En 1967, la mítica discoteca 'Bocaccio', en Barcelona, abría sus puertas para convertirse en todo un enclave en la noche catalana. La actriz, modelo y empresaria, Teresa Gimpera se convirtió en su imagen y protagonizó unos posados con el sello de la empresa que pasaron a la historia.
Durante esos años, confiesa, tuvo poco tiempo para dedicarle al ocio, ya que sus viajes por todo el mundo de rodaje en rodaje no se lo permitían: "decían que me pasaba la vida allí, y no era cierto". Estas anécdotas, y otras muchas, las cuenta en su libro "Així és la vida" ("Así es la vida" en castellano), que le ha escrito el periodista Toni Vall.
Quería publicar un libro poco escandaloso, que no hiciera daño a nadie
La actriz confiesa que no quería un libro escandaloso y sobretodo, "que no pudiera hacer daño a nadie", especialmente a su familia. Desde pequeña, su madre le insistió en que debía casarse y tener hijos antes que a estudiar, y desde sus inicios tuvo que enfrentarse a situaciones difíciles.
Lo que está sucediendo entre Ucrania y Rusia me recuerda al ruido y las cosas de la guerra que viví cuando era pequeña.
De su infancia también recuerda el estallido de la guerra, en la que fueron refugiados, lo que le trae a la mente al conflicto que vivimos ahora: "lo que está sucediendo entre Ucrania y Rusia me recuerda al ruido y las cosas de la guerra que viví cuando era pequeña".
A pesar de que tuvo que lidiar directamente con las consecuencias de vivir en una sociedad profundamente machista, Gimpera siempre ha llevado la modernidad por bandera en su vida, y hasta consiguió convertirse en todo un referente de las figuras televisivas de la época.
Su elegancia y su maestría a la hora de interpretar la llevaron a ser reconocida más allá de las fronteras españolas y trabajar para las órdenes de Alfred Hitchcock, Víctor Erice, Vicente Aranda o Chicho Ibáñez Serrador.