Territorio negro: Los soliloquios que delataron al asesino de Manzanares
Manu Marlasca y Luis Rendueles nos hablan de lainvestigación por el crimen de Juan Miguel Isla, un empresario vecino de Manzanares.
Manzanares es un pueblo de Ciudad Real, conocido por sus vinos. Es una zona tranquila y sin problemas de delincuencia. Pero allí, en Manzanares, han desaparecido dos empresarios en los últimos años. El cuerpo de uno de ellos, el cadáver de Juan Miguel Isla, fue recuperado de un pozo por la guardia civil el 14 de marzo pasado. En este territorio negro, Manu Marlasca y Luis Rendueles, buenas tardes, nos van a explicar cómo llegó la Guardia Civil hasta ese pozo, hasta el asesino de Juan Miguel y hasta la persona que le ayudó a tirar el cadáver en esa finca a las afueras del pueblo.
Bien, empecemos a explicar la operación Mancanti, los que faltan, los desaparecidos en italiano. Hay un hombre, un empresario dueño de fincas de Manzanares, Juan Miguel Isla, que va al pueblo para cobrar parte de la venta de una de esas fincas suyas
Eso es. Juan Miguel Isla está separado, tiene dos hijos veinteañeros. Vive en Alicante y desde allí va el 22 de julio hasta Manzanares en su coche, un Renault Clio. En su pueblo le espera un conocido suyo de hace muchos años, Antonio Caba, que le está ayudando a vender una enorme finca a dos hermanos empresarios.
Caba ha ayudado a Juan Miguel a cerrar el trato. El terreno se va a vender por un millón trescientos cincuenta mil euros. Se hacen varias transferencias de 200.000 euros cada una. Los últimos pagos, de 50.000 euros, se hacen en persona y en metálico. Esa mañana, la del 22 de julio pasado, Caba y Juan Miguel van a casa de los compradores, que les dan el dinero, el último pago, en una bolsa de plástico.
En teoría, Juan Miguel Isla coge su coche y se dirige hacia Alicante con esos 50 mil euros, pero no llega nunca. Desaparece.
Eso es. La familia denuncia su desaparición y empieza una investigación para localizarlo. Se toma declaración a varias personas en Manzanares, entre ellos claro a Antonio Caba, que dice que le dejó con el dinero sano y salvo camino de Alicante y que no ha sabido más de él. Caba sigue viviendo en el pueblo y, lógicamente, es una persona de interés para la investigación de la Guardia Civil, pero no hay ni una sola prueba contra él.
Durante varios meses, los investigadores recuperan testimonios, buscan imágenes de cámaras de seguridad, tratan de seguir los pasos del desaparecido.
Eso es. Encuentran una imagen de Isla viajando como copiloto en el coche de Antonio Caba, un BMW, rumbo a la finca donde le iban a pagar. Los dos compradores cuentan a la Guardia Civil la misma historia: le han dado el dinero en una bolsa de plástico, Juan iguall Isla lo contó y se fue.
La investigación parece estancada, pero los guardias civiles recuperan también otro caso abierto y misterioso en un lugar relativamente pequeño como Manzanares, con unos 18 mil vecinos. Desde junio de 2019 está desaparecido otro empresario, Jesús González, que también había tenido tratos de dinero con Antonio Caba.
Llega el mes de enero y no hay grandes novedades. La UCO de la Guardia Civil decide pedir colaboración ciudadana para, al menos encontrar el coche del último desaparecido, Juan Miguel Isla.
Así fue. Se difunde la imagen de ese Renault Clio y también su matrícula en medios y redes. Y la respuesta es casi inmediata. Un vecino de Albacete se pone en contacto con la Guardia Civil, ese coche está aparcado en un polígono de las afueras. El caso revive, digamos. Los guardias civiles vuelven a Manzanares y vuelven a hacer preguntas sobre Caba, sobre fincas, sobre terrenos… Para entonces, los guardias ya tienen pinchado el teléfono del que sigue siendo el principal sospechoso, Antonio Caba, que ha seguido haciendo su vida normal en Manzanares.
Durante estos meses, Caba toma muchas precauciones, casi no habla por teléfono y, lo que es más llamativo, pide a algunas personas que le llaman que no hablen demasiado por el móvil y queda con ellos en persona para verse de forma discreta, en garajes o coches. Lo que no sabe es que, además del teléfono pinchado, Caba tiene en su coche lo que los investigadores de la Guardia Civil llaman “un canario”.
A ver a ver, que en estos años creo que nunca habéis hablado de un canario. ¿Qué es un canario para la Guardia Civil?, porque no será un pájaro de los territorios de Medio Ambiente de Gallego, claro.
En nuestros territorios, un canario es un micrófono, un dispositivo de escucha instalado, por ejemplo, en un coche. Es algo que logra que un sospechoso “cante”, como los canarios, que hable, que confiese porque piensa que nadie le está escuchando. Caba, un tipo amante de las armas y conocido de varios guardias civiles del pueblo, sabía que su teléfono estaba pinchado, pero no sabía que tenía un canario en el coche. Y cuando la cosa se puso caliente, sobre todo durante este mes pasado, no pudo evitar pensar en voz alta mientras conducía solo. La Guardia Civil lo llama en sus informes a la jueza encargada del caso sus “soliloquios”.
Vamos a situarnos. Un hombre sospechoso de hacer desaparecer a un empresario. El cadáver de ese empresario no ha aparecido. Y el sospechoso habla en su coche, cuando va solo, y esos soliloquios son grabados por un canario, un micrófono que le ha puesto la Guardia Civil.
Eso es. Todo se desencadena a principios de marzo. El día dos, una empleada de una inmobiliaria de Manzanares llama a un vecino, Gaspar Rivera, un jubilado del pueblo con demasiada afición a las tragaperras. Le dice que la Guardia Civil anda preguntando por una finca que había pasado inadvertida hasta ahora, una pequeña parcela que Rivera y su amigo, Antonio Caba, habían comprado a Juan Miguel Isla, el empresario desaparecido, días antes de que este hombre se esfumara para siempre.
El jubilado Rivera no puede contenerse y llama por teléfono a Antonio Caba. Le dice que tienen que verse, que es urgente. No le dice por qué. Los dos son las únicas personas que saben que dentro de esa finca, en un pozo, tiraron el cadáver del empresario. Es una finca pequeña, que hasta entonces había pasado desapercibida. Caba acepta verse con él. Coge su coche, pero ya va muy cabreado.
Y ese micrófono, ese canario que hay en su coche recoge todo lo que va diciendo.
Vamos a leer la transcripción de lo que dice este supuesto asesino, que está muy enfadado por la imprudencia que ha cometido su cómplice, Gaspar, al llamarle por teléfono. Caba dice en voz alta: “Ya nos hemos… Porque eres tonto, eres tonto, llama… ¡Que tengo el teléfono intervenido, muchacho! Pero ¿tú estás bien de la cabeza? ¿tú estás bien de la cabeza? Te acabas de echar el delito encima. ¿Eres tonto o te falta un agua?
Caba había logrado hacer desaparecer el cadáver del empresario, pero claro, con esa llamada de su cómplice los dos están en el punto de mira. Imagino que se verían en persona para hablar de que la cosa se ponía fea para ellos o para trasladar el cadáver a otro sitio
El micrófono del coche, ese canario, sigue captando el enorme enfado de este tratante de fincas. Caba continúa con sus soliloquios antes de ver en persona a su amigo Gaspar. Vamos a leer alguno más: “Qué cojones me llamas con la que hay… Y coge y me llama y me dice que vaya urgente. Pero, ¿tú te crees que es normal? Ahora ya no hay escapatoria, ya no… Está todo el mundo hablando de… y coges y me llamas. Qué urgente ni qué pollas. Y todo intervenido. ¿Me llamas para esto? ¿Es que no puedes coger el puto coche y acercarte? Que estás siempre igual, ¿qué has hecho con el dinero?
Finalmente, los dos hombres, Caba y Gaspar, se ven esa tarde durante apenas siete minutos en el aparcamiento de una gasolinera de Valdepeñas. Saben que están bajo el foco de la Guardia Civil. Y no pueden evitar acercarse por la carretera para comprobar si los investigadores están registrando ya la finca o andan por ahí cerca. Lo hacen al menos en dos ocasiones y aunque toman precauciones, como no llevar sus teléfonos móviles, las dos veces, lógicamente, están siendo vigilados por los investigadores de la UCO y por ese canario del coche tan decisivo en este asunto.
Van en el coche de Caba, pasan por delante de la finca donde han tirado el cadáver del empresario desaparecido hace siete meses y ese micrófono sigue captando lo que dicen. Esto ocurre el 3 y el 8 de marzo.
Eso es. Por ejemplo, en uno de esos recorridos Caba dice: “Hay que tener cuidado con ese mierda. Nos acercamos ahora que no llevamos móviles, un momento. Vamos a acercarnos un poco, es que ahora mismo, viernes por la tarde… Vámonos, vámonos y que sea lo que Dios quiera”.
Esos días, los investigadores que escuchan ese micrófono instalado en el coche de Caba lo ven derrotado, pesimista. Todo indica que el cuerpo del empresario desaparecido puede estar en esa finca. Caba sigue hablando consigo mismo cuando se queda solo en su coche, donde se siente seguro: “Bueno, Antonio, hasta aquí hemos llegado, amigo mío. Hasta aquí hemos llegado, pues hasta aquí hemos llegado, amigo… Esto está ya, listo para sentencia”.
Tenía razón porque unos días después, el 14 de marzo, la Guardia Civil registra esa finca. Durante el registro están presentes Caba y Gaspar, que van a ser detenidos. Dentro del pozo de la finca, los buzos de la Guardia Civil recuperan el cadáver del empresario Juan Miguel Isla.
Así fue. Durante ese registro, Antonio Caba no dice nada, aun no ha dicho nada ahora que está en prisión. Pero su amigo Gaspar Rivera, el jubilado aficionado a las tragaperras, decide confesar. Cuenta su verdad primero ante la Guardia Civil y luego ante la jueza encargada del caso, que lo ha enviado a la cárcel. Explica lo que se encontró en la finca cuando su amigo le pidió que fuera a ayudarle.
Este hombre confiesa que ayudó a deshacerse del cadáver del empresario. Supongo que a cambio de dinero.
Exacto. Gaspar Rivera declaró también que Caba le prometió 25.000 euros si le ayudaba. Cuenta que Caba le dijo que había matado con una pistola a Juan Miguel Isla, y que entonces él le ayudó a llevarlo a la otra finca y a tirarlo a un pozo. Y que también llevó el coche de Isla hasta Albacete, donde lo abandonó y tiró las llaves para despistar a los investigadores. Por ese asunto, según su versión, Caba le dio unos 500 euros.
¿Eso fue cierto? ¿Y por qué un jubilado se mete en ese lío tan terrible y ayuda a deshacerse de un cadáver?
Todo cuadra con esa confesión. La cámara de una gasolinera de Membrilla, un pueblo cercano a Manzanares, capta las imágenes de Rivera, que se ha parado, echa gasolina en el coche de Isla y compra una Pepsi y un 'bollycao' para seguir viaje y abandonar el coche del empresario asesinado en Albacete.
Y preguntabas también por los motivos para participar en algo tan terrible. Uno importante es el dinero. Gaspar Rivera tiene un serio problema económico, no tiene dinero ni cobra la pensión, que la tiene embargada. Lo cierto es que Rivera tiene un serio problema con las máquinas tragaperras. Durante los seis meses que ha durado la investigación de este asunto, este jubilado fue 282 veces a diferentes salas de juego de la zona. De hecho, el día que ayudó a tirar el cuerpo de la víctima a ese pozo de la finca, Rivera estuvo jugando más de cuatro horas, en dos turnos diferentes, en un salón de juegos de Valdepeñas.
Estos dos hombres están en prisión, pero la investigación por el crimen de Juan Miguel Isla no ha terminado.
Exacto. Faltan los resultados de la autopsia del cadáver, que darán pistas y respuestas sobre cómo murió Juan Miguel Isla, a pesar de que el cuerpo llevaba siete meses y medio en el pozo. No se ha encontrado el arma del crimen, que Caba dijo a Gaspar que no era suya, luego puede haber alguna otra persona que participara al menos de forma colateral. También faltan al menos 100.000 euros de dos de los pagos en metálico por esa finca. Y también falta por encontrar el cuerpo del otro desaparecido, el otro mancanti de Manzanares, Jesús González Borrajo. Una desaparición casi gemela de la de Juan Miguel Isla.
Es otro empresario de Manzanares que digamos que hace tratos o negocios con este Antonio Caba antes de desaparecer, en el año 2019.
Eso es. Jesús tenía algunos negocios de tragaperras en Paraguay. Se habló en su día de que detrás de su desaparición podían estar sicarios de ese país y otras historias más o menos imaginativas. Lo cierto es que Jesús se había hecho bastante amigo de Antonio Caba y también andaba en temas de dinero con él poco antes de desaparecer. La Guardia Civil considera en sus informes que Caba está “fuertemente vinculado” a la desaparición de Jesús porque existen algunas similitudes entre los dos casos que, dicen, “dificílmente pueden deberse al azar”.
También hay dinero desaparecido en esta historia. Y también en metálico.
Caba había hecho de intermediario en la venta de un Mercedes que tenía Jesús antes de desaparecer. Lo vendió a otro vecino de Manzanares por unos 14 mil euros. Además, la Guardia Civil ha descubierto que Jesús le había prestado dinero a Caba, dos préstamos por un total de 24.380 euros el 3 y el 17 de marzo de 2019. Caba tenía que empezar a devolver el dinero el 25 de mayo y el 25 de junio de 2019. Seis días antes, Jesús González desapareció para siempre. Aun se busca su cuerpo.