TERRITORIO NEGRO

Cronología de la desaparición y muerte de Sandra Bermejo

Se llamaba Sandra Bermejo, tenía 32 años y era una mujer inquieta, una psicóloga nacida y criada en Madrid que se instaló en Gijón, en Asturias, en el año 2020. El pasado 8 de noviembre, Sandra desapareció. Su cuerpo fue encontrado mes y medio después en el mar Cantábrico, en aguas de Cabo Peñas, por un pescador. En el Territorio Negro Manu Marlasca y Luis Rendueles explican lo que se sabe del caso, todavía abierto y con algunas preguntas que quizás no lleguen nunca a responderse.

ondacero.es

Madrid | 09.01.2023 17:23

Cronología de la desaparición y muerte de Sandra Bermejo | Foto: EFE/ Eloy Alonso

Sandra Bermejo era una psicóloga brillante, inquieta, que desapareció el 8 de noviembre de su casa en Gijón. La madre de Sandra habló con ella por teléfono el domingo, 6 de noviembre. La mujer, como el resto de la familia, vive en Madrid. Queda con su hija en volver a hablar el miércoles, lo hacían así, un par de veces o tres por semana. Pero el miércoles 9 de noviembre Sandra ya no contesta. La mujer avisa a una amiga de Sandra en Gijón, que acude en persona al piso donde vivía ella. Nadie abre la puerta ni contesta. Entonces acuden a poner la denuncia en una comisaría de Policía.

Y comienza la búsqueda de esta mujer, una desaparición considerada de alto riesgo, porque nadie sabe nada de ella.

En la casa, propiedad de un policía nacional, uno de los policías más famosos de España, no hay señales de violencia. Sus amigos de Gijón sitúan la hora en la que Sandra deja de dar señales de vida entre las 18.00 y las 18.30 de la tarde del 8 de noviembre. Sandra falta aquella tarde a sus clases de teatro y tampoco atiende a los pacientes en su consulta por videollamada, como hacía cada miércoles.

La Policía Nacional empieza entonces la investigación sobre la vida de Sandra, sobre su entorno en Gijón, donde se había instalado un par de años antes de desaparecer.

Sandra siempre había sido una enamorada de la naturaleza, de las montañas y especialmente del mar, que decía que la tranquilizaba, la calmaba, según los testimonios recogidos en el sumario del caso. En el verano de 2020, un poco agobiada por el encierro de la pandemia del coronavirus, decide irse a vivir a Gijón y pasar consulta desde allí. Había sido una estudiante inquieta y brillante y siempre quería aportar soluciones a sus pacientes, siempre buscaba respuestas.

En Asturias, Sandra Bermejo se apunta a un grupo de teatro, a un gimnasio, conoce gente, hace un grupo de amigos. Y es una de esas amigas la que advierte a la policía de que Sandra andaba con otro grupo de gente más o menos alternativo.

Una joven de Mieres amiga de Sandra explica en su declaración ante la policía que Sandra acude a sesiones donde se consume ayahuasca, una bebida hecha con plantas por pueblos del Amazonas desde hace miles de años que tiene efectos alucinógenos, con la participación de un facilitador o un chamán. Esta amiga afirma que no le gustan esas movidas y que no habla de eso con Sandra, pero que la tarde noche que desaparece había luna llena, la luna de sangre, como la llaman estos grupos, y que eso quizá haya tenido que ver con la desaparición de Sandra.

La propia Sandra los llamaba "La Tribu". Y los separaba de su otro grupo de amigos, la gente joven con la que salía a hacer deporte, a caminar por las afueras de Gijón, con los que hacía teatro… Eran dos mundos. En el de la ayahuasca, el rapé, ese tabaco aspirado, y la meditación, Sandra ya había estado metida en un grupo cuando vivía en Madrid. Aquello acabó mal y después de una experiencia bastante dolorosa, Sandra lo dejó. Pero en Asturias volvió a juntarse con uno de esos grupos, liderado por un gurú cincuentón llamado Roberto.

Por su parte, la policía habrá interrogado a ese digamos chamán, a ese líder espiritual de Gijón. Este hombre cuenta que conoció a Sandra durante un acto de biodanza y meditación que se celebró en el mes de abril o mayo. Dice que una mujer brasileña les daba cacao puro, que activa la serotonina, que hicieron amistad, que estaban interesados por esos temas, pero que tampoco fue una relación estrecha, le quita importancia.

Este chamán asturiano cuenta a la policía que coincidieron en otros encuentros donde se meditaba, bailaba y tocaban instrumentos. Y que en septiembre ella le propone celebrar sus cumpleaños, el tal Roberto cumple el día 2 y Sandra el día 3, en una finca cercana al aeropuerto de Ranón, en Asturias, que tiene el padre de Roberto.

Este gurú no habla de ayahuasca ni de otras drogas a la policía porque podría meterse en un lío. Los investigadores comprueban en sus redes sociales, bajo el nombre de Agua de Estrellas, se defendía, porque esos mensajes fueron borrados, la toma de ayahuasca, leemos literalmente, "como auxiliar en tratamiento para enfermedad física, desde un dolor muscular, agotamiento, tumores, hasta un cáncer". La ayahuasca también ayudaría, decían, en enfermedad emocional, depresión, ansiedad, bipolaridad y cualquier trastorno psiquiátrico. En fin, que vale para casi todo. También se defendía la toma de un hongo llamado psilocybe, alucinógeno también, y del que dicen que es milagroso y un increíble antidepresivo.

¿Sandra Bermejo había tenido depresiones? ¿Podía haber acudido a este tipo de grupos buscando ayuda?

Sandra había pasado al menos por dos episodios de depresión. Estuvo en tratamiento. Pero era psicóloga y muy curiosa, es posible que se interesara por esos grupos para completar su formación o para ayudar a sus pacientes. Al menos, al principio. Lo cierto es que su relación con ese grupo esotérico asturiano va en aumento durante 2022.

El gurú reconoce a la policía que organiza cada año una especie de retiro a la entrada de los Picos de Europa, en una cabaña. Son cuatro o cinco días sin comer y sin hablar, solo meditando. Y dice que ese mes de septiembre lo habían hecho él, un tal Manuel del que solo aporta que es de León o de Zamora, y Sandra. Fue la penúltima vez que estuvieron juntos, según su versión. Dice que encontró a Sandra junto a su casa por casualidad, un día de mediados de octubre, y que le dio unas setas que había recogido ese día.

La policía comprobó la coartada de ese gurú y también si aquella tarde que desapareció, aquella luna de sangre, Sandra Bermejo había quedado con alguien. Su teléfono móvil se apaga, se muere, en la zona de Cabo Peñas, el lugar más al norte de Asturias, un sitio precioso, con un viejo faro, enormes acantilados y senderos para caminar casi sobre el mar, como por una cornisa. La señal del teléfono de Sandra se apaga a las 17.52 de aquella tarde. Su coche, un Alfa Romeo, está aparcado junto al faro. Dentro está el bolso, pero no el móvil ni las llaves, que Sandra se ha llevado consigo.

Y la policía busca imágenes de cámaras de seguridad y comprueba otros teléfonos móviles, por ejemplo, los del gurú y otra gente de ese grupo esotérico.

Las cámaras de seguridad del parking de la casa de Sandra, en la calle Velázquez, la graban llegando sola y subiéndose al coche a las 15.23 de aquella tarde. Sale conduciendo sola tres minutos después y pone rumbo a Cabo Peñas. Diecinueve minutos después, una cámara de un supermercado la graba conduciendo cerca de Luanco en la carretera que lleva hacia el faro y los acantilados. Va sola.

Los policías repasan la antena telefónica que da cobertura a la zona de Cabo Peñas y comprueban que ni el líder del grupo esotérico ni otros miembros han estado allí aquella tarde. Y ponen la lupa esta vez en la otra vida de Sandra, en su vida pública, su grupo de amigos oficial.

Algunos de esos amigos no comparten su interés o su inquietud por ese tipo de ritos. Sí saben, algunos, que está sufriendo, que está buscando respuestas.

Nadia, la que fue quizá su mejor amiga en Gijón, cuenta a la policía que Sandra cambiaba con facilidad sus estados de ánimo. Otras personas explican que tenía picos muy acusados en sus estados de ánimo. Que se sentía peor cuando terminaba el verano, algo que le había ocurrido ya al final del verano de 2021. Aquella vez, Sandra pidió ayuda a una psicóloga.

Y la policía también ha interrogado a esa psicóloga en busca de respuestas sobre Sandra. Sandra acude a ella en febrero de este año, llevaba cuatro meses deprimida. Ella le dijo que estaba en un lugar muy oscuro del que no era capaz de salir. Lo cierto es que todos los testimonios coinciden en que Sandra mejora mucho en primavera, pero que recae en septiembre, que se encuentra mal otra vez. Esta terapeuta que la atendió, la última vez el 4 de noviembre, cuatro días antes de desaparecer, dice que le preguntó si tenía ideas suicidas y Sandra contestó que no. La conclusión de esta psicóloga es que Sandra tenía la sensación de que la habían tratado de forma injusta en el pasado y que no era capaz, así lo dijo ante la policía, de sanar sus heridas.

Sandra estaba dolida por algo, no era capaz de curarse, quizá buscó respuestas donde no podía encontrarlas también, ¿le había ocurrido algo grave?

No hay nada documentado. Lo cierto es que ella se encontraba mal. En el sumario se menciona un episodio con un amigo de su novio en Madrid, durante una fiesta. También hay otras alusiones al pasado de Sandra, pero no están contrastadas ni sabemos si son ciertas, lo que sí es cierto es que ella lo pasaba mal. Pero era también, y eso lo dicen todos los testimonios, una persona generosa, encantadora, con una imaginación enorme y con gran creatividad. Una persona brillante y atormentada.

¿Y qué se sabe de esos últimos días antes de desaparecer?, ¿qué hizo Sandra Bermejo?

Una amiga contó a la policía que tenía problemas de alimentación después de aquellos días de ayuno y silencio en Picos de Europa; otras que aquello la había defraudado, que no era lo que esperaba. Había nacido su primer sobrino en Madrid y fue a conocerlo, pero sus amigas la recuerdan desconectada, triste, desmotivada.

Cinco días antes de desaparecer, Nadia la recuerda ausente, ella le dice que tiene problemas, que le cuesta trabajo por ejemplo poner la lavadora o contestar llamadas de móvil. El 6 de noviembre, dos días antes de desaparecer, Sandra estuvo en casa de Adrián, que había sido su pareja unos meses, practicando baile. El 7 por la noche los dos hablan por teléfono y él le propone salir a correr por las afueras de Gijón, ella le dice que ese día no, y lo aplazan al jueves.

¿Sandra tenía pareja?

La policía también investigó ese tema. Sandra tuvo un novio en Madrid durante tres años, luego rompió con él y se fue a Gijón. Allí conoció a varios chicos, algunos a través de Tinder. Entre ellos estaba ese Adrián, del grupo de teatro, del que ella decidió separarse en octubre y también otros dos, Antonio, y Borja. Con este último estuvo un par de meses, pero Sandra lo dejó porque decía que la agobiaba un poco. Borja dice que era generosa pero que llevaba algo dentro, cargaba con algo, lo acarreaba dice él. La Policía ha pedido a Tinder y whatsapp los mensajes de los últimos días de la vida de Sandra.

Queda la parte laboral, la parte económica. ¿Sandra estaba preocupada por esos asuntos?

No andaba muy bien de dinero y tampoco tenía demasiados pacientes. Sus planes de montar un centro psicológico en la naturaleza no habían salido, Gijón le parecía a veces muy triste y muy lluvioso… Debía unos 1.200 euros a la gente de las tomas de ayahuasca. Pidió prestado el dinero a una amiga, que se lo dejó, y un mes antes de desaparecer empezó a devolvérselo con pequeños pagos cada semana.

En su ordenador, que fue analizado por los investigadores, había buscado en Google como "ganar dinero rellenando encuestas", "acompañamiento a personas dependientes", "como ganar dinero desde casa", "trabajos de transcripción desde casa".

Los últimos mensajes con sus amigas son algo tristes, pero también son mensajes que denotan coraje.

Me parece que voy a tener que hacer algo, porque estoy hundiéndome cada vez más

El 5 de noviembre Sandra escribe a una compañera "yo bastante desesperanzada y confundida, pero quiero creer que pasará". Al día siguiente envía un mensaje a otra amiga: "Me parece que voy a tener que hacer algo, porque estoy hundiéndome cada vez más".

Una amiga cuenta que desde que iba a los retiros de ayahuasca no era la misma. El 3 de noviembre habla con Sandra durante dos horas. Le cuenta que aquel retiro de ayuno no la había convencido. El día 7 ella le manda una fotografía de colibríes, un pájaro que le gustaban mucho. Sandra le responde mandándole corazones. Quizá fue el último mensaje que envió antes de morir.

El cuerpo de Sandra Bermejo fue recuperado del mar el 23 de diciembre, muy cerca de Cabo Peñas, un pescador vio lo que quedaba del cuerpo de una mujer joven. El odontograma, la comparación de la dentadura, apuntó que no era Sandra. Pero el ADN lo ha confirmado. Es Sandra Bermejo, los primeros informes forenses solo han podido determinar que murió por traumatismo por precipitación, es decir, por las heridas que sufrió al caer desde una altura considerable, como la que hay en los acantilados del Cabo Peñas.

La familia, el abogado Juan Manuel Medina y el presidente de SOS Desaparecidos, Joaquín Amils, quieren que se investiguen un par de flecos sueltos en el caso. De un lado, el testimonio de tres pescadores, tres hombres que iban al percebe en Cabo Peñas y que vieron tres coches aparcados una madrugada de noviembre, quizás la del 9 de noviembre. Nunca hay coches aparcados a esa hora en Cabo Peñas y mucho menos juntos, creen que quizá otras personas estuvieron con Sandra la última noche de su vida.

Y también hay una fotografía, hecha la mañana siguiente a la desaparición de Sandra, de una mujer caminando sobre los acantilados, casi hacia el mar. No se sabe si era Sandra. Esa imagen fue tomada por un ciclista la mañana del 9 de noviembre. Al fondo se ve a una mujer caminando ya en la zona prohibida, porque es peligrosa. La familia no sabe si es Sandra y desde que se difundió nadie ha identificado a esa mujer.