Territorio Negro: Los lobos solitarios de Al Qaeda
Los atentados del maratón de Boston y el encarcelamiento de un joven argelino que vive en Zaragoza hace nueve años han vuelto a colocar la yihad, la llamada guerra santa de Al Qaeda, en el punto de mira de Occidente. De cómo ha cambiado la red terrorista islamista y de sus nuevas ideas para matar en países democráticos, lo que ellos llaman “los caballeros solitarios de la yihad”, y los servicios de información han bautizado como lobos solitarios, vamos a hablar esta tarde en nuestro territorio negro.
Un lobo solitario es un seguidor de Al Qaeda que se forma a sí mismo como terrorista, básicamente a través de Internet, contactando con simpatizantes de todo el mundo y también con líderes de la organización, si va superando los filtros de seguridad. Es un autodidacta capaz de cometer un atentado sin el apoyo operativo de una organización, sin pertenecer a ningún grupo o célula islamista y, por tanto, mucho más difícil de detectar.
Aunque Al Qaeda, obviamente, no ha abandonado los grandes planes criminales al estilo del 11S, y muchos se temen una gran respuesta asesina por la caída de Bin Laden, sus jefes han expresado en varias ocasiones su preferencia por este tipo de terroristas para cometer atentados en Occidente. Ese es el perfil, por ejemplo de los hermanos Tsarnaev, los autores del atentado de Boston. El pequeño, el superviviente, ha declarado que aprendieron a fabricar las ollas bomba leyendo, entre otras cosas, la revista de Al Qaeda, llamada Inspire.
La revista Inspire es la guía de los yihadistas de todo el mundo. Está en Internet, en inglés y árabe y tiene un cuidado diseño. Su último número, aparecido esta primavera, tiene en la portada unas letras gigantes con el titular “Todos somos Osama”. Inspire fue fundada por el jeque Anwar Al Awlaki, un musulmán nacido en Estados Unidos que comenzó condenando los ataques del 11S y acabó oculto en Yemen y enviando terroristas por todo el mundo. Al Awlaki murió en septiembre de 2011 durante un bombardeo de misiles con los famosos drones, los aviones no tripulados.
Del peligro del jeque y su revista vamos a poner solo un ejemplo. Fue el artífice de varios intentos de atentado en aviones con paquetes bomba, envió a otro terrorista a intentar volar un avión que iba de Amsterdam a Estados Unidos… Unos pocos meses antes, Naser Jason Abdo fue arrestado en un motel de Texas cuando estaba a punto de poner una bomba en un restaurante frecuentado por personal militar de la base de Fort Hood. Tenía en su habitación los ingredientes para fabricar el artefacto y la receta: un artículo del número 1 de la revista Inspire titulado “cómo hacer una bomba en la cocina de mamá”.
Y esa fue la revista y los manuales que siguieron los terroristas de Boston. No vamos a dar demasiados detalles, pero la revista explica cómo fabricar una olla bomba (así se hizo en Boston) a partir de la cabeza de una cerilla, un tubo de hierro, un reloj despertador y algunos otros elementos. Los hermanos Tsarnaev siguieron los consejos más criminales de la revista, por ejemplo, meter clavos y tornillos para aumentar los daños a las víctimas. Lo llaman Open Source Yihad (algo así como guerra santa abierta) y constantemente incorporan consejos, también, por supuesto, versículos del Corán y citas de supuestos sabios que justifican esos actos asesinos. Y hasta manuales o guías de comportamiento, como el llamado Cualidades para un asesino de ciudad, que se refiere a una ciudad como Madrid, Barcelona, Londres o Nueva York.
Básicamente todas las recomendaciones para actuar en Europa y Estados Unidos, se resumen en una frase del manual: “el asesino urbano debe parecer un ciudadano más”, para lo que siguiendo la doctrina llamada Takfir wal Hijra (Anatema y Exilio), autoriza a los futuros asesinos a incumplir preceptos de su credo para lograr pasar desapercibidos: están exentos de llevar barba, incluso de rezar y pueden frecuentar lugares de pecado, tomar alcohol…
El manual para asesinos solitarios incluye consejos más prácticos. Vamos a leer un par de ellos: “cuando se mate a un enemigo con una pistola, debe estar seguro de que las balas no puedan ser seguidas hasta una tienda de armas cercana a su domicilio. Cuando viaja lejos de su casa para matar, debe fingir que se trata de un viaje de negocios o hacer el viaje con la familia”. La revista incluye cómo puede vestirse (se ve a un ejecutivo de cualquier centro financiero con una pistola oculta bajo la parte posterior de su chaqueta).
Esta nueva forma de terrorismo debe ser muy complicada de detectar la policía. Se está proponiendo convertir a integristas en terroristas individuales, que pueden hacer de todo, el tiro en la nuca, una bomba. La revista de Al Qaeda juega con esa idea: “cómo sería que diez o veinte musulmanes llevaran a cabo estas misiones individuales en América sin estar conectados entre sí. El terror que se produce entre la gente cuando un asesino golpea en tierra enemiga es mucho mayor que cuando se golpea al enemigo en el campo de batalla”. Y tienen razón. Genera mucho más pánico el atentado de Boston, con tres muertos, que unas bombas en Irak o Pakistán (en esos días hubo cientos de muertos allí, casi todos, por cierto, musulmanes).
Para quienes sean menos aguerridos, proponen cosas como quemar coches en parkings poco frecuentados, usando eso sí botes de zumo de naranja para transportar la gasolina; o bien echar clavos y aceite en carreteras de nuestras ciudades para provocar accidentes de tráfico, sobre todo, y leemos el manual de Al Qaeda, “las noches de los fines de semana, cuando los impuros beben alcohol y presumen de sus coches”. Incluso la revista tiene un consultorio donde responde a las dudas sobre si es más fácil matar a Obama o a Sarkozy, por ejemplo.
Son personas extremadamente religiosas, es innegable. Así que se alimentan de citas del Corán y otras de jeques, incluido Bin Laden, claro. Sobre el manual del caballero solitario se escriben unos versículos del Corán: “si luchas por la causa de Alá, no eres responsable salvo de ti mismo…e inspirarás a otros creyentes”. Para animar a estos cachorros de asesinos, se les escribe: “Eres letal, eres el caballero que golpea en el corazón del enemigo, el David que corta el cuello a Goliat. Pocos son los elegidos por Alá para este propósito. Tú no los matarás, será Alá quien los mate”.
Hemos visto que los asesinos de Boston fueron lobos solitarios. Pero hay otros ejemplos en más países. Mohamed Merah mató a siete personas en distintos lugares de Francia, el pasado año. Tres militares, tres niños y un padre de un colegio judío, antes de ser acorralado por la policía francesa y morir acribillado por los agentes. Merah, un ciudadano francés de origen argelino que había sido un delincuente juvenil en la zona de Toulouse, actuó solo, sin el apoyo de una organización, aunque antes había viajado al menos en dos ocasiones a Pakistán, donde contactó con redes terroristas.
En Italia tuvieron a Mohamed Jarmoune, un marroquí de 20 años, que llevaba 14 viviendo con fue sus padres en Brescia. Fue detenido en 2012 cuando tenía muy avanzados los preparativos para hacer volar por los aires la sinagoga de Milán. Se formó militar e ideológicamente gracias a Internet. Su detención fue posible también gracias a la red, o más bien a la vigilancia de los agentes italianos sobre un grupo de discusión de un foro yihadista. Allí se intercambiaban diversos materiales como la Enciclopedia de la Yihad. Jarmoune dirigía un sitio en Internet destinado a compartir, ya no ideas, sino conocimientos prácticos sobre explosivos, armas…
En España, la Comisaría General de Información de la policía –también el CNI y la Guardia Civil– es la que más datos tiene sobre estos nuevos perfiles de cachorros de terroristas islámicos. Tienen vigilados a unas 30 personas –son todos hombres- que han manifestado varias veces su disposición a convertirse en terroristas. Y el pasado viernes entró en la cárcel uno de estos aspirantes a asesinos, el argelino Nouh Mediouni.
Este joven, porque tiene solo 23 años, está en prisión acusado, no de simpatizar, ni de hacer propaganda, sino de algo tan grave como pertenecer a Al Qaeda. Nouh Mediouni es un argelino de 23 años, que desde hace nueve residía en España, junto a su familia, en el barrio zaragozano de Las Fuentes. Estudiante de informática, experto en redes de comunicación, estudió en un instituto de Formación Profesional de su barrio. Según su padre, llevaba una vida completamente alejada de cualquier actividad terrorista, pero la policía y el juez piensan lo contrario.
Casi con toda seguridad, el padre de Nouh no sabía nada. El joven argelino pasaba muchas horas en Internet, entrando en foros yihadistas, lanzando proclamas radicales e incluso colgando fotos de él posando con una bandera islamista frente a la basílica de El Pilar. Pero ni siquiera la policía española sabía nada de su verdadera actividad terrorista hasta que no recibieron un aviso de sus colegas franceses.
Es algo habitual. Los servicios de inteligencia franceses vigilan muy de cerca a Al Qaeda del Magreb Islámico. Sus soldados libran una guerra con los terroristas de ese grupo que han hecho de Malí y de otras partes del Sahel su santuario y el lugar en el que están creciendo. Además, Francia es un país con histórica influencia en esa zona y ha perdido allí vidas de cooperantes, militares….
Los servicios de información franceses monitorizan permanentemente las comunicaciones de los líderes de las células de Al Qaeda del Magreb. Y comprobaron como, desde 2010, se habían intensificado los contactos de uno de esos jefes, Amine Salhi, con una dirección de correo electrónico que había sido abierta en España. El titular de esa cuenta firmaba como Abu Qutada, un clérigo jordano residente en Londres, uno de los ideólogos del yihadismo internacional.
Tenemos a un líder de Al Qaeda en Malí, que se intercambia correos con alguien que se hace llamar Abu Qutada y que escribe desde España… Y Francia avisa a España, para que localice esa dirección IP desde la que se conecta ese Abu Qutada. Y la dirección corresponde a un cibercafé de Zaragoza. Ahí empieza el trabajo de calle, el policial de toda la vida: las tronchas, es decir, las esperas, las guardias. Y allí, en ese cibercafé se localiza a ese joven estudiante, que trabaja esporádicamente en el local: se trata de Nouh Mediouni. A partir de ese momento, todas sus comunicaciones son controladas: sus teléfonos, sus e-mails, sus conexiones a Internet… En ese control descubren que Nouh había hecho en verano de 2010 un más que sospechoso viaje.
Nouh viaja a Argelia, su país, pero con la intención de desplazarse hasta Malí y allí unirse a una célula de Al Qaeda. Le había captado Amine Salhi, un hombre de la red dirigida por el líder de Al Qaeda Noureddine El Youbi, el lugarteniente de Mokhtar Belmnokhtar, el organizador de la mayoría de los secuestros –entre ellos el de los tres cooperantes catalanes—que se producen en el Sahel. Nouh tenía las instrucciones precisas para llegar hasta el corazón de Al Qaeda en el Magreb e incluso tenía un teléfono con el que se comunicaba con Salhi y El Youbi.
No pudo llegar hasta ellos, hasta ese corazón de Al Qaeda, porque el régimen argelino ha blindado su frontera sur para tratar de hacerla impermeable para las células de Al Qaeda, algo que no consiguen del todo, como vimos en el reciente ataque a una planta de gas. Pero los militares argelinos pusieron las cosas complicadas a Nouh, que en su declaración ante el juez Pedraz reconoció este viaje, aunque dijo que había abandonado sus postulados yihadistas al regresar.
Nouh, además, tuvo mala suerte, porque su contacto en el Sahel, Amine Shali, fue detenido en la frontera entre Argelia y Marruecos. Shali formaba parte del comando Angala, de Al Qaeda del Magreb. Junto a él fueron detenidos una veintena de terroristas y, lo más importante, se les intervinieron teléfonos satélite y ordenadores, que fueron un filón para los servicios de información occidentales: allí estaban los teléfonos y las direcciones de correo electrónico de miles de yihadistas, entre ellas la de Nouh, que recibió varios SMS de teléfonos asociados al cerebro del secuestro y asesinato de dos cooperantes franceses en Níger, Noureddine El Youbi.
Nouh Mediouni tenía en su ordenador portátil un archivo ejecutable del software de cifrado Mujaideen Secrets 2. Es un programa “dirigido a aquellos que mantienen alta la cabeza de la comunidad frente a los soldados satánicos sionistas y cruzados y sus aliados”, según sus creadores. Aunque lo que es realmente es un programa que sirve para cifrar comunicaciones y archivos y hacerlos ilegibles a un observador. La primera versión de este programa fue creada por Global Islamic Media –un foro de contenidos yihadistas al que estaban suscritos algunos de los autores de los atentados del 11-M.
Mediouni tenía, por ejemplo, fotos del cadáver de un soldado francés muerto en aquella operación para rescatar a secuestrados galos en Somalia. Y también dejó algunas perlas por escrito: después de los crímenes de Boston escribió: “lo que sentís ahora es lo que sienten los niños de Afganistán, Birmania, Siria e Irak”. Y también reproducía algunos fragmentos del Corán: “infundiré el terror en los corazones de los infieles, cortadles el cuello y pegadles en todos los dedos”.
Pero no tenía explosivos, ni armas. Estos lobos solitarios, cómo vigilarlos, si detenerlos o no, son todo un dilema para la policía. La semana pasada teníamos una conversación con una de las personas que como dicen ellos, monitorizan a esta gente. Y vamos a reproducir aquí su casi inimitable tono: “tenemos a treinta de estos, que están a un paso de entrar en el terrorismo. Algunos están en Ceuta, Melilla y Tánger para irse a Siria. ¿Qué hacemos, los detenemos ahora. De qué los acusamos? ¿Esperamos a que vuelvan, más radicales y con entrenamiento militar?” No es fácil, porque se les critica si detienen gente sin explosivos digamos y luego también se les critica si no los detuvieron antes de cometer atentados.
Esos viajes a lugares calientes como antes fueron Bosnia, Pakistán, Afganistán, Irak y ahora Siria o Mali, sí son un poderoso indicio, una señal de alarma . Lo que ocurre es que no todos los aspirantes a terrorista realizan esos viajes de entrenamiento. Volviendo al caso de Boston, parece que fue solo el hermano mayor, Tamerlán, el que hizo un viaje de adoctrinamiento. Y fue… a casa de su madre, una integrista islámica que le convenció de dejar, por ejemplo, el alcohol, pero también de escuchar música y de practicar boxeo, su deporte favorito.
La señora se llama Zubeidat y enseñó a sus hijos, también lo vieron por Internet, que los atentados del 11S habían sido cometidos por Estados Unidos, la teoría de la conspiración. Después de los atentados, la mujer aseguró que la sangre de las víctimas de Boston era falsa, que era pintura roja colocada allí por los enemigos del Islam. The New York Times desveló que la mujer, que vivió en Estados Unidos, lleva tiempo en la lista de sospechosos de terrorismo. Como manda cualquier manual terrorista, sus hijos, al menos el mayor, se puso en contacto con ella antes y después de los atentados, ya cuando estaba cercado por el FBI. Se despidió diciéndole que la quería.