Después de esta sentencia, la pareja solicitante podrá adoptar a menores pese a la oposición de los servicios sociales cántabros que ponían limitaciones. Según la sentencia, podrán adoptar a niños de entre 0 y 1 años debido a que, en el caso de que la sordera de los padres pueda presentar dificultad para su aprendizaje, ésta desaparece si no ha aprendido a hablar. El niño aprenderá a comunicarse con lenguaje de signos y aprenderá a hablar fuera de casa.
Carmen Rigalt argumenta que es muy difícil de objetivar ya que siempre nos referimos a bebés sanos. “Un niño puede ser desgraciado en una familia oyente y feliz con una familia sorda, o al revés”.
Lucía Etxebarría critica que dos personas sordas no puedan adoptar ya que ellas tienen la misma capacidad de moverse en el día a día que cualquier persona oyente. Además, comenta que dos personas sordas tienen muchas posibilidades de tener un bebé que oye y, por tanto, “si hacemos caso a lo que escuchamos, dos personas sordas tampoco serían idóneas para procrear”.
Bajo el punto de vista de Elisa Beni, “no es lógico que no dejen adoptar diciendo que sería un sobresfuerzo para los niños porque ‘podrían sentirse diferentes en el entorno’ porque, entonces, también tendría sobresfuerzo si sus padres son gays o de color”. “No significa ningún sobresfuerzo para el menor que sus padres no sean oyentes”.