Así actuaba el 'padre Fran', el sacerdote violador que drogaba y grababa a sus víctimas
Manu Marlasca y Luis Rendueles nos dan los detalles del caso del 'Padre Fran', el sacerdote acusado de violar al menos a cuatro mujeres a las que sedaba y grababa.
La historia que nos traen hoy a su Territorio Negro Luis Rendueles y Manu Marlasca es de esas que justifican aquello de que la realidad siempre supera a la ficción. Es la historia del padre Fran, un joven sacerdote que lleva veinte días en prisión, acusado de haber sedado y violado a cuatro mujeres de su entorno más cercano. Una mujer, novia del sacerdote, encontró un disco duro con cientos de imágenes de las violaciones del cura. Acudió primero a la cúpula eclesiástica y luego a la Policía.
¿Quién es el padre Fran?
Francisco Javier Cuenca Villalba, el padre Fran, tiene treinta y tres años y su vida ha estado siempre marcada por la religiosidad de su entorno. Tiene un hermano mayor y su madre fue monja clarisa en la localidad de Vélez Málaga, de donde procede la familia. Desde los dieciocho años Fran fue fraile trinitario y en 2016 se ordenó sacerdote. En agosto de 2017 lo nombraron vicario parroquial de Álora y párroco de Ardales y Carratraca, en la provincia de Málaga. En diciembre de 2018, fue designado capellán de los Colegios
Diocesanos San José Obrero y San Julián, en Málaga, y San Juan Pablo II, en Alhaurín De La Torre. Y en julio de 2021 lo nombraron párroco de Santa María Micaela de Melilla y capellán del centro penitenciario de la ciudad autónoma.
Ese es el currículum profesional del padre Fran, aparentemente uno de los miles de sacerdotes que hay en España, repartidos por pequeñas parroquias, pero él tenía ciertas particularidades…
Así es. Bien pronto, recién tomados los hábitos, el padre Fran mostró un par de debilidades mundanas: su afición por la bebida y por las mujeres. Cuando era párroco en Ardales comenzó una relación con una mujer del pueblo, que se prolongó varios años, hasta su traslado a Melilla, donde inició un nuevo noviazgo con una mujer muy devota del Cautivo y estrechamente vinculada a la parroquia y las cofradías.
Esta mujer será quien destape el escándalo que ha acabado con el padre Fran en la prisión malagueña de Alahurín de la Torre.
Exacto. En diciembre del año pasado, esta mujer encontró casualmente un disco duro en el domicilio del sacerdote. Ella pensaba que allí había series o películas, pero lo que halla son cientos de fotografías y vídeos de mujeres inconscientes, inertes, victimas de toda clase de agresiones y abusos sexuales. En las imágenes se distingue perfectamente al autor de estas vejaciones: es el padre Fran.
Y esa mujer, pareja del cura, ¿qué hace?
La novia del sacerdote copia, según ella, la mitad del contenido del disco duro en una memoria. Los archivos que logra copiar están ordenados en cinco carpetas diferentes, que corresponden a cinco mujeres diferentes, identificadas con iniciales. La mujer le dice al cura que ha descubierto esos archivos y él le dice que aquello forma parte de su vida anterior, que ya sabe que es y ha sido un golfo. La mujer, muy cabreada, incluso hace una videollamada a la anterior novia del sacerdote en presencia del hombre y le insta a que confiese lo que ha visto. Al parecer, sospechaba que el cura aún mantenía su relación anterior.
A partir de ese momento, la mujer comienza un camino para destapar las prácticas del padre Fran, que primero le lleva hasta las autoridades eclesiásticas.
Así es. En enero de este año, la mujer fue a ver al vicario de Melilla y le contó lo que había encontrado en casa del padre Fran. Reconoce que es la pareja del sacerdote y le dice que tiene en su poder las imágenes, pero no se las muestra. El vicario le dice que tiene que denunciar los hechos a la Policía. Al día siguiente de la visita de la mujer el vicario cita al párroco, que reconoce que esa mujer es su pareja, pero
dice que lo que hay en la memoria son fotos de una despedida de soltero. La mujer se entrevista tres veces con el vicario para tratar el tema y manda varios correos electrónicos al secretario del Obispado para que la reciban. Finalmente, la iglesia decide trasladar al párroco a las iglesias de El Burgo y Yunquera en Málaga, donde llega como auxiliar en verano.
El vicario le aconseja a esta mujer desde el primer momento que acuda a la Policía, pero ella pasa varios meses sin denunciarlo.
Todo es muy complejo. Hablamos de una mujer con fuertes convicciones religiosas y además enamorada del sacerdote. Pensemos el cóctel que había en su cabeza, pero finalmente acude a denunciar los hechos el 23 de agosto a la comisaría de Melilla. Allí es atendida por los agentes de la UFAM, que reciben el material informático que la mujer había copiado. Ella señala en su denuncia que no es una víctima de las agresiones del cura, que ella no aparece en ninguna de esas imágenes. Los policías de Melilla bautizan la operación con el nombre de una popular serie de los ochenta, el pájaro espino, que contaba los amoríos de un sacerdote encarnado por Richard Chamberlain con una feligresa, interpretada por Rachel Ward. En honor a la verdad el padre Fran no se parece a Chamberlain ni en el blanco de los ojos.
Los agentes de Melilla analizan detenidamente esas fotos y vídeos. ¿Qué primeras conclusiones sacan?
Lo primero que averiguan es que las imágenes están obtenidas entre los años 2016 y 2019. En todas ellas se ve al padre Fran desnudando y agrediendo de distintas formas a las mujeres, que en todos los casos, salvo en uno, están inconscientes, completamente inertes, profundamente sedadas. Hay cinco mujeres distintas y diferentes escenarios. Los agentes de Melilla piden ayuda a sus compañeros de UFAM Central, que comienzan a analizar esas imágenes el 25 de agosto y que rebautizan la operación. La llaman Nun, monja en inglés. Una vez que el autor está plenamente identificado, su labor se centra en poner nombres y apellidos a las víctimas, las mujeres que aparecen en las imágenes.
¿Fue muy complicado identificar a esas mujeres?
No, fue relativamente sencillo. Como hemos dicho antes, las carpetas estaban identificadas con iniciales, que correspondían a cada una de las cinco mujeres. Los agentes de la UFAM Central, dirigidos por una veterana investigadora, que se ha enfrentado a toda clase de seriales, consultan en lo que se conoce como fuentes abiertas, es decir, las redes sociales del cura, y se dan cuenta de que todas las víctimas están entre sus contactos, son del entorno más cercano del sacerdote. Van poniendo nombres y apellidos a esas mujeres.
Y supongo que llega el complicado momento de llamar a las puertas de las víctimas y explicarles lo que han encontrado, porque imagino que muchas de ellas ni siquiera sabían que habían sido víctimas de una violación.
Ninguna lo sabía. Una de ellas, la que no es víctima de agresiones, la única que no está inerte, no sabía que el padre Fran grababa sus encuentros sexuales. Todas son mujeres muy atractivas, de entre veinticinco y treinta y cinco años. Dos viven en Málaga, una en Córdoba y otra en Valedpeñas (Ciudad Real). Todas fueron citadas en comisaría. Los agentes les enseñaban un fotograma para que se identificasen y les contaban lo que había en el resto de las imágenes. Solo una de ellas quiso ver todo el material y todas se quedaron absolutamente consternadas.
¿Dónde y cómo perpetraba este tipo las agresiones?
La Policía está convencida de que el padre Fran drogaba a sus víctimas con una sustancia que no han logrado identificar y que no sabemos si lo conseguirán. Pensemos que las últimas agresiones corresponden al año 2019 y, por tanto, no hay posibilidad de realizar análisis. Las
grabaciones se hicieron en distintos escenarios: casas parroquiales, el domicilio el sacerdote, albergues… Las víctimas son mujeres que proceden de parroquias y colegios religiosos con las que el sacerdote había viajado en vacaciones o en fines de semanas, personas que tenían absoluta confianza con él. Por supuesto, todas ellas presentaron denuncia contra el párroco, que está acusado de cuatro delitos de agresión sexual y cinco delitos contra la intimidad.
Y a partir de ese momento supongo que todo se centra en vigilar al sacerdote.
Sí, un equipo de UFAM Central se desplaza a Málaga para comprobar los movimientos del sospechoso, que el 6 de septiembre hace una jugada que le delata aún más: acude a la comisaría para denunciar a su antigua pareja, la melillense que había descubierto las imágenes. Dice que le ha robado un disco duro y tres mil euros, algo que la Policía cree que es totalmente falso. La madrugada del 11 de septiembre, los agentes que vigilaban su casa le ven llegar con su madre después de tomar unas cuantas copas y lo detienen. La mujer tuvo que ser atendida de una crisis nerviosa cuando vio como la Policía arrestaba al padre Fran.
¿Vivía con su madre?
No, la madre vive junto a su nueva pareja en una urbanización del Rincón de la Victoria y él residía en la antigua casa familiar, en Vélez-Málaga, la vivienda que registró la Policía. Allí encontraron un ordenador en mal estado y una cámara que están siendo analizados por la Policía. En una de las habitaciones hay varias portadas del famoso Interviú con Marisol desnuda y algo que llama poderosamente la atención de los policías: más de mil cajas con muñecos Funko, esos muñecos cabezones objeto de coleccionistas. El padre Fran presume ante los agentes que tiene más de mil doscientos funkos y que se ha gastado veinte mil euros en ellos.
Y aparte de confesar su afición por estos muñecos, ¿dice algo más?
No, se muestra muy poco colaborador. No facilita voluntariamente su ADN ni declara ante la Policía, que en cualquier caso tiene todo muy bien atado. En el registro, los agentes no encuentran ninguna sustancia que haya podido ser utilizada para la sumisión química ni tampoco más material sensible en sus dispositivos. La impresión de los agentes es que el padre Fran se deshizo de fotos e imágenes, porque sorprende que su furor entre los años 2016 y 2019 se detuviese repentinamente. Recordemos que la propia denunciante reconoce que solo pudo grabar la mitad el disco duro.
Es decir, que antes y después de 2019 puede haber más víctimas que también fueron grabadas.
Puede ser. Pero va a ser prácticamente imposible imputar más delitos al padre Fran. Recordemos que ninguna de las víctimas tenía conciencia de haber sido agredida sexualmente debido al estado en el que estaban sumidas por la droga o el fármaco que las administraba. Estas agresiones se han podido acreditar gracias a las imágenes. Si ha habido más agresiones parecidas y no hay fotos ni vídeos, esos delitos, desgraciadamente, quedarán impunes, no va a haber forma de demostrarlos.
Llama la atención la reacción de las autoridades eclesiásticas, que en un principio fue muy tibia, algo que luego han intentado arreglar.
Es cierto. Peor también es verdad que cuando la novia del padre Fran acudió en enero al vicario, éste le recomendó que fuese a la policía. Pero el único movimiento de la diócesis fue sacar de Melilla y trasladar al párroco a el Burgo y Yunquera aduciendo motivos de salud. Y eso pese a saber que, más allá de esas violaciones, el cura mantenía una relación con una mujer. Después, al conocerse la detención, la semana pasada, la Diócesis de Málaga ha decidido personarse como acusación particular en la causa abierta al considerarse perjudicada. La denunciante intentó entrevistarse sin éxito varias veces con el obispo antes de acudir a la Policía.
El Obispado de Málaga reiteró en un comunicado su «dolor por el daño cometido» y su «cercanía a las víctimas, su condena más profunda y contundente a toda forma de abuso a la mujer y su disposición a seguir colaborando con la Justicia» para cuantas gestiones sean necesarias. Solo tras hacerse público su arresto se le retiró el ministerio sacerdotal, es decir, se le impide realizar sacramentos y se han iniciado los trámites para inhabilitarle como sacerdote