Eufemiano Fuentes. Asterix creció en España
Es un médico brillante y vanidoso. Lleva 25 años al filo de la navaja y conoce los secretos del dopaje, los territorios más negros del deporte español. Se llama Eufemiano Fuentes, le conocen como Asterix y se enfrenta estos días al juicio de la Operación Puerto, la mayor trama de dopaje desarticulada en España, en la que estaban implicados los mejores ciclistas del mundo. De cómo Asterix encontró en España terreno abonado para montar una próspera industria del dopaje con clientes de todo el mundo y de por qué sigue funcionando tan bien en nuestro país esa industria clandestina, mal que nos pese, hablamos en Territorio Negro.
Acaba de empezar el juicio contra el doctor Fuentes, su hermana Yolanda y algunos de sus clientes: los directores de equipos ciclistas Manuel Saiz y Vicente Belda, Juan Ignacio Labarta. Fuentes se sienta en un banquillo por primera vez desde que hace 25 años protagonizara un primer caso de dopaje…
Eufemiano Fuentes fue jefe de los servicios médicos de la Federación Española de Atletismo entre 1984 y 1988. La que hoy es su esposa, Cristina Pérez, era entonces una joven atleta que batió los récords de España de cien y cuatrocientos metros vallas. Fue tercera en el Europeo de aquel año, 1988. Y poco después dio positivo en un control antidopaje por haber tomado una variedad de anfetamina.
El positivo se anuló por un defecto de forma. El vicepresidente de la federación de atletismo era entonces José María Odriozola, hoy recién reelegido presidente. Por allí andaba ya también un entrenador muy peculiar, Manuel Pascua Piqueras. Eufemiano Fuentes, eso sí, dejó de ser el jefe de los servicios médicos. Ya en 1984 había habido cinco casos de dopaje que se habían tapado.
Hablamos de 1988, recuerden, y ya se sabía que este doctor Fuentes hacía trampas. Y no se le detiene hasta 2006, casi veinte años más tarde. Durante todos esos años, e dedicó sobre todo al mundo del ciclismo. Fue médico de varios equipos y en 1990 y 1991 fue el doctor del equipo ONCE, que dirigía Manuel Saiz y que asombraba al mundo por su rendimiento. Allí corrían, por ejemplo, Marino Lejarreta y Melchor Mauri. En el año 92 fue médico de la federación de atletismo en los juegos de Barcelona…
Su esposa, Cristina Pérez, dijo al diario La Provincia de Las Palmas en 2008. “Sé lo que pasó en los juegos olímpicos de Barcelona, es una caja de Pandora”. Aunque, como hace siempre Eufemiano y está haciendo otra vez en el juicio de la operación Puerto, amagó y no dio. Allí el deporte español ganó 22 medallas, el cuádruple de lo habitual. Y el atletismo en concreto estuvo espectacular.
Eufemiano Fuentes participa entonces de ese éxito, de ese milagro nacional. Y sigue alternando sus trabajos entre atletismo y ciclismo. Pasa a ser médico del equipo Kelme hasta el año 2002. Es la mejor etapa del Kelme. Corredores como Fernando Escartín, Botero, Aitor González y Sevilla protagonizan grandes gestas en el Tour de Francia y la Vuelta a España. Durante un año colabora también con el equipo de fútbol de la Unión Deportiva Las Palmas, hasta que empleados del Rayo Vallecano denuncian, en 2001, la aparición de jeringuillas en el vestuario tras un partido contra los canarios.
En 2005 anuncia su retirada del deporte para dedicarse a investigar una enfermedad que padece su hija. En ese mismo año Roberto Heras había dado positivo tras ganar la vuelta a España. Jesús Manzano había denunciado sus prácticas. Así que su puesto en Kelme lo heredó su hermana, Yolanda, ahora también acusada. Allí siguen Vicente Belda y Juan Ignacio Labarta. Y sí, en efecto, su hija padece una grave enfermedad. Pese a ello, Eufemiano sigue trabajando con deportistas.
La Guardia Civil empezó la operación Puerto por la basura. Cinco agentes se apostaban a la salida del apartamento donde recibía en Madrid a sus clientes Eufemiano Fuentes. Primero estaba en la calle Alonso Cano y lo llamaban la comisaría, porque estaba muy cerca de una jefatura de policía. Luego, se mudaron a otro lugar que llamaban la pizzería. Allí trabajaba el doctor Merino Batres, con una máquina similar a la utilizada por el ejército de Estados Unidos, la ACP-215. Y entre los cubos de basura se dejaban luego todo tipo de bolsas de sangre, suero… materiales imprescindibles para las transfusiones de sangre que se hacían en ese apartamento. Los guardias civiles rebuscan y recogen de la basura esas pruebas y piden al juez que se intervengan los teléfonos y que se haga un registro de la “pizzería”.
Había otro médico en esta historia, y un médico muy bueno, el doctor José Luis Merino Batres, a quien los miembros de la trama llamaban Obelix. El doctor Batres era jefe de hematología del hospital de La Princesa. No está siendo juzgado estos días porque padece alzheimer. Siete años atrás, cuando lo detuvieron, confesó, y leemos su declaración: “tenía conciencia de estar haciendo una falta y algo no muy moral. Puede ser una inmoralidad, pero no se puso en riesgo la salud del paciente”.
Y eso es lo que se juzga ahora, si hubo riesgo para la salud de los deportistas en esas transfusiones. Hay testimonios de varios ciclistas, como el italiano Ivan Basso, que explican que en ocasiones ni Eufemiano ni Batres reponían la sangre. Estaban desbordados por la cantidad de clientes que tenían. El doctor Batres conseguía sangre, suero y otros productos diciendo que eran para el hospital de La Princesa y eran en realidad para los deportistas. Así que en ocasiones era Fuentes y en otras eran ayudantes suyos como el ex ciclista Alberto León, al que llamaban Alí Babá, los que ponían la sangre a los clientes. León se suicidó después de verse implicado en otra trama de dopaje, años después, la operación galgo.
La ACP 215 se creó tras los atentados de Estados Unidos, el 11S de 2001. Cuando Fuentes y Batres la usaban en aquel apartamento, costaba unos 36.000 euros y solo la tenían dos hospitales en toda España. Se saca la sangre a un deportista, se desecha el plasma, se añade un suero para conservarla a cuatro grados y luego se repone antes de la competición. Es una sangre con muchos hematíes, glóbulos rojos, que influyen en la capacidad de esfuerzo, por eso están prohibidas en el deporte de competición.
Una máquina que solo tenían dos hospitales en toda España, dedicada al dopaje. Fuentes no solo hacía las transfusiones, también elaboraba todo un programa de drogas para los deportistas. Un calendario personal donde les decía cuándo y cómo tomar EPO (las pelas), Hormona del Crecimiento, Insulina, Testosterona… Toda una serie de productos prohibidos que luego no debían dar positivo en los controles (y de hecho casi nunca lo daban).
El método de Eufemiano funcionaba. Así llegaron a su consulta los mejores ciclistas del mundo: desde Alemania vino Jan Ulrich, que ganó el Tour, desde Italia Ivan Basso, ganador del Giro; de Estados Unidos, Tyler Hamilton, campeón olímpico y lugarteniente de Lance Armstrong; de Holanda, el prometedor Thomas Dekker. Los mejores pagaban 70.000 euros al año. Así que no extraña que Asterix se pusiera un sueldo de 150.000 euros al año, y que cobrara muchos de los pagos en una cuenta abierta en el banco HSBC de Suiza.
En fin, que todo iba bien hasta que llegó la Guardia Civil y mandó parar. La Guardia Civil se incauta de casi 200 bolsas de sangre y plasma y también de mucha documentación. Allí se ven los nombres en clave de los deportistas y también todo el programa de extracciones y reinfusiones de sangre, lo que Eufemiano y los suyos llamaban “siberias”. También se encuentran medicamentos prohibidos, como EPO, Epo de China y hormona de crecimiento.
Y esos nombres en clave afectan a los protagonistas, ya hemos hablado de Asterix, Obelix, y también a los deportistas. De entre los acusados, Fuentes llamaba El Gordo o Manuelo o El impresentable a Manuel Saiz, director del equipo Liberty; llamaba El enano a Vicente Belda, director del Kelme. Los dos equipos eran clientes y los llamaba los azules y los verdes, por el color de sus uniformes. El último acusado, el ayudante de Belda, José Ignacio Labarta, era el bigotes y Macario, por su supuesto parecido con el muñeco de José Luis Moreno.
De los deportistas quedaron sin identificar algunos nombres en clave como Dona o Sucio, también Rosa, Gema y Urco. Parece que todos estos nombres correspondían a atletas. Los que sí se identificaron fueron muchos ciclistas, aquellos días de 2006 se corría el Giro y las conversaciones telefónicas, fueron muy útiles. Por ejemplo, así se supo que el ganador del Giro, Ivan Basso, era Birillo para Eufemiano. El que quedó segundo, también cliente de la red, José Enrique Gutiérrez, era el Guti. Michele Scarponi, un buen ciclista italiano, era Presidente o Zapatero, que es el significado de su apellido en español.
También estaban Jan o Hijo de Rudicio (Rudy Pevenage era el manager del equipo de Ulrich), Sansone (Michele Bartoli), Sevillano (Oscar Sevilla), RH (Roberto Heras). A algunos deportistas, se les ponía un nombre en clave según sus características físicas. Por ejemplo, un buen ciclista español, al parecer muy bien dotado, fue bautizado como Porras. Aunque a él no le gustaba y luego le cambiaron el mote por el de Goku, el personaje de Bola del Dragón. Nadie supo poner nombre, por ejemplo, a Cowboy, un ciclista que venía a ver a Eufemiano acompañado del Triqui Beltrán, que entonces era compañero, por ejemplo, de Lance Armstrong.
Y ahora comienza lo incomprensible. Muchos de estos deportistas confesaron y fueron sancionados. Pero siempre fueron ciclistas extranjeros.
Ulrich se retiró del ciclismo. Basso contó su historia y fue sancionado dos años. Lo mismo hizo Hamilton, que incluso ha escrito un libro. También otro alemán, Jorg Jacksche, confesó los métodos y programas de dopaje. Dijo, incluso que venían por contrato con el equipo de Manolo Saiz. Todos ellos hablarán en el juicio. De los españoles, solo Alejandro Valverde, uno de nuestros mejores ciclistas, fue sancionado. Y fue sancionado por la justicia italiana.
Las reacciones a la operación puerto fueron, digamos, de cerrar filas. El dopaje no era entonces delito, y por tanto, no pueden ser sancionados los deportistas. Y como había un procedimiento abierto, la federación española de ciclismo no sancionó a nadie mientras todo se investigaba. Valverde aparece en los papeles de Fuentes, con el sobrenombre Valv o Piti, como se llamaba su perro. Y sorprendentemente, como también pasó con Alberto Contador, su nombre no fue finalmente incluido en la lista negra.
Pasaba el tiempo y algunos ciclistas, directores y medios se quejaban de que mientras el resto de implicados cumplían sanciones, Valverde seguía compitiendo por el mundo. Así que lo que se hizo fue que la justicia italiana pidió en 2009 la supuesta bolsa de sangre de Piti-Valverde, el sustituto del juez lo concedió y le extrajeron ADN. Cuando Valverde pasó por Italia, durante el Tour de Francia de 2008, le habían sacado sangre para un control. La compararon y vieron que era suya. Fue sancionado entre 2010 y 2012. Antes, por ejemplo, había ganado la Vuelta a España 2009.
El dopaje tiene muchos riesgos para la salud. Hay miles de informes científicos, de la OMS, de la Agencia Española del Medicamento… Esos informes científicos alertan de que la EPO provoca anemia, más viscosidad de sangre, por tanto más riesgo de sufrir trombos, ataques al corazón, hipertensión, acromegalia, diabetes, mayor desarrollo de tumores, depresión y psicosis. Otros productos dopantes como los anabolizantes producen en deportistas masculinos alopecia, atrofia testicular, problemas de hígado, psíquicos, aumento de la agresividad, tendencias depresivas, adicción. En cuanto a las transfusiones de sangre, pueden provocar infecciones si se deteriora o no está bien conservada, también pueden transmitirse enfermedades como hepatitis, sida, o sufrir gravísimas reacciones adversas por mala manipulación o conservación de la sangre.
De hecho, el ciclista arrepentido en esta historia, Jesús Manzano, sufrió dos episodios tremendos, uno en plena etapa del Tour de 2003, cuando iba escapado, y otro diez días después, cuando acude a Valencia y le están reinyectando sangre. Se encuentra fatal, tiene escalofríos, trata de coger un tren hacia Madrid y su novia y su médico, el doctor Viru, otro gurú del dopaje, lo sacan del tren y acaba en un hospital.
El sumario recoge también un informe del hospital de Pamplona sobre un ciclista granadino, Manuel Fernández Ginés, que fue ingresado de urgencia allí en 2000. Sufrió trombosis cerebral y al recuperarse confesó que se había sometido a varios programas de dopaje sanguíneo, autotransfusiones, hormona de crecimiento y vitamina entre el año 93 y el año 2000. Fernández Ginés salvó la vida y se retiró del ciclismo.
Uno de los pacientes de Fuentes, Marcos Serrano, tuvo que ser ingresado en un hospital de Tortona, Italia durante el Giro de 2006. Serrano fue trasladado luego a Vigo, donde pasó varios días en otro hospital. Nunca se aclaró aquella historia y Serrano no quiso hablar con la Guardia Civil. En el sumario consta como su esposa, angustiada, le manda el 23 de mayo un SMS a Eufemiano Fuentes: “¿podría comentar algo de Marcos?”
Los deportistas prefieren no pensar en que se están jugando la vida. Que muchos lo hacen y que casi nunca pasa nada. En el sumario hay una conversación en la que Eufemiano tranquiliza al excelente ciclista colombiano Santiago Botero. Le dice: “por la temperatura no pasa nada, y si lo haces con cuidadito que no se contamine pues eso, no pasa nada… Es muy difícil, otra cosa es que tuviera que ir en vena y ya ves tú a los drogatas que mezclan la heroína con agua de grifo y la echan en una cuchara y un limón y hacen de todo y se lo ponen en la vena y no les pasa nada y mueren después de muchos años y por otras cosas, como el sida o la tuberculosis pero no por eso. Tranquilo, tranquilo, ningún problema”.
Los deportistas que se someten a programas intensos de dopaje toman muchos productos estimulantes para estar agresivos, para atacar, para sentirse bien, eufóricos. Cuando dejan de tomarlos, les puede venir el bajón. Por eso Fuentes receta a algunos de ellos tranquilizantes tan potentes como el Prozac. Entonces, algunos echan de menos la sensación de euforia, y pueden recurrir a nuevos estimulantes. Así lo hicieron dos clientes de Fuentes, dos extraordinarios deportistas, dos escaladores fuera de serie, Marco Pantani y José María Jiménez, alias El Chava. Los dos están muertos, los dos tenían poco más de treinta años.
Pero ahora parece que se quiere hacer borrón y cuenta nueva, que llega un nuevo deporte, más limpio. En esta sección casi siempre somos escépticos, pero nos gusta ser pesimistas con motivo. En cuanto al dopaje, se habla de ciclismo nuevo, pero algunos de los que lo proclaman estaban muy implicados en el viejo. Sigue habiendo médicos en España que siguen haciendo buen negocio. Las investigaciones contra Armstrong en Estados Unidos, que esas sí fueron muy serias, han sancionado a los doctores españoles Celaya, Del Moral y el entrenador Pep Martí, durante muchos años, entrenador de Alberto Contador. Tomando el caso Contador, y sabemos que somos poco populares con esto, recordemos que la federación española lo amparó, ZP el presidente del gobierno tuiteó en su favor y al final fue sancionado. El deporte es hoy, también, objeto de política, da votos. Y eso acaba pudriéndolo todo.
Contador fue sancionado por dar positivo y no creerse el tribunal deportivo suizo su historia del solomillo contaminado. Va a declarar como testigo en este juicio, puede salpicarle algo?
No creemos. En los papeles de Fuentes, salía AC y se indicaba: “nada o lo mismo que JJ” en alusión a su compañero Jorg Jacksche, que se dopaba, y lo confesó él, hasta las orejas. Y prefirieron creer que en el caso de Contador, su programa era nada. En cuanto al solomillo y el nuevo deporte en España, el nuevo presidente de la Federación Española de Ciclismo es José Luis López Cerrón, ex ciclista y que fue quien dijo haber comprado aquellos solomillos contaminados en Irún. El tribunal no le creyó.
Ese ciclista alemán que sí ha hablado, Jacksche, estará en el juicio de la operación Puerto. Está citado a declarar para el próximo lunes, 11 de febrero. Jacksche se retiró y rechazó a quienes comparan el ciclismo con una mafia: “la mafia se preocupa de su gente, de sus familias”, dijo. También aseguró en su día que Eufemiano llevaba a un equipo de fútbol español, aunque no dio nombres, y definió a Fuentes como un tipo con algo genial, pero que se comporta a veces como un chiflado: “es la clase de personas que cruzan los semáforos en rojo a ver qué ocurre”.