La carta de Ónega a las víctimas de la DANA: "No puedo hacer otra que saludaros, personas castigadas por el agua que es vida, pero es también destrucción"
Fernando Ónega dirige su carta, en La Brújula, a las víctimas de la DANA.
Ahora que ha terminado la dana, quiero escribirte a ti, ese hombre de campo a quien hemos visto llorar en la tele porque lo habías perdido todo. Quiero escribir a ese anciano de 90 años que fue rescatado por un vecino y lo que quería salvar del agua bravía eran las fotos de su esposa, su patrimonio de memoria y amor.
Y a ti, familia que has depositado en la calle todos tus enseres, ya inservibles, como quien hace un funeral. Y a ti, labrador de las tierras inundadas, que has perdido tu cosecha. Y a ti, comerciante del pequeño negocio arruinado. Y a los que habéis visto cómo la riada arrastraba vuestros coches y los dejaba amontonados como juguetes usados de niños. Y a vosotros, los servidores públicos de Protección Civil y Emergencias, de la Guardia Civil, de las policías locales, nacional y Mossos d’Esquadra, a los bomberos de Toledo, de Madrid, de Castilla la Mancha, de Ávila, de la Comunidad Valenciana y de Cataluña que tantas vidas habéis salvado, a tantas gentes habéis ayudado y entre incendios e inundaciones os estáis convirtiendo en servicios imprescindibles. No hay dinero para pagaros.
Dicen que es el cambio climático, seguro que sí. Dicen los viejos de los pueblos, los que tienen memoria de riadas y temporales, que no recuerdan nada igual. Y dicen los técnicos que vendrán nuevas danas y cada vez serán más frecuentes y cada vez más crueles y cada vez veremos más escenarios que son como de guerra, la nueva guerra que nos ha declarado la Naturaleza cabreada por los desmanes del hombre. No puedo hacer otra que saludaros, personas y familias castigadas por el agua que es vida, pero es también destrucción.
No puedo hacer otra cosa que intentar un testimonio de solidaridad. Pero sí puedo dirigirme a los poderes públicos y decirles: señoras y señores gobernantes de todos los niveles, municipal, autonómico, estatal, incluso europeo, aquí tenéis a las víctimas del desastre ecológico que entre todos hemos provocado. Mirad sus casas. Mirad sus campos y negocios arrasados. Oíd su impotencia. Escuchad su lamento y su miedo. No son culpables de nada. Solo son afectados. Socorredlos. Y ahora que preparáis los presupuestos del año que viene, sed previsores y dotad una partida que se llame llanamente “por lo que pueda ocurrir”.