Territorio Negro: Operación Princesita. El precio de un bebé
Ella no lo sabe, es una princesita, todavía no ha cumplido los dos meses de vida, pero su madre y los que iban a ser sus padres están acusados de un delito contra las relaciones familiares. Y tan pequeña ya ha dado nombre a una operación de la Guardia Civil, operación Princesita, su madre está acusada de cobrar 10.000 euros por gestarla, de hacer de vientre de alquiler. Traemos esta difícil historia de una pareja, dos hombres, que quieren ser padres y han acabado en los juzgados.
Esta historia nace, nunca mejor dicho, el 19 de octubre, cuando Sonia Calvente, una joven de 28 años con bastantes problemas económicos y que ya tiene dos hijos, acude al hospital Virgen de las Montañas en Cádiz para dar a luz a su tercer bebé, una niña. En los pasillos del hospital está el presunto padre, un peluquero de Llanos de Vícar, en Almería, que se llama Juan José. No va a ser un parto más
No, porque la Guardia Civil ya ha puesto en marcha la operación Princesita. Sospecha que Sonia ha hecho de vientre de alquiler, algo prohibido en España, para engendrar un bebé para Juan José y su pareja, otro peluquero con quien vive y trabaja en la provincia de Almería.
Mientras Sonia está dando a luz, el supuesto padre, Juan José, recibe este mensaje de whatsapp de su novio: “estás cometiendo un montón de errores, no eres cariñoso con ella, muy distante para una mujer que está de parto, ¿no crees? Su novio le responde “ok” y el otro continúa: “no sé si será peligroso estar aquí los dos… No pasa nada, no? Dos maricones, y más con lo que se te nota con los nervios”.
O sea, Sonia va a dar a luz a un bebé precioso, que va a pesar 3 kilos 400 gramos, y se lo va a entregar a esta pareja de peluqueros de Almería. Eso no lo niega nadie. El problema es que los padres y Sonia dicen que no hubo dinero por medio y la Guardia Civil cree que sí hubo varios pagos. Lo cierto es que tres días después del parto, la madre entrega a la recién nacida a la pareja de peluqueros, que se la llevan a su pueblo, en la provincia de Almería. La Guardia Civil les sigue los pasos y fotografía la comida en un restaurante de Roquetas de Mar en la que los dos hombres presentan a su familia al que ya es su bebé. Hay muchos nervios y una vez más los mensajes que se cruzan entre los dos novios lo revelan: “Mi tía Gador llorando, mi madre por otro lao, mi padre regañándome, que vamos a la cárcel, en fin…”, escribe Juan José a su pareja, Luis, que contesta “jajaja”.
La Guardia Civil va investigando la historia de la madre, de Sonia. Y encuentra algunas lagunas, algunas mentiras Sonia había vivido en San Pedro de Alcántara, tenía ya dos hijos de dos parejas anteriores, que ahora tienen 9 y 5 años, y se había trasladado a vivir a Villamartín, un pequeño pueblo de la sierra de Cádiz. Allí tiene una nueva pareja. Pero ambos están sin trabajo y acuden a los servicios sociales en busca de ayuda.
Y esa empleada de servicios sociales la ve embarazada, claro. Y la vuelve a ver después del parto. Sonia le confiesa que se había quedado embarazada por encargo, que le iban a pagar 10.000 euros. Después del parto, cuando la trabajadora municipal vuelve a verla, Sonia le cuenta que ha sufrido un aborto y que había donado el feto a la ciencia para investigación.
Pero esa niña ha nacido y está viva, aunque ya no está con su madre biológica. La Guardia Civil decide llamar a declarar a Sonia, a la madre. Luis, uno de los dos padres, le escribe por whatsapp para explicarle lo que tiene que decir: “dice Juanjo, por si te investigan o te preguntan algo de dinero, pues tu siempre niégalo, que no ha habido dinero. Y si te investigan o algo (que no creo) pues lo de las transferencias, que eran para comer y que te alimentaras bien”. Ella responde secamente: “voy para el cuartel, cuando salga te aviso”.
La madre insistía en que había dado a la niña a la pareja de peluqueros sin cobrar ni un euro porque ella no tenía medios para sacarla adelante. Los padres también declararon que todo había sido de forma altruista, sin dinero por medio.
Y la madre sale del cuartel en condición de investigada. También se van a descubrir nuevas mentiras, sobre todo, el pago a la madre de algunas cantidades, algo que está prohibido en España. Los guardias civiles descubrieron que la pareja de peluqueros había entregado un total de 6.000 euros por transferencias bancarias y también en envíos postales desde que se quedó embarazada. Sospechan que el resto del dinero del que había hablado la madre que cobraría, hasta 10.000 euros, se entregaría después de inscribir a la recién nacida en el Registro Civil.
Y los dos hombres, los que iban a criar a la niña como una familia, también son detenidos y acusados. Luis y Juan José empezaron mintiendo. Negaron que formaran una pareja sentimental. Las vigilancias de la Guardia Civil demostraron lo contrario. Ellos comprobaron con sus ojos la “relación afectiva” entre la pareja, que vive y trabaja unida. En el móvil de Luis, la guardia civil encontró hasta diez números de teléfono distintos archivados bajo un mismo nombre: “Vientre de alquiler”, como suena. Lo que contó Juan José, que se ha definido luego como gitano y homosexual, fue que había conocido a Sonia el verano de 2015 en una discoteca de Marbella y que habían tenido relaciones sexuales esporádicas en aquellos días
Y la mujer, la futura madre, respaldó esa historia: verano en Marbella y noches de sexo ocasional. De hecho, había recibido en su movil, de parte de la pareja de peluqueros, el guión con lo que tenía que decir. Juan José, el supuesto amante, le envió mensajes a su móvil con esa historia: “nos conocimos en San Pedro en junio, yo estaba de vacaciones. Empezamos una relación a distancia y nos veíamos algunos fines de semana. Yo conocía a tus hijos y salíamos todos juntos. Yo, como tu amigo. Y en febrero quedaste embarazada”.
El problema fue cuando un guardia civil decidió pedirles detalles. ¿Dónde habían tenido esa relación sexual aquel verano? ¿En qué hotel? La mujer contó entonces que lo habían hecho dentro del coche. Le preguntaron lo mismo al hombre, a Juan José. El dijo que había sido en la playa.
Y las investigaciones de la Guardia Civil dan un paso más. La niña no había sido fruto de aquella relación esporádica, fuera en el coche o en la playa, sino que había sido fruto de una inseminación artificial en una clínica del IVI en Benalmádena, Málaga
Los guardias civiles descubren que Sonia, la futura madre, se había sometido en ese verano de 2015 a una inseminación artificial en la clínica IVI. Que entonces no tuvo éxito. Y que regresó a la clínica en enero de este año para someterse a una segunda inseminación. Las fechas, esta vez, coinciden con el futuro embarazo y el nacimiento de la niña. Esos tratamientos son caros, en torno a 1.600 euros, y Sonia no podía, en su situación, pagárselos.
Y un indicio más, una conversación en la que la madre, Sonia, pregunta cuánto tiempo tiene que esperar para volver a quedarse embarazada. Sonia llamó a una amiga que trabaja de enfermera y le preguntó sobre los riesgos para ella y el posible bebé si volvía a quedarse embarazada de inmediato, durante la cuarentena tras dar a luz a su hija. No sabemos si quería quedarse embarazada de su pareja real, un hombre llamado Joaquín, o podría volver a ser madre por encargo digamos.
Los tres protagonistas, los dos peluqueros y la madre están investigados. La niña está bien atendida, en un centro de protección de menores llamado Indalo, de la Junta de Andalucía. La semana que viene cumple dos meses. La madre está acusada de un supuesto delito contra las relaciones familiares, penado con entre uno y cinco años de cárcel. Lo que se conoce como vientre de alquiler o gestación subrogada, permitido por ejemplo en Canadá o algunas zonas de Estados Unidos donde han acudido famosos artistas españoles para cumplir su sueño de ser padres, está prohibido en España.
En cuanto a los dos padres o aspirantes a padres, también están siendo investigados por el mismo delito. Han iniciado una campaña en change.org para lograr recuperarla o al menos que les dejen verla, algo que el juez ha prohibido expresamente. Ahora sostienen que el esperma usado en la inseminación de Sonia fue de uno de ellos, de Juan José. Si las pruebas de ADN confirman eso, sería una buena baza a su favor, al fin y al cabo, y después de tantas complicaciones, él sería entonces para siempre el padre de la niña.