Así funciona esto: La política fiscal
Ana Comellas explica en 'Así funciona esto' el funcionamiento de la política fiscal europea.
Un déficit público por debajo del 3% del PIB y una deuda pública menor al 60%. Estos son dos de los criterios que debe cumplir un país de la Unión Europea para adoptar el euro como moneda nacional.
Ya hemos hablado de política fiscal varias veces, aunque no le hayamos puesto esa etiqueta. La política fiscal está en los Presupuestos Generales del Estado, en la Seguridad Social, en la deuda pública; pero ahora vamos a hilar todas esas perlas y entender mejor la economía. La política fiscal es el área de la economía que se centra en la gestión de los recursos de los que dispone el Estado. Es decir, con la política fiscal un gobierno decide cuánto y en qué gastar el dinero público, y cómo conseguir ese dinero. Va de todo lo que gestiona ese gobierno, porque es la traducción, a dinero, de la política: cuántos impuestos pongo, a qué y a quién, y en qué me lo gasto: sanidad, educación, infraestructuras, la propia Administración… Como ya supondrás, son los PGE los que recogen toda esta política fiscal, esta redistribución de renta que es lo que, en última instancia, hace un Estado.
La política fiscal es determinante en la economía de un país, porque influye en todas las variables macroeconómicas, desde su crecimiento a su nivel de empleo, pasando por los precios.
Te pongo un ejemplo fiscal pero no político… Como reina de mi casa decido impulsar la industria de recogida de calcetines usados del suelo, de la que tengo el monopolio. Mi objetivo es reducir la contaminación ambiental de Comellilandia, así que voy a poner un impuesto a los calcetines tirados, digamos de 1 euro por calcetín. Y para asegurarme que cobro el euro, lo voy a deducir directamente de la paga semanal. Con ese dinero, voy a subvencionar los gastos psicológicos que causa la adolescencia en nuestro reino.
Esta medida va a influir en el mercado del tiempo, porque va a hacer que los agentes económicos inviertan en recoger calcetines para pagar menos impuestos y que su renta disponible sea mayor. Y te digo que como ahora mismo me presente en mi casa, recaudo 10 euros fácilmente.
También podría hacer otra cosa… puedo subvencionar la recogida de calcetines, y dar un euro por cada calcetín recogido. Y fíjate que el efecto en la economía podría ser muy distinto… porque un adolescente avispado podría encargarse de recoger los calcetines de todos y cobrar la subvención. Los Presupuestos Generales de mi Estado tendrían que tener en cuenta el pago de esa subvención y subir impuestos en otras áreas para compensarlo, o endeudarse para hacerlo.
El caso es que cuando un gobierno decide poner un impuesto especial a un producto, o reducir el tipo de IVA en otro, está influyendo en las decisiones económicas de familias y empresas, porque la demanda de esos bienes va a aumentar o disminuir según disminuya o aumente su precio.
De la misma manera, cuando con el gasto público, el gobierno invierte en una industria o subvenciona determinadas actividades, también influye en las decisiones de las empresas.
La política fiscal va más allá de la mera recaudación o del gasto público: a largo plazo, define la economía de un país y su crecimiento. Y ahora mismo, es el Plan de Recuperación una de las concreciones de la política fiscal.
La política monetaria
La otra gran pata de la política económica es la política monetaria, crear dinero. Yo puedo financiar esa subvención imprimiendo billetes nuevos, pero eso también tiene un efecto en la economía, que es la inflación, por una parte, y la depreciación de mi moneda, por otra. En nuestro caso, las decisiones de política monetaria están cedidas al Banco Central Europeo, que es quien decide la cantidad de dinero que hay en la Eurozona subiendo, o no, los tipos de interés.
Precisamente, con la Unión Monetaria, los gobiernos ya no iban a poder utilizar la política monetaria para regular sus economías, así que en el Tratado de Maastricht se definieron esos límites en la política fiscal, para que todos los países estuviésemos más o menos en la misma situación económica y la política monetaria a aplicar pudiese ser común a todo.
La deuda pública
Ya vimos que el déficit público es lo que los gastos superan los ingresos (o cuánto de más nos gastamos respecto a lo que recaudamos) y ese gasto de más, como no podemos imprimir más dinero, sólo podemos pagarlo endeudándonos. La deuda pública es la suma de todos los déficits que tenemos a lo largo de los años.
Si una vez dentro de la Unión Europa, la economía de un país se desvía de esos objetivos del 3 y el 60%, se establece un procedimiento de déficit excesivo para que ese país vuelva, lo antes posible, a la senda de la estabilidad.
Pero ahora mismo es imposible y por eso Bruselas suspendió las reglas de déficit y deuda en 2020 con el inicio de la pandemia, porque entiende que, para salvar las economías europeas, la política fiscal, el gasto que tienen que hacer los gobiernos, debe ser expansivo. Los gobiernos tienen que invertir, gastar, ingresar en los hogares, lo que la economía no puede hacer por sí misma debido a la crisis. Y lo tiene que hacer sin subir impuestos por la misma razón.
Pero este “crucis” en la política fiscal tiene un límite, y 2022 va a ser el último año; en 2023 vuelven las reglas del 3% de déficit anual y 60% de deuda pública.
Eso no significa que el 1 de enero de 2023 vayamos a tener Úrsula Von der Leyen firmando un procedimiento de déficit excesivo y trayendo a los hombres de negro, pero sí que tendremos que disponer de una serie de medidas para que en el medio plazo estemos dentro de esos márgenes de convergencia.
Pues sin ser la reina de corazones de Alicia en el País de las Maravillas, la de “que le corten la cabeza”, te diré que los primeros a los que nos interesa bajar los niveles de déficit y de deuda es a nosotros, aunque sólo sea porque si no, las medidas del BCE no van a ser precisamente las que necesitemos, sino todo lo contrario.
Si toda Europa tiene poca deuda y mucha inflación, el BCE va a tener clara su política monetaria: subir los tipos de interés, retirar dinero de la economía, para bajar la inflación.