núcleo terrestre. Lo que hemos vivido esta semana es un caso de malos titulares, no una revolución científica. Para entenderlo bien vamos a repasar primero cómo es la Tierra por dentro.

Nosotros vivimos sobre la corteza, que es una capa bastante fina. Debajo de ella está el manto, que es una región en la que las rocas están más calientes y se comportan como una especie de plastilina. Y debajo de eso está, al fin, el núcleo.

El núcleo, a diferencia de todo lo de arriba, no está formado por rocas sino por metales; sobre todo hierro y níquel. Y aquí viene lo importante: el núcleo tiene dos mitades muy diferentes. La de abajo, la más profunda, es una bola de metal sólida; muy caliente, sometida a mucha presión, pero no deja de ser una bola de metal muy grande (un poco más pequeña que la Luna). Esto se llama núcleo interno. Pero la mitad de arriba, ojo, es líquida. El metal ahí también está muy caliente pero la presión es menor, así que no solidifica. Esto, que se llama núcleo externo, es una capa de líquido que separa el manto de la bola de metal gigante que hay abajo.

¿Es como si la Tierra tuviera un océano en su interior? ¿Un océano de hierro fundido?

Pues sí. El núcleo externo es un océano de 2000 km de espesor a 5000 ºC de temperatura. Claro, esta estructura tan peculiar permite que pasen cosas curiosas: tienes una parte sólida arriba (la corteza y el manto), una parte sólida abajo (el núcleo interno) y están separadas por un líquido. Esto permite que, en principio, el sólido de arriba y el de abajo giren a velocidades diferentes. El líquido les va a dejar que se des-sincronicen.

¿Y es lo que ocurre?

Sí, pero muy poquito. En primera aproximación toda la Tierra gira más o menos a la misma velocidad: corteza, manto y núcleo giran como si fueran una sola pieza. Pero en las últimas décadas del siglo XX se empezaron a ver indicios de que el núcleo interno quizá giraba un poquito más rápido. Muy poco: cada año el núcleo interno se adelantaba 0,1º a la superficie. Si el círculo completo son 360º, si cada año se adelanta 0,1… pues tampoco es muy grande el efecto.

Lo que se ha descubierto esta semana, y ahora sí que llegamos al quid de la cuestión, es que parece el núcleo interno ya no se adelanta. Que desde 2009 está girando exactamente igual que la superficie.

¿Y a qué se debe entonces esto de “se ha parado el núcleo”?

Pues es abusar un poco del lenguaje. Visto desde la superficie, ahora el núcleo gira a la vez que nosotros, así que "lo vemos parado". Antes, como giraba un poco más deprisa, veríamos "que se nos adelanta". Pero claro, la diferencia es pequeñísima, el cambio es muy chiquitín. Y, desde luego, aquí no se ha parado nadie.

Oye, ¿y a qué se deben estos cambios de velocidad del núcleo?

Pues a que las capas que tiene arriba tiran de él. El núcleo externo, el que está líquido, es donde se genera el campo magnético, y como el núcleo interno es una bola de metal el campo magnético puede moverlo. En general el campo magnético trata de acelerar al núcleo interno. Por otro lado, en el manto hay como "grumos de roca" que con su gravedad también afectan al núcleo interno; esa gravedad del manto, en general, tiene a frenar al núcleo. Estos dos efectos están continuamente compitiendo, y cuando gana uno el núcleo se acelera un poco y cuando gana el otro, se frena.

Los autores del artículo que ha dado lugar a esta discusión, que son dos geofísicos chinos, Yang y Song, creen ver en sus datos que esta aceleración y deceleración podrían ser periódicas. Que el núcleo se pasa unos 50 años girando más rápido que la superficie, luego 10 ó 20 girando a la misma velocidad, y después otros 50 años girando más lento. Pero ojo, estas conclusiones son todavía preliminares, sus datos son… bueno, podrían ser de mejor calidad, y sólo observan la mitad de este ciclo, desde 1960 hasta la actualidad. Así que tranquilidad, que esto todavía es ciencia que se está cocinando.

Estos cambios en la velocidad del núcleo ¿nos afectan a nosotros de alguna forma?

Como el cambio es muy pequeño el efecto es también muy pequeño, pero en principio esto debería afectar a la duración del día. Esencialmente, si el núcleo interno gira más lento la superficie reacciona girando un poco más rápido, y el día sería un poco más corto. Y al revés: si el núcleo gira un poco más rápido la superficie girará más lento y el día será más largo. Pero las diferencias son pequeñísimas, de menos de un milisegundo… así que vamos, nosotros no nos vamos a enterar de nada. El efecto podría ser interesante para los que hacen modelos climáticos a muchos años vista, porque la duración del día afecta a cuánto sol llega a la superficie y podría tener algún efecto en el clima. Pero lo que digo: efectos pequeños, interesantes para los especialistas pero nada de catástrofes naturales ni cosas impactantes en plan película.